Guerra y negociación El dilema de las FARC y las armas del gobierno
Por un lado, el presidente Santos y los altos mandos de las Fuerzas Armadas repiten casi constantemente que le están “resoplando” en la nuca a Alfonso Cano, que cada día estrechan más el cerco a su alrededor. En respuesta las FARC desatan una ofensiva de acciones militares en diversas poblaciones del país.
Por el otro lado, varios altos jerarcas de la Iglesia católica, los ex guerrilleros del tipo Navarro Wolf y Petro, presidentes de otros países como Chávez o Evo Morales, hacen llamados de diversa índole para que las FARC abran un espacio de negociación y diálogo, que conduzca a una salida política al conflicto y a un renuncia a la opción armada, transformando los fusiles en la “poderosa arma” del voto. El Secretariado de las FARC, en respuesta, anuncia por intermedio de Piedad Córdoba la liberación de varios o la totalidad (está por verse) de los “retenidos” (“secuestrados” según el gobierno y los grandes medios de comunicación). A la vez, Alfonso Cano concede entrevistas en las cuales todo brilla menos el ataque a las políticas y planes de Santos, tácticamente dando a entender que este sería un gobierno con el cual es factible un proceso de negociación.
Piezas de distinto valor
Si bien no se trata de un amistoso juego de mesa, puede hacerse la analogía. Descriptivamente el ajedrez es el que mejor simula los enfrentamientos militares. Es necesario entonces intentar analizar el valor de las piezas y posiciones relativas de cada una de ellas para intentar predecir la continuidad y resultado del enfrentamiento.
En primer lugar el gobierno Santos cerró casi completamente el espacio internacional que habían logrado las FARC en el vecindario, especialmente en Venezuela y Ecuador. Con las nuevas relaciones con los presidentes Chávez y Correa, con María Emma en la Secretaría General de la Unasur, sin “retenidos” de interés internacional debido a la pérdida de los norteamericanos y de Ingrid, las FARC perdieron muchísima movilidad política, logística e incluso militar en esa parte del tablero.
Un elemento determinante de este “cerramiento” internacional a las FARC lo constituyen los cambios políticos del gobierno norteamericano, con el ascenso de Obama. El gobierno Santos empalma muchísimo mejor con las políticas de la administración Obama que el gobierno de Uribe en su final. Uribe, en sus dos gobiernos, fue fiel expresión y prácticamente ventrílocuo de las orientaciones de la pasada administración Bush. Ello le abrió un espacio de “simpatía” a las FARC en varios de los países vecinos cuyos gobiernos tuvieron diferencias con tal administración. Se podría decir que las FARC están “cercadas” en Colombia. Y eso, políticamente, para una organización guerrillera, es un factor negativo muy grande.
¿Buscando una final?
Se puede afirmar que a una parte de la burguesía colombiana, la ligada al aparato militar y a sectores de terratenientes le ha beneficiado el que la “partida” del enfrentamiento con las FARC haya tardado tantas décadas. En gran medida están convencidos de la escasísima probabilidad de que las FARC “conquiste” el poder a través del enfrentamiento militar. Pero su existencia les permite justificar el enorme tamaño del aparato represivo que utilizan, a discreción, contra la población para controlar cualquier otra manifestación de descontento social.
Sin embargo, desde tiempo atrás, otro importante sector de la burguesía y el imperialismo ha llegado al convencimiento de que es imposible colocar en “jaque mate” total a una guerrilla como la colombiana. Por ello ha preconizado en forma más o menos permanente realizar una combinación de presión militar sistemática conjugada con la posibilidad de búsqueda de una negociación. El gobierno Santos parece expresar nítidamente esta opción.
Demostrando capacidad
Las FARC, por su parte, se aferran a una capacidad militar y logística construida durante años. Se nutre constantemente del rechazo a las condiciones sociales de miseria que predominan en las zonas en las cuales mantiene la mayor parte de su capacidad militar y en las zonas pobres de las grandes ciudades. Esa es su fortaleza fundamental, actualmente.
Sus propuestas programáticas, si bien chocan con intereses de algunas franjas burguesas, no establecen una contradicción absolutamente antagónica con la existencia y desarrollo del capitalismo colombiano –que es lo que le interesa a la enorme mayoría de la burguesía y al imperialismo--.
Víctimas de su propia concepción programática, el manejo político del gobierno Santos hace que la confrontación con el régimen político absolutamente reaccionario y represivo parezca perder importancia. No es lo mismo el choque con un gobierno como el de Uribe.
Pero, a la hora de buscar un “final en tablas” es decisivo demostrar al contendor que no tiene ninguna posibilidad de obtener un triunfo breve o contundente. Y en la política y en la guerra el tiempo cuenta de manera decisiva. Parece probable, entonces, que próximamente se comience a formalizar un escenario en el cual la búsqueda de una negociación para el final de la partida esté nuevamente planteado.