Unidad de la Izquierda ¿dónde están las diferencias?
La carta del congresista Iván Cepeda abrió una discusión que se había abandonado desde el fracaso del Polo Democrático: la unidad de la izquierda. Y son dos hechos los que vuelven a poner el tema de la unidad al centro de los diálogos entre las distintas organizaciones: el lento avance del proceso de paz con las FARC y las elecciones legislativas que se realizarán en 2014.
Un umbral que aumentaría al 3% para el año entrante y que pone en peligro la presencia parlamentaria del Polo Democrático y los Progresistas e incluso la eventual participación de la Unión patriótica y un proceso de paz en el que se pueden definir nuevas reglas de juego para la participación política de la insurgencia, presionan a la izquierda a volver a hablar de unidad.
Pero esta unidad tiene varios escollos: los cálculos electorales, las expectativas del proceso de paz y las reglas de juego, cuyo posible cambio amenaza a la Unidad Nacional con una desbandada hacia el Centro Democrático de Uribe Vélez.
Y como telón de fondo de esta nueva encrucijada de la izquierda en Colombia están las diferencias programáticas entre una izquierda reformista, que desconoce que vivimos en una sociedad dividida en clases sociales, con intereses antagónicos; que ha optado bien sea por la lucha armada o por la lucha electoral con un programa de conciliación de clases y de alianzas con sectores burgueses, y la necesidad de construir una izquierda revolucionaria con un programa de defensa de la clase obrera y los sectores populares con independencia de clase y con la movilización como herramienta de lucha.
Cartas a Cepeda
El diario El espectador en su artículo ‘Ecos a la propuesta de Iván Cepeda. A unir la izquierda’ reúne distintas opiniones: Piedad Córdoba que llama a sectores más allá de la izquierda como el movimiento social y las Fuerzas Militares, Navarro Wolff que plantea una confluencia más amplia con sectores de los verdes y liberales que no están en la Unidad Nacional y el Centro Democrático, el Partido Comunista que propone “explorar el alcance de esa unidad política y plantear un programa para buscar la coincidencia de ideas de todas las fuerzas” y Clara López que respalda la Carta de Iván Cepeda pero que aclara que no es una iniciativa individual sino una política del partido.
Por otra parte, País Común, que en el lanzamiento de la candidatura presidencial de Feliciano Valencia planteó la necesidad de buscar la unidad “más allá de la izquierda”, acepta la Carta de Cepeda ubicándola en su dimensión electoral: “Nosotros pensamos que es urgente que todas las personas y sectores a quien dirige su carta, y a otras a las que se pueda ampliar este diálogo político, demandemos al gobierno nacional una solución jurídica y política inmediata al bloqueo material en que nos encontramos para participar en política. Es de suma gravedad para la democracia que en este momento las agrupaciones políticas no puedan participar en elecciones al Congreso por causa del umbral electoral”.
El Congreso de los Pueblos manifiesta a Cepeda su disposición de buscar “alternativas del campo popular colombiano para lograr la paz y la vida digna” y concluye con su propuesta para construir el Movimiento Social por la Paz. Desde el Polo Democrático, Carlos Bula y Jorge Robledo se han distanciado de la propuesta ‘unitaria’. Bula en carta abierta señaló que Cepeda intenta dividir al Polo Democrático y saltar por encima de lo aprobado en su Congreso de buscar una ‘convergencia democrática’ con los sectores que expulsó en el mismo evento.
En el portal Palabras al Margen, Fernanda Espinosa en su texto ‘¿Es posible la unidad?’ analiza las distintas reacciones a la Carta de Cepeda concluyendo que el problema de la unidad de la izquierda en Colombia es ‘intrínseco’ e invoca la frase de Camilo Torres Restrepo: “Para realizar la unión de los revolucionarios debemos insistir en todo lo que nos une y prescindir de todo lo que nos separa”.
Lo que nos une, lo que nos separa
Prescindir de los que nos separa es dejar a un lado discusiones acerca de por cual sociedad luchamos. No es la misma sociedad por la que aboga el MOIR, en la que la burguesía nacional tenga protección para desarrollar su mercado interno, que la que defendemos los socialistas, de abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Por tanto, no son las mismas alianzas las que podemos tener: en la lucha de los corteros de caña nosotros defendemos los derechos de los trabajadores y ellos buscan mejorar el precio que los ingenios pagan a los empresarios de la caña por la tonelada.
No es sutil la diferencia con las organizaciones de izquierda que han desarrollado la lucha armada dificultando la construcción de organizaciones de masas democráticas. Ni han sido menores las diferencias con el Partido Comunista en su táctica electoral que privilegia las alianzas con sectores democráticos de la burguesía y que los ha llevado a participar de gobiernos como los de Lucho Garzón y la Familia Moreno Rojas.
Esto que nos separa no es un problema menor y no implica que no podamos tener unidad de acción en las luchas, pero nos muestra que la discusión programática de la unidad de la izquierda no puede prescindir de lo que nos separa.
Mecánica política
Además de los problemas programáticos de la izquierda, está la mecánica política, pues en 2009 la reforma política determinó que en 2014 el umbral subiría del 2% al 3%, que implica la necesidad de tener entre 400 mil y 500 mil votos para acceder a las curules parlamentarias.
Por ello, la mayoría de las organizaciones de izquierda y las agrupaciones electorales que se ubican en la socialdemocracia – sectores del liberalismo, los verdes y los progresistas – han planteado la necesidad de hacer un frente electoral al estilo del Polo Democrático, creado para afrontar el umbral del 2%.
El MOIR, convencido de que puede sacar réditos electorales de las luchas sociales y dueño de la personería jurídica del Polo Democrático, se ha negado a estas reformas pues Luis Carlos Avellaneda, Jorge Guevara y Camilo Romero podrían llevar sus votos a Progresistas. Pero el panorama se le ha complicado con la restitución de la personería de la Unión Patriótica, organización en la que podrían estar congresistas como Iván Cepeda y Gloria Inés Ramírez o en torno a la cual se podría hacer otra coalición electoral que disputara los votos del Polo Democrático.
El embrujo unitario
No puede existir unidad de izquierda sin saldar el problema programático, es decir, si la unidad es entre los trabajadores, campesinos y sectores populares para destruir el actual sistema capitalista o si la unidad es con sectores ‘democráticos’ para reformar el ‘modelo’ neoliberal.
La unidad es necesaria pero debe surgir en torno a las organizaciones y a las luchas de los trabajadores y las masas ¿de qué sirve la unidad electoral si no es posible la unidad de la izquierda en la CUT? ¿de qué respeto a las minorías hablamos si esas mismas organizaciones de izquierda que lo exigen en la institucionalidad burguesa aplastan a las minorías en Fecode, la CUT y la MANE?
Para que la unidad no sea un nuevo embrujo es necesario ponernos de acuerdo en la unificación de las luchas sociales, en la construcción de organizaciones democráticas de los trabajadores y los sectores populares y en la necesidad de un programa de independencia de clase.