PST Colombia

Partido Socialista de los Trabajadores

El gobierno de Santos: Arreglando las cargas

Con el fracaso de su contrarreforma a la Justicia el gobierno de Juan Manuel Santos incrementó el desprestigio del Congreso de la República, monopolizado por la Unidad Nacional, y las encuestas de popularidad del Presidente entraron en barrena. Para resanar las fisuras Santos pidió la renuncia protocolaria a todos sus ministros, barajó de nuevo y volvió a dar. Porque la gobernabilidad en Colombia es cuestión de saber repartir la torta del Estado.
El Ministro de Hacienda fue remplazado por el Ministro de Minas, una ratificación de que se garantizará las mejores condiciones a las transnacionales mineras que se han lanzado a depredar los recursos naturales. La “reprimarización” de la economía amenaza con la quiebra de otros sectores burgueses, como cafeteros, arroceros y lecheros que, de diversas maneras, han salido a protestar. Eso tiene sin cuidado a Santos, pero le quita el sueño a Jorge Robledo, senador del Polo, quien encabeza la defensa de la reaccionaria “burguesía nacional”. Pero mientras los indicadores económicos sigan siendo favorables, el gobierno de Santos podrá seguir arreglando las cargas.
Presionado por Uribe, el gobierno ha revelado las negociaciones secretas que adelanta en Cuba con las Farc. Se abre así un nuevo capítulo en el conflicto armado colombiano. El curso de esas negociaciones afectará el porvenir de las luchas de los trabajadores y los pobres del país. “La negociación política del conflicto social y armado”, eje político de la Marcha Patriótica, es la que ha fracturado nuevamente al Polo Democrático Alternativo, e incide, entre otros factores, en los realineamientos organizativos sindicales. Estos sectores políticos siempre han subordinado las luchas sociales a sus proyectos electorales o las han utilizado como mecanismo de presión en la concertación con el gobierno y no para obtener los objetivos que reclaman los trabajadores. Ahora trasladan su crisis a las organizaciones de masas, convirtiéndose otra vez en un obstáculo para la unidad de los sectores en conflicto.

Pero las luchas continúan
Aunque los choques en las alturas del poder aún no desencadenan una crisis que ponga en riesgo al autoritario régimen colombiano, eso no significa que por abajo no rueden piedras. La lucha ejemplar de los indígenas del Cauca obligó al propio Santos a hacerse presente ante los Nasa. Eso sí, no se comprometió a resolver ninguna de sus demandas; en cambio se anunció una contrarreforma al mecanismo de Consulta Previa a las comunidades, para facilitar las actividades de las empresas mineras. El conflicto sigue en pie.
En el otro extremo del país, los obreros de Fenoco paralizaron la locomotora del carbón exigiendo incrementos salariales, pero el gobierno y la patronal maniobraron, a través de un sindicato patronal, para imponer un tribunal de arbitramento. También se encuentran en huelga los trabajadores de la Jagua y los portuarios de Buenaventura.
La protesta indígena y obrera ha coincidido en el pasado reciente con el rechazo de los pobladores de las regiones afectadas por los proyectos mineros, a la construcción de hidroeléctricas o la entrega de grandes extensiones de tierras para cultivos destinados a los agrocombustibles. Es la oportunidad de unificar las resistencias y enfrentar el plan de conjunto de Santos que se ha profundizado con la puesta en marcha del TLC.
Del 8 al 12 de octubre, coincidiendo con la tradicional fecha de protesta indígena, se está promoviendo una “semana de indignación”. La Marcha Patriótica por su parte venía impulsando un Paro Nacional para el 12 de octubre. La Coordinadora de Movimientos y Organizaciones Políticas y Sociales de Colombia ha acogido estas propuestas. El peligro es que estas jornadas se limiten a ser una convocatoria burocrática que no se corresponda con el movimiento real de los sectores sociales en conflicto.
Todas las direcciones sindicales y populares influenciadas por el Polo están atravesadas por el enfrentamiento entre el Partido Comunista y el Moir. De otro lado la Marcha Patriótica decreta un Paro Nacional sin tener en cuenta al movimiento sindical sobre el que tiene escasa influencia. El Congreso de los Pueblos es una heterogénea confluencia de “procesos organizativos” de desigual representatividad. La Mesa Amplia Nacional Estudiantil, que unificó la masiva lucha universitaria del año pasado, se encuentra paralizada por su estrategia de redactar un proyecto de ley y fracturada por la crisis del Polo y los planes de la Marcha. Ahora llama a rechazar “el conejo” que les quiere meter Santos. La Minga Indígena, que dio un ejemplo de vitalidad en 2008, no parece postularse como catalizador, a pesar de la necesidad de hacer respetar el derecho a la autodeterminación de las comunidades originarias.
Por eso, si se quiere garantizar un movimiento de protesta exitoso es indispensable acudir a las bases y realizar un masivo encuentro unitario obrero, campesino, indígena, estudiantil y popular que permita centralizar todas las iniciativas, aprobar un pliego de exigencias al gobierno y definir un plan de acción que arranque de coordinar las luchas en curso y convocar a todos los afectados por los planes de Santos-Obama a movilizarse en octubre.