Colombia en el 2012: Calma temporal con huracanes a la vista
La tormenta mundial está en curso y se acelera
La crisis económica del conjunto del capitalismo mundial es el factor preponderante en la dinamización de los enfrentamientos y lucha de clases en todos los países.
Las penurias de las masas, el aumento en los precios de los alimentos, el desempleo masivo que golpea inmisericordemente a toda la población –en especial a la juventud–, están en la base de los alzamientos revolucionarios que se dieron en el norte de África en 2011. En ellos se combinó en forma explosiva la exigencia de libertades democráticas, negadas sistemáticamente durante décadas por los regímenes dictatoriales.
En Europa, igualmente, este elemento ha sido determinante en las masivas movilizaciones, en la conformación de nuevos movimientos como los Indignados en España, en la realización de constantes huelgas generales en Grecia, en la caída de gobiernos que hasta hace pocos años o meses contaban con un significativo apoyo de masas.
En otros continentes, a diversos ritmos, acontecen procesos similares. En Estados Unidos comenzaron a darse importantes movimientos de trabajadores de la administración pública en diversos estados, resistiendo las políticas de recorte. Las masas nigerianas, país con gran producción petrolera, saludaron el 2012 con una huelga general de más de cuatro días de duración contra la decisión del gobierno de eliminar los subsidios a los combustibles.
En síntesis, los países que parecieran a primera vista estar disfrutando de una relativa calma como son varios de América Latina, entre ellos Colombia, están en realidad rodeados por los cuatro costados de frentes de tormenta y vientos huracanados ante los cuales las burguesías locales intentan adoptar diversas medidas de protección.
Intentando “blindarse”
El gobierno Santos, plenamente consciente del entorno internacional, de la profunda dependencia de la economía colombiana del mismo, busca cerrar puertas y ventanas, adoptando las más diversas medidas y políticas, para salvaguardarse del embate del huracán.
Algunas de estas medidas ya venían desde el gobierno Uribe. En primer lugar, existe la decisión de entregar al saqueo de las multinacionales dedicadas al negocio agrícola y de gran minería todo el territorio nacional. La política se sintetiza en los más variados incentivos y prebendas a la inversión extranjera, logrando llevar esta a niveles nunca antes logrados (arriba de 13.000 millones de dólares el año anterior).
Al lado de ello se adoptan medidas de manejo económico que permiten concentrar enormes recursos en los sectores que la burguesía quiere defender a toda costa. Lo demás… ¡que se lo lleve el viento! En ese sentido está la firma ya lograda o los tratados en negociación con Estados Unidos, Canadá, la Unión Europa, Turquía, Corea del Sur, etc. Igual objetivo cumple la aprobación de la regla fiscal o el control sobre la distribución de las regalías por explotación de recursos minerales y petróleo así como la discusión en curso sobre una nueva elevación de la edad para pensión.
Todas las anteriores medidas y otro conjunto de condiciones favorables le han permitido a la burguesía tener una relativa calma, con una economía que sobreagua en medio de los remolinos vertiginosos de la economía mundial, obteniendo jugosas ganancias y significativos crecimientos en algunos sectores, pero sobre la cual puede desatarse el temporal en forma más o menos imprevista.
Unidad nacional… para aguantar la crisis
La política de unidad nacional que le ha permitido al gobierno Santos rodearse del apoyo de la enorme mayoría de expresiones políticas es ante todo una política preventiva. Se trata de conformar un colchón político y social que permita adoptar las medidas de manejo necesarias; buscando que las multinacionales, banqueros, industriales, comerciantes y toda la mayoría de sectores de los explotadores salgan lo mejor librados.
Para adoptar estas medidas es decisivo lograr un conjunto de acuerdos entre los variados sectores burgueses, conciliando diversos intereses, buscando la renuncia a algunos de ellos –si son secundarios. Por eso la búsqueda de acuerdos con las “altas cortes”, el intento de “inmunidad a los militares”, modificando el fuero militar, etc.
A la vez, se trata de que no se desate prematuramente un enfrentamiento social significativo. Ello obliga a una política de “concertación”, “acuerdo”, “negociación” con las direcciones que ejercen un control sobre los sectores que podrían resistirse a ella. El símbolo de esta política es la Vicepresidencia de Angelino Garzón, el apoyo de la CGTD y su presidente Julio Roberto Gómez a los planes del gobierno, la entrega desvergonzada que significó la firma por parte de la alta dirección de la CUT del aumento del salario mínimo, etc.
La olla sigue hirviendo… ¡y la presión aumentará!
Pero el proceso es inexorable. Las multinacionales realizan inversiones por 13.000 millones de dólares pero retiran en dividendos y utilidades el mismo año más de 10.500 millones. ¡El negocio es bueno… pero alguien lo está pagando!
Por un lado, quienes lo están pagando con sudor y miseria son miles de trabajadores. La mejor muestra de ello las luchas de los 12.000 petroleros de Pacific Rubiales el año anterior, defendiéndose de condiciones de trabajo que rayan en la esclavitud. O las luchas de los trabajadores palmeros de Puerto Wilches. Y al mismo tiempo que ellos, miles de trabajadores, en forma molecular, dispersa, intentan organizarse en decenas de sindicatos para defenderse de la voracidad patronal que ha llegado a límites insospechados.
