Una respuesta al PUP acerca de santistas, uribistas y bolcheviques
Los compañeros de Poder y Unidad Popular, PUP, que impulsan la lista del Polo Democrático al Congreso de la República, escribieron un artículo titulado ‘Santistas, uribistas y bolcheviques’ en respuesta al artículo ‘División de la izquierda: ¿santistas y uribistas?’ de mi autoría.
PUP señala en principio que el texto tiene tres ‘ligerezas’ que atribuyen a la falta de conocimiento de las organizaciones de izquierda y sus dinámicas. Resumo las tres ligerezas señaladas:
1. Desconocimiento de las reuniones donde se vienen haciendo estos acuerdos que van desde la coordinación de acciones hasta discusiones estratégicas sobre la unidad de la izquierda, pasando por reuniones sobre táctica electoral.
2. Confusión respecto al carácter de organizaciones como la Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos que se plantean como plataformas de lucha social por la paz y no como plataformas electorales.
3. Pretensión de posicionar el Voto en Blanco – especie de carro ‘victorioso’ al que el PST se ha subido – a costas de señalar al resto de la izquierda como santistas y uribistas.
El oportunismo y los ‘prejuicios puristas’
Como PST no hemos participado de estas reuniones pero hemos hecho seguimiento a las distintas iniciativas y hemos estado presentes en los distintos espacios de convergencia de las luchas sociales desde la Gran Coalición Democrática hasta la Coordinadora de Movimientos Sociales y Políticos. Por ello, en julio de 2013 publicamos un artículo llamado ‘Unidad de la izquierda: ¿dónde están las diferencias?’ a raíz de la carta en la que Iván Cepeda aboga por la misma en el que se señala que la unidad no es problema menor y que no se salda con un acuerdo electoral, que hay diferencias programáticas que expresan incluso contradicciones de clase, como es el caso del MOIR, que defiende a los intereses de la burguesía nacional por encima de los intereses de los trabajadores:
“No puede existir unidad de izquierda sin saldar el problema programático, es decir, si la unidad es entre los trabajadores, campesinos y sectores populares para destruir el actual sistema capitalista o si la unidad es con sectores ‘democráticos’ para reformar el ‘modelo’ neoliberal”.
Y es que no nos puede extrañar que el MOIR, que ejerce dominio político en el Polo Democrático, expulse al Partido Comunista por integrarse a Marcha Patriótica y seis meses después lo llame a una alianza, sobre la base de discutir la expulsión y establecer un nuevo acuerdo. Pero no es eso lo que estaba al centro de ese ‘nuevo acuerdo’ que nunca se dio, sino el inminente aumento del umbral electoral ¿o es que la eventual alianza presidencial entre Clara López Obregón y Aída Avella está hecha de otra materia? Eso se llama – por odiosa que sea la palabra – oportunismo.
Las ‘plataformas de paz’
La segunda ligereza tiene que ver con la naturaleza del Congreso de los Pueblos y la Marcha Patriótica. Se debe admitir que no es fácil abordar esta discusión pero podemos manifestar que son plataformas sociales que tiene como objetivo luchar por el proceso de paz. Que intentaron incluso actuar coordinadamente en la Ruta Social Común por la Paz, intento que sufrió varios reveses por los intereses específicos de cada uno frente a lo que deben ser los procesos de diálogo entre las guerrillas y el Estado.
Pero decir que no tienen intereses electorales es al menos insultar nuestras precarias inteligencias. Otra cosa es que las fuerzas que se mueven a su interior no hayan sido capaces de establecer estos acuerdos, que Piedad Córdoba impulse a su hijo desde el Partido Liberal, otros voten en blanco y otros se sumen a la Alianza Verde; o que País Común haya lanzado la candidatura electoral de Feliciano Valencia unos días antes del evento del Congreso de los Pueblos y haya tenido que salir de su dirección y que hoy estas fuerzas estén unas con Castilla, otras con Cepeda y otras con el Voto en Blanco.
No es fácil de armar el rompecabezas, pero tampoco es tan difícil entender qué organizaciones hegemonizan políticamente estas plataformas y los intereses que mueven estos acuerdos y desacuerdos.
