En las elecciones de octubre: Vote en blanco
El 30 de octubre se realizarán en Colombia las elecciones regionales para alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas departamentales, en medio de cuestionamientos al sistema electoral y de una reforma política que, como las que se han adelantado en el último decenio, apunta a la exclusión de las minorías. El Partido Socialista de los Trabajadores ha decidido una vez más llamar a votar en blanco como una forma de protesta contra el régimen político y porque entre las candidaturas que se presentan ninguna representa los intereses de la clase obrera y de los sectores populares.
En las pasadas elecciones parlamentarias y en las presidenciales, el Partido Socialista de los Trabajadores hizo un llamado al voto en blanco ante la ausencia de propuestas al servicio de la movilización y la organización de la clase obrera y de los sectores populares. En ellas logramos realizar una campaña por el voto en blanco, incluso en unidad con organizaciones que pertenecen al Polo Democrático, que no se veían representados en Gustavo Petro pero que no estaban dispuestos a separarse del Ideario de Unidad, es decir, de la política de conciliación de clases y la estrategia parlamentaria.
Una legislación antidemocrática
La razón por la que volvemos a hacer este llamado es porque consideramos que el régimen político colombiano, expresado en la Constitución del 91, ha eliminado y excluido a través de la violencia y de reformas políticas que no permiten la participación de las minorías a las agrupaciones políticas y sociales que se le han opuesto
En julio de 2003, a través del Acto Legislativo N°1, se reglamenta la participación electoral y se exige como requisito para otorgar personerías jurídicas a los partidos políticos la obtención del 2% de la votación, sin tener en cuenta la historia de violencia y exclusión política en Colombia. Esas determinaciones, apoyadas por el entonces Polo Democrático Independiente, eliminó las personerías jurídicas y por tanto la posibilidad de participación electoral con candidaturas propias de muchas organizaciones de izquierda, con el pretexto de combatir el clientelismo y la corrupción de liberales y conservadores.
Pero esta reforma no impidió la toma paramilitar del Congreso de la República e incluso hoy, ocho años después de su implementación, se habla de una crisis en el sistema electoral en medio de escándalos como el de la ciudad de Cali en el que la Registraduría Nacional pasó por encima de sus propias normas con el fin de avalar por firmas al principal candidato de los gremios empresariales después de detectar que en las mismas aparecían listas de cédulas de personas muertas.
La izquierda, los progresistas, los independientes
A esta crisis del régimen político se suma la ausencia de candidaturas que representen a los trabajadores y a los sectores populares. El Polo Democrático, después de dos administraciones en la Alcaldía de Bogotá, presenta la candidatura de Aurelio Suárez del Moir que en nada se diferencia del proyecto político de Luis Eduardo Garzón (hoy con Peñalosa) o del de Samuel Moreno (hoy enjuiciado por corrupción). Fuera de los programas asistencialistas para contener la inconformidad de los más pobres, los planes económicos, políticos y sociales de Polo para Bogotá han estado al servicio de los proyectos estratégicos de la burguesía y el imperialismo. .
De igual manera aparece el Movimiento Progresista de Gustavo Petro como un intento de ocupar el lugar del Polo Democrático en el régimen político, es decir, de administración de la crisis social que genera el capitalismo. Lo que el progresismo ofrece a la burguesía es una mayor eficacia en la ejecución de sus proyectos, y a los pobres promesas.
Por otra parte, en muchas ciudades del país se presentan los llamados candidatos ‘independientes’, con grandes campañas de recolección de firmas y que se presentan como defensores de ‘propuestas ciudadanas’. En pasadas elecciones se eligieron por esta vía a Sergio Fajardo en Medellín y a Judith Pinedo en Cartagena, por ejemplo. Estas candidaturas aparecen en regiones donde la crisis social es grave y donde los partidos son expresiones de mafias locales, lo que obliga a la burguesía a prescindir de sus partidos y a crear una figura que pueda cumplir con la tarea de administrar los recursos públicos a favor de sus intereses (obras públicas para el comercio, legislación a favor de los empresarios y formas de control y represión de la protesta social).
Votar en blanco
Por todo lo anterior hacemos un llamado a hacer campañas por el voto en blanco, en especial a los militantes y simpatizantes del Polo Democrático, de los progresistas, de los independientes y a los trabajadores que han confiado en las últimas elecciones en estas expresiones políticas. Porque ninguna de estas administraciones ha estado al servicio de la movilización y la organización de los sectores que luchan, sino que al contrario ponen esas luchas al servicio de sus intereses electorales.
De igual manera, debemos exigir el derecho a participación de las minorías políticas, porque las reformas políticas adelantadas hasta el momento con el pretexto de evitar la proliferación de candidaturas clientelistas sólo han servido para eliminar a las minorías políticas del mapa electoral en Colombia.
En recientes disposiciones (septiembre 11) el Consejo Nacional Electoral intenta reglamentar unas supuestas garantías de reposición de dineros para quienes llaman a votar en blanco exigiendo iguales requisitos que se si inscribiesen candidatos. Nuestro llamado a votar en blanco constituye un rechazo absoluto y completo al sistema electoral colombiano, a todas sus antidemocráticas reglamentaciones actuales. Por ello no intentaremos inscribir ningún Comité por Voto en blanco ni respaldamos a ninguno que lo haya hecho.