Otra de las mayores expresiones de ese aumento de la presión en la olla social fue el movimiento estudiantil del semestre pasado que obligó a gobierno a recular temporalmente en su plan de entregar todo el sistema educativo a la voracidad del capital privado nacional e internacional, con el proyecto de “universidades con ánimo de lucro”.
El futuro depende de…
La lucha social no se rige por ecuaciones matemáticas cuya solución permita anunciar con plena exactitud el resultado. La lucha social, por su propia definición, es una batalla, un enfrentamiento, una confrontación en medio de la cual lo fundamental y decisivo es reconocer que se mueven y actúan intereses distintos, completamente antagónicos.
Actualmente, y cada día en forma más intensa, esos intereses chocan a diario, produciendo decenas de enfrentamientos y luchas, que a veces se traducen en huelgas, manifestaciones y diversas confrontaciones. Se trata de actuar en medio de ellas, de conscientemente intentar aglutinarlas, unificarlas, centralizarlas, para producir un solo haz de luchas que unifiquen sus exigencias y avancen en un movimiento unificado por la conquista de las mismas.
Que este proceso conduzca rápidamente a una confrontación masiva a nivel nacional con los planes del gobierno depende de muchos otros factores. Entre ellos es decisivo el de la dirección política y sindical de los trabajadores.
El reformismo y los conciliadores de toda laya, igual que la burguesía con su discurso ideológico, no se cansan en repetir día y noche que estamos en el mismo barco, que tenemos intereses similares, que a todos nos interesa que “el país” salga lo mejor librado posible. La realidad cotidiana le enseña a quien quiera aprender de ella todo lo contrario. Los intereses de los trabajadores, de la amplia masa de la población, del campesinado pobre, de todos los explotados y oprimidos son opuestos por el vértice a los de los detentadores del poder.
Este primer reconocimiento es básico. Mientras las direcciones de las organizaciones sindicales y políticas que supuestamente defienden los intereses de los trabajadores no lo asuman la burguesía y los explotadores tendrán amplio campo abierto para sus planes y políticas.
La experiencia pasada ha mostrado, hasta la saciedad, que el Polo Democrático Alternativo, que llegó a contar con amplio apoyo político entre grandes franjas de trabajadores y sectores populares, no es una opción para orientar las luchas que se ven obligados a desarrollar los trabajadores.
El Polo Democrático Alternativo es un partido completamente integrado al régimen político colombiano, cuyo interés fundamental es defender sus puestos parlamentarios y alcaldías locales, vegetar de la burocracia que a través de ello logran controlar y mantener cautivos, al servicio de sus actividades electorales, a algunas franjas de “clientela” como el magisterio. Los componentes fundamentales del Polo, el Partido Comunista Colombiano y el Moir, son los directos responsables de esta orientación política del mismo que de nada sirve a los trabajadores del país. La mejor expresión de su absoluta crisis la constituye la pasada alcaldía de Samuel Moreno Rojas. Para una orientación de lucha y movilización, salvo una modificación absoluta de su actual orientación política, con el Polo no se puede contar.
De los “Progresistas” de Petro ni hablar. Representan las ansias reformistas de una pequeña burguesía urbana que, amenazada por la crisis, mientras ella aún no se ha profundizado suficientemente, se hace la vana ilusión de que es posible equilibrar los intereses de la burguesía y el imperialismo con los de los trabajadores. Cuando la crisis se profundice dicha pequeña burguesía reventará como buñuelo en aceite caliente. Una parte saldrá disparada a entregarse en brazos de la gran burguesía convirtiéndose en expresiones directamente fascistas. Otra parte mirará hacia las opciones revolucionarias siempre y cuando ellas sean capaces de postularse como una real opción de lucha y movilización.
Las tareas inmediatas
Las tareas inmediatas que debemos proponernos desde el campo revolucionario están relacionadas con el impulso, respaldo y contribución a que las luchas parciales y sectoriales ganen una centralización y unificación cada vez mayor; buscando que se constituyan en un hecho nacional. El movimiento estudiantil con sus luchas del año anterior mostró que, a pesar de las debilidades de la dirección del mismo, ello era posible. Las luchas regionales de las universidades confluyeron, exasperadas por el ataque del gobierno al presentar su proyecto de ley, en un gran movimiento nacional que obligó a un retroceso temporal del gobierno.
En forma similar se debe plantear el movimiento obrero. La participación en cualquier lucha sectorial siempre debe estar animada por la búsqueda de su extensión y coordinación con otras luchas.
Al calor de este proceso debemos plantear abiertamente la imperiosa necesidad de avanzar en la construcción de una organización política revolucionaria . Sin una organización que plantee abierta y directamente que el único camino para salir del atolladero al cual la crisis económica nos conduce es plantearse el problema del poder político para poder adoptar las medidas económicas y sociales necesarias para superar dicho atolladero, todas las luchas parciales, por importantes que ellas sean, se irán desvaneciendo y perdiendo fuerza, luego de episodios heroicos de miles de trabajadores. El PST es un instrumento de esta batalla. A su fortalecimiento inmediato convocamos a todo obrero o trabajador consciente y en dicho fortalecimiento estamos comprometidos.