Santismo y uribismo
El PUP manifiesta que “la forzada disyuntiva entre el uribismo y el santismo, lugar sensible del discurso político, que solo es entendible porque pretende posicionar el voto en blanco como única alternativa: si la izquierda en su acción no es alternativa puesto que se divide entre santistas y uribistas”. Pero lo que dice el texto es que son estos sectores los que “se acusan mutuamente de ser santistas y uribistas”.
Basta recordar que en plena crisis de la Alcaldía de Gustavo Petro, cuando Santos invita a Piedad Córdoba, Antonio Navarro, Iván Cepeda y Carlos Lozano a Palacio, el Senador Robledo manifiesta que en la izquierda hay un ‘santismo solapado’. Igual sucedió cuando Robledo llamó a una alianza al ganadero José Félix Laforie contra el TLC con Corea.
Así las cosas, las ‘ligerezas’ no salieron de la ingenuidad y el desconocimiento del autor, sino de un sinnúmero de declaraciones públicas de la dirigencia de la izquierda.
En cuanto al voto en blanco, el PST ha defendido esta táctica electoral desde hace varias elecciones por el cierre de los espacios políticos para las minorías – auspiciado por el Polo Democrático - como una protesta contra el régimen político. No creemos que vaya a llegar a las cifras que señalan las encuestas, pero creemos que hoy el voto en blanco expresa pequeños procesos a lo largo del país que se desencantaron de las olas amarillas y las olas verdes en las que confiaron y de las cuales sólo han recibido decepciones, como la de la Alcaldía de Bogotá de la Familia Moreno en la cual participaron abierta o soterradamente todas las fuerzas que hoy aspiran a una curul en el Congreso de la República.
No nos subimos a carros victoriosos, sería lo más fácil apoyar una candidatura ‘democrática’, negociar un puesto de asesor y acceder a una parte de la dieta parlamentaria, pero intentamos ser coherentes con nuestro programa y nuestros principios, en eso somos bolcheviques.
La crisis… nuestra crisis
No desconocemos nuestra crisis, no desconocemos lo difícil que ha sido construir un partido de los trabajadores, que haga política educando, en un país en el que la lucha guerrillera y el estalinismo han dirigido el movimiento de masas, conduciendo al campesinado, a los trabajadores y a los sectores populares a una derrota histórica. Esa derrota también es nuestra.
Pero asistimos a un período en el que la lucha guerrillera ha entrado en una fase terminal, entregando banderas como la reforma agraria a cambio de unas reservas campesinas y la lucha por un régimen democrático a cambio de una curules. Para no hablar del estruendoso fracaso del Polo Democrático como proceso de unidad de la izquierda. En ambos casos lo que fracasó fue la conciliación de clases y la posibilidad de construir organizaciones democráticas de la clase trabajadora y los sectores populares con esa política, lo que fracasó fue la instrumentalización de los movimientos sociales con fines militares o electorales.
No somos los únicos revolucionarios ni aspiramos a la unidad en torno a nuestro programa, pero creemos que estaríamos en una situación distinta si las fuerzas de izquierda del país le apostaran a la unidad en las luchas. Los compañeros del PUP podrán recordar que durante el Paro Nacional Estudiantil impulsamos la creación de una organización democrática de los estudiantes, para cuando el movimiento bajara no quedaran solo los 25 voceros de las cinco fuerzas políticas encerrados haciendo una ley a espaldas de los estudiantes y que durante el Paro Agrario luchamos para que la Fecode adelantara el Paro del Magisterio. Allí estuvimos con nuestras pequeñas fuerzas, buscando la unidad en las luchas, pero los intereses de las burocracias sociales y sindicales que militan en la izquierda no lo permitieron. Esa derrota también la asumimos.
Pero si la izquierda se decidiera a hacer un frente de izquierda, sin alianzas con sectores burgueses, podríamos discutir – aunque a algunos les parezca caduco – un programa de lucha contra el régimen. Pero la izquierda apuesta hoy a llegar al Congreso de la República haciendo parte de cualquier lista, sin programas ni principios.
Por último, debo agradecer la respuesta del PUP, aunque tenga divergencias con los que expresa, en un país donde no hay tradición en la izquierda de hacer discusiones políticas.