PST Colombia

Partido Socialista de los Trabajadores

Un diálogo franco al servicio de las luchas obreras y populares

A propósito del lanzamiento del movimiento político Marcha Patriótica y la constitución de su Consejo Patriótico Nacional

Compañeros de la Dirección del Movimiento Marcha Patriótica e integrantes de todas las organizaciones y movimientos que participan de la misma.
Queremos continuar por este medio el diálogo que iniciamos hace pocas semanas entre la dirección del PST y el Comité Político de la Marcha Patriótica.
Saludamos la actitud de la dirección de la Marcha Patriótica al invitarnos a iniciar este diálogo, habiéndose realizado una primera reunión de intercambio. Por nuestra parte haremos todos los esfuerzos para profundizarlo y desarrollarlo. Un diálogo y discusión francos sobre diversos aspectos políticos, programáticos o ideológicos, llevado a cabo con altura, es altamente conveniente en el momento actual.
Ese diálogo es casi indispensable para tratar de encontrar los mejores caminos en la unidad para la lucha por la defensa de los derechos democráticos, las reivindicaciones y soluciones de las necesidades del conjunto de explotados y oprimidos del país (obreros, trabajadores en general, campesinos pobres, estudiantes, comunidades indígenas y afrocolombianas, etc.). Por ello lo haremos tanto en diversas reuniones o eventos como en forma abierta, pública, de cara a todos los sectores obreros, populares y al conjunto de la sociedad, buscando intensamente las coincidencias pero señalando nítidamente las diferencias.
Igualmente saludamos la actitud de la dirección de la Marcha Patriótica de iniciar este dialogo en su proceso de conformación de un “movimiento de movimientos” sin que sea condición previa la integración al mismo; entendiendo que serán las coincidencias y ubicación clara de las diferencias las que permitirán definir el marco de relaciones entre el movimiento que ustedes lanzan y el partido que durante décadas nosotros hemos luchado por construir.

Un conjunto de coincidencias generales
En los documentos que sientan las bases del Movimiento que se proponen conformar, al igual que en la reunión realizada con la Dirección, encontramos una enorme cantidad de aspectos que significan grandes coincidencias.
Esto es un aspecto que aparece como enormemente positivo y favorable para avanzar en la discusión, incluso en iniciativas comunes. Sin embargo, contiene en sí mismo un gigantesco riesgo: que su grado de generalidad sea tal que, al traducirse en respuestas a problemas concretos e inmediatos se muestre que, más allá de la visión general, subyacen interpretaciones divergentes que conducen a respuestas que, sin ser antagónicas, se muestran como claramente diferenciadas.
Asumimos el riesgo de tal situación –alertando sobre los peligros que en ella subyacen– porque consideramos que bien vale la pena hacer la experiencia y que sea la propia práctica la que determine, en cada caso concreto, el nivel de coincidencia hasta el cual puede llegarse a partir de las coincidencias generales. Bien vale la pena, entonces, intentar precisar esas coincidencias generales, así no sea en forma exhaustiva y así no sean todas.

La crisis capitalista y sus consecuencias
En su texto de convocatoria ustedes señalan: “El lanzamiento […] se da en medio de un importante y vigoroso aumento de la movilización social y popular no sólo en nuestro país sino también en diferentes latitudes del mundo, contra la crisis del capitalismo y por la generación de alternativas verdaderamente democráticas que posibiliten la existencia de sociedades justas y dignas.”
“Una vez más el capitalismo ha entrado en crisis demostrando su incapacidad estructural de resolver los problemas materiales mínimos de las mayorías, además de su ya probada esencia depredadora, que pone cada vez más en cuestión la existencia misma de nuestro planeta.”1
Señalan ustedes, igualmente, en forma correcta, como “Frente a esta crisis las clases poseedoras en el gobierno de la mayoría de los países del mundo, han salido presurosos a salvar a los bancos y al conjunto del sistema financiero, mientras que le imponen a las grandes mayorías los costos de la crisis, a través de fuertes recortes a la inversión social por parte de los Estados, promoviendo nuevas olas de privatización de la salud, la educación, el ordenamiento territorial y de mayor precarización de los derechos de los trabajadores, todo esto por supuesto acompañado de fuertes dosis de represión y de cinismo contra los reales afectados por estas medidas.”2
Profundizando en la que aparece como una coincidencia inicial de trascendental importancia queremos plantearles algunas inquietudes, en forma de preguntas o presentándoles nuestra propia visión del problema.

¿Se define la Marcha Patriótica como un Movimiento anticapitalista?
En nuestra visión programática este es un aspecto decisivo; una de las razones de nuestra existencia como partido plenamente independiente y diferenciado de muchas de las organizaciones políticas del país.
Coincidimos con ustedes en que el motor fundamental de las luchas y movilizaciones actuales en el mundo –y en Colombia– está determinado por la resistencia de las masas contra los planes de los gobiernos de descargar la crisis del capitalismo sobre los hombres de los explotados y oprimidos. Tratan de salvar así sus niveles de ganancia a costas de la miseria de millones. No nos extenderemos sobre ese diagnóstico, que es de conocimiento público. Queremos ir a la esencia de la discusión: Consideramos que hoy, no en un mediano plazo o en un futuro indeterminado, el eje que guíe estratégicamente toda la actividad de cualquier movimiento o partido realmente revolucionario está determinado por ese elemento sustancial.
En nuestro criterio, a diferencia de otros, no se trata de lograr un cambio en el “modelo” capitalista, luchando contra el “modelo neo-liberal”, logrando algunas reformas más o menos sustanciales al mismo o un ejercicio del poder político en forma más “democrática” por parte de las clases que tienen el poder económico y social. Se trata de plantear clara y abiertamente que se está contra el sistema como tal (no sólo contra un modelo del mismo) y que sólo será posible comenzar a solucionar real y definitivamente las necesidades de millones en el país y en el mundo a partir de un triunfo revolucionario que permita demoler las bases de dicho sistema de explotación capitalista y siente las bases de un nuevo régimen de existencia social: el socialismo.
No es una tarea fácil, por supuesto, pero lo que se discute no es la facilidad o dificultad de la misma: lo que se discute es si dicha tarea es decisiva, de primer orden, la que determina e ilumina todo el resto de actividades y acciones parciales que podamos desarrollar día a día. Y para un movimiento político que se postula estratégicamente “disputar el poder político del gobierno y del Estado a las actuales clases dominantes”3 es decisiva absoluta claridad en este terreno.
En la época actual la conformación de un movimiento político de cualquier índole (Movimiento de movimientos, Frente, etc.) que obvie una respuesta categórica y absoluta a este problema, que abra la posibilidad de coexistencia dentro del mismo de sectores que conscientemente defienden la estructura social capitalista y las relaciones sociales que de ella se derivan (de explotación y opresión de millones por parte de una minoría) encierra una contradicción que obliga a reducir su accionar al estrecho marco de reformas a la estructura capitalista (para mantener la unidad con quienes defienden tal estructura social) o termina víctima de esa misma contradicción.
Consideramos que las formulaciones programáticas estratégicas de la Marcha Patriótica deberían ser más explícitas al respecto. Bajando el problema a tierra, en una traducción política, a manera de ejemplo, les planteamos: el Polo Democrático Alternativo y todos sus integrantes en sus formulaciones programáticas defienden la Constitución de 1991, la cual, sin la menor duda, es una constitución en el marco de las relaciones sociales capitalistas. Es decir, el PDA es, sin la menor duda, un partido no anticapitalista. ¿Puede el PDA, con esta concepción programática, ser parte de la Marcha Patriótica? ¿No genera ello, en sí mismo, una contradicción programática insalvable?

El dominio imperialista y la lucha por la liberación nacional
Ubicamos igualmente una coincidencia importantísima con sus formulaciones respecto al dominio e injerencia imperialista en el país. No nos cabe la menor duda que, independientemente de los términos de su formulación, está al orden del día la más decidida lucha por la plena y total independencia del país del dominio político y sojuzgamiento económico de otros países.
En un marco absoluta y completamente diferente, 200 años después, el planteamiento de la lucha por la segunda independencia de América Latina tiene plena validez. Apabullados por el poder económico del imperialismo, usurpados los recursos naturales con la complicidad absoluta de las burguesías y gobiernos locales, entregadas las riquezas a las multinacionales que depredan y deterioran aceleradamente el medio ambiente, se impone impulsar en la forma más amplia y decidida la lucha social y política por lograr que la totalidad de decisiones sobre los grandes aspectos de la vida nacional estén en las manos de los propios habitantes y no se decidan en las agencias imperialistas que imponen sus dictados e intereses.
Además de la enorme cantidad de pactos políticos, militares y económicos que es necesario romper, el momento actual coloca a la orden del día un elemento decisivo, que en forma explícita no aparece formulado por ustedes en el proyecto de plataforma. Nos referimos al no pago de la deuda externa.
La deuda externa de los países de América Latina sintetiza la explotación inmisericorde que el imperialismo mundial ha ejercido durante décadas. La definición de su no pago (más allá de las tímidas propuestas de renegociación o moratoria) la consideramos la consigna que mejor sintetiza la decisión de ruptura con tales condiciones de explotación y opresión.
Ocasionalmente, por circunstancias especiales, algunos gobiernos burgueses forcejean con el imperialismo las condiciones de la deuda u otros aspectos relativos a la soberanía del país. Ello genera ilusiones en diversos sectores, encontrando en tales forcejeos una reivindicación de la independencia y soberanía nacional. Sin embargo, la situación de crisis del capitalismo ha llegado a tales niveles que las exigencias de los usureros internacionales superan todos los límites.
A modo de ejemplo: el pueblo griego afronta actualmente la subasta pública de su país y la hipoteca sobre su trabajo por los próximos 20 o 30 años, para saciar las ansias de ganancia de los bancos franceses y alemanes. El futuro de los demás países, al profundizarse la crisis capitalista, es igual o similar. La única forma de romper las ataduras con el capitalismo mundial es negando el pago de dicha deuda.
A la vez que hacen algún forcejeo con el imperialismo en algunos aspectos, distintos gobiernos burgueses no tienen empacho en continuar entregando los recursos naturales y privilegios de toda índole a las multinacionales, así argumenten que lo hacen en “condiciones más favorables”. A la vista están los planes de gran minería que, en Ecuador, Bolivia o Perú, por ejemplo, se desarrollan con acuerdo de los respectivos gobiernos y que son rechazados a través de significativas movilizaciones por las organizaciones populares y locales afectadas.
No nos referiremos extensamente, por ahora, a otros aspectos respecto a los cuales consideramos que es necesaria una claridad meridiana. Por ejemplo, desde un punto de vista de la lucha revolucionaria anti-capitalista, cuál es el elemento decisivo para determinar nuestras relaciones con las luchas de otros pueblos y con otros estados.
Estratégica y programáticamente para nosotros, igual que para muchos otros revolucionarios de hoy y del pasado, “los obreros no tienen patria”. Por encima de las diferencias y desigualdades existentes determinadas por variadísimos factores hay un elemento esencial, que les permite actuar unificadamente y que debe tomarse como el central al momento de determinar las políticas y relaciones que buscan establecer más allá de las propias fronteras nacionales: son explotados por el capital; sea él cual sea, monopolista, imperialista o nacional.
La división del planeta en estados nacionales independientes, productos de otra época histórica pasada, respondió en lo fundamental a las necesidades económicas, políticas y sociales de la clase dominante, la burguesía. En forma especial a las necesidades de la burguesía imperialista.
Consideramos la propiedad privada de los medios de producción y la existencia de las fronteras nacionales como las dos trabas decisivas para comenzar a solucionar los problemas de la humanidad. Por ello, el triunfo de una opción revolucionaria en un país no lo consideramos un objetivo en sí mismo, que satisfaga plenamente nuestros objetivos programáticos. El triunfo en un país es un episodio, trascendental y decisivo, pero en últimas sólo un episodio, de la lucha contra la explotación y dominio imperialista-capitalista en el mundo.
La experiencia del siglo XX, con los países en los cuales se logró el gigantesco triunfo de expropiar a la burguesía y en los cuales volvió a restaurarse el capitalismo, merece ser analizada de nuevo al formular las concepciones programáticas de un Movimiento que recién se conforma. En la historia humana no vale la pena repetir como comedia la misma experiencia que ya se dio como tragedia.

El gobierno Santos, el régimen político y la lucha por amplias libertades democráticas
El gobierno Santos, analizado por algunos como “Uribe III” y por otros como la apertura de una posibilidad de modificaciones importantes al régimen político, ha vuelto a colocar a la orden del día una discusión sobre cuáles son los elementos sustanciales sobre los cuales se erige el régimen político colombiano; cuáles deben ser las consignas centrales a levantar contra el mismo, cuál debe ser la política de unidad de las fuerzas que defendemos las libertades democráticas y la necesidad de, como mínimo, una revolución democrática que lo derribe.
El régimen político colombiano, que con variaciones y matices podemos señalar ha existido en forma continua durante las últimas décadas, se asienta ante todo y sobre todo en una férrea alianza de clase entre quienes controlan los aspectos fundamentales del poder económico y social: los grandes empresarios industriales y financieros dedicados simultáneamente al desarrollo de gigantescos proyectos agro-mineros, actuando como agentes locales de las trasnacionales, en unidad con los detentadores de la propiedad agraria arrebatada a sangre y fuego a los colonos y campesinos pobres en una sostenida guerra en la cual han combinado todas las formas de lucha, las llamadas instituciones “democráticas”, el poder de unas fuerzas armadas, entrenadas, dirigidas y financiadas por el imperialismo, así como ejércitos privados –los paramilitares– que son movilizados o acuartelados a conveniencia en distintos momentos políticos.
Gracias a ese régimen político que ha garantizado a sangre y fuego el acelerado enriquecimiento de unos cuántos a costa del sudor y lágrimas de millones en Colombia nos encontramos en la situación actual: uno de los países con mayor grado de desigualdad social en el mundo, un estrambótico nivel de concentración de la propiedad agraria, para mencionar sólo los aspectos más destacados.
Al lado de lo anterior, sin ninguna exageración, esta burguesía y terratenientes –apadrinados por el imperialismo– a través de todos sus aparatos, instituciones y partidos que la representan, convirtió el territorio nacional en una sola fosa común. Esa ha sido la realidad de los años anteriores y es aún hoy la dramática realidad. Sobran los ejemplos y cada día que pasa uno o varios nombres de campesinos asesinados, por defender la tierra en la que trabajan, tendrían que ser adicionados a la ya enorme lista.
Pareciera que al señalar ustedes la necesidad de “construcción de un nuevo bloque histórico de poder” apuntan a expresar que se impone la lucha por lograr un agrupamiento de fuerzas que enfrente tal régimen político. Entenderíamos por lo tanto su planteamiento como la necesidad de una alianza entre las clases y sectores de clase que han sufrido tales niveles de violencia.
No nos cabe la menor duda de que ello es necesario. Se impone, sin embargo, reflexionar sobre varios aspectos de tal formulación. Todo bloque histórico de poder está conformado en torno y alrededor de una clase social que puede sintetizar, aglutinar y dar respuesta a los intereses y necesidades de los demás sectores que conforman dicho bloque. Ello para nada significa supeditación o sometimiento; significa acuerdo y confluencia de intereses estratégicos.
En las formulaciones expresadas en sus documentos no encontramos con claridad el desarrollo de una formulación en este sentido. ¿Cuál es la clase o sectores de clases que pueden postularse como punto de centralización y aglutinador de dicho “nuevo bloque histórico de poder”?. Es cierto que, como ustedes señalan, hay confluencia de intereses y reivindicaciones de diversos sectores sociales pero todos ellos, por el papel que cumplen, por su peso específico en la sociedad, no pueden jugar, uno cualquiera de ellos, la misma función.
En nuestra concepción programática es la clase obrera, en el sentido social más amplio del término, los sectores que sólo tienen como propiedad su fuerza de trabajo, quienes pueden cumplir ese papel. Otras concepciones terminan endilgando esa función a algunos sectores “democráticos” o “progresistas” que, dentro de la estructura social, se encuentran oprimidos, sometidos o sojuzgados por las multinacionales, el imperialismo o los grandes financistas pero que son, ellos mismos también, agentes de la explotación capitalista. Esta concepción, tarde o temprano, coloca las luchas obreras, populares y democráticas como furgón de cola de los intereses de tales sectores burgueses “democráticos” o “progresistas”, como ha quedado demostrado infinidad de veces en el pasado.
A modo de ejemplo, no polémico, es válido pensar en una experiencia política reciente. No existe la menor duda que la dirección de la fracción anapista del Polo Democrático Alternativo representa intereses económicos y sociales de un sector burgués no dominante del país. Cuando – debido a la concepción programática que prima en el PDA– dicho sector burgués es colocado como la mejor y más nítida expresión de los intereses democráticos de miles de trabajadores (que confiaron políticamente en el PDA) los resultados están a la vista: desilusión, escepticismo y desconfianza entre quienes apoyaron tal proyecto político. La explicación última de ello no reside en los individuos, en las personas, en sus errores o delitos, como pregonan algunos. Las concepciones programáticas son las que en últimas determinan la suerte de los movimientos políticos.
Un mayor nivel de precisión es imprescindible, a nuestro juicio, en las formulaciones que ustedes presentan. En el accionar político, para el impulso de determinadas tareas de lucha y movilización, para la conquista de reivindicaciones democráticas, no solo consideramos válidos los acuerdos concretos incluso con sectores y fracciones políticas que representan a franjas burguesas. Pero de ahí a la formulación programática de la posibilidad de confluencia con dichas franjas en un “bloque histórico de poder” hay un trecho largo.

La “solución política negociada al conflicto social y armado”
Entre los 14 puntos de la propuesta de Plataforma Política para la Marcha Patriótica figura en primer lugar la “solución política al conflicto social y armado”. Por la importancia objetiva que reviste y por el papel central que ustedes le asignan en la plataforma queremos referirnos a ese punto en primer lugar; dejando para diálogos posteriores observaciones sobre los demás puntos.
Nuestro partido –al igual que el resto de organizaciones revolucionarias, obreras, sindicales, populares que no se levantaron ni están alzadas en armas contra el Estado burgués colombiano– ha sido víctima del conflicto armado que cubre décadas de la vida política nacional. Hemos sufrido sus efectos y no dudamos en afirmar que para las luchas obreras y de los explotados y oprimidos, para el desarrollo de una opción revolucionaria como la que preconizamos, la finalización de tal conflicto armado puede llegar a tener más factores positivos que su mantenimiento.
Son públicas nuestras razones para que nunca, en nuestra existencia política como partido, hayamos levantado la opción de alzamiento armado contra el Estado. Dichas razones no han dependido exclusivamente de nuestras divergencias programáticas, estratégicas y de método con las organizaciones revolucionarias que escogieron esa alternativa. Hacen a nuestra concepción de en qué momento, en qué circunstancias y bajo qué condiciones políticas, del proceso de movilización, organización y lucha, gana validez y es pertinente llamar al alzamiento armado para la lucha por el poder.
Simultáneamente con lo anterior, tampoco nunca hemos hecho coro a las constantes campañas de la burguesía y del imperialismo que, a la vez que desarrollan una política militar de tierra arrasada, han tratado de igualar un alzamiento político armado contra el Estado con el accionar de una organización de delincuentes comunes.
Hemos afirmado reiteradamente en el pasado, y lo reafirmamos hoy, que tras el conflicto armado colombiano subyacen profundas razones sociales y políticas que son las únicas que permiten explicar su permanencia. Más allá de algún aspecto específico, local, regional o nacional de mayor o menor trascendencia que a través de una negociación pudiese concretarse, el conflicto social existente en el país continuará; así se logre a través de una negociación política un final para el levantamiento armado. No sólo continuará, todos los factores económicos nacionales e internacionales tienden a señalar que se incrementará la lucha de clases en nuestro país.
Ustedes mismos lo reconocen: para salvar la estructura capitalista en medio de la crisis actual todos los gobiernos desarrollan planes que terminan siendo tremendos golpes en las espaldas de los explotados y oprimidos. Es inexorable. Señalar lo contrario generaría falsas ilusiones: el conflicto social, así presentado como un concepto general, es imposible de solucionarse a través de una negociación política con la burguesía y el imperialismo que mantienen el poder económico, político y social en el país. El conflicto social se traduce en decenas y decenas de enfrentamientos parciales o a veces generalizados, que levantan exigencias y reivindicaciones; a través de los cuales se defienden conquistas de épocas anteriores que tratan de ser arrebatadas o se lucha por conquistar algunas nuevas.
En determinadas situaciones –en una huelga por mejores salarios, en la exigencia al Estado de solución de problemas de una población– la negociación podrá darse y es una opción. Pero el elemento decisivo desde el punto de vista obrero y popular no es la negociación, es la lucha y la movilización. Solucionado ese conflicto parcial inmediatamente saltan otros al primer plano, pues la realidad de la explotación burguesa imperialista es el motor que genera un enfrentamiento social constante y permanente. Las negociaciones o acuerdos de solución a un conflicto específico son sólo un episodio temporal y limitado que para nada suprimen el conflicto social.
Las negociaciones de organizaciones guerrilleras que se dieron hace ya más de 20 años (EPL, M-19, etc.) mostraron a las claras cuáles son los límites de la negociación que, en lo social y político, están dispuestos a aceptar la burguesía y el imperialismo; nada que afecte sus intereses sustanciales. Hoy, igual que ayer y mañana, defenderán con uñas, dientes y armas hasta la muerte sus privilegios cuando el proceso de revolución social la coloque realmente ante el peligro de perderlos; de ello no nos cabe la menor duda.
Por lo anterior, consideramos que levantar como una unidad indisoluble la “negociación política al conflicto social” con “y al conflicto armado” encierra una trampa política mortal para las organizaciones que en ello se comprometan. Igualmente es una trampa para la independencia del movimiento obrero y popular y sus organizaciones en la continuidad de sus luchas con posterioridad a una posible negociación.
Consideramos plenamente legítimo que las organizaciones alzadas en armas planteen una negociación del alzamiento armado, presentando las exigencias de diversa índole que para ello demandan; muchas de las cuales, casi seguro, estaríamos dispuestos a respaldar. A modo de ejemplo: la libertad de los militantes que se encuentran encarcelados por sus actividades en dicho levantamiento, el cese de procedimientos judiciales, la repatriación y libertad de los entregados al imperialismo, las garantías para el ejercicio de una actividad política legal, etc.
Como partido político que no ha participado de tal alzamiento armado no nos corresponde proponer cuáles podrían ser dichas exigencias. Tampoco consideramos que esa sea una tarea de las organizaciones de masas que, en gran medida han sufrido las consecuencias negativas del conflicto.
Consideramos válido, incluso, que en dicha negociación planteen exigencias de carácter político más general. Eso hace a su plataforma política y si consideran que ella es posible de “negociar” con el gobierno de turno corresponde a las propias organizaciones alzadas en armas decidir si tal negociación satisface sus expectativas. También a modo de ejemplo, pues el pasado sirve para eso, el M-19 abandonó su formulación programática de “Con el pueblo, con las armas, al poder” cuando suscribió la Constitución burguesa de 1991, envainó la espada de Bolívar que había “vuelto a la lucha” y confirió poderes plenos al presidente de turno para legislar todo el paquete de reformas económicas que significaron la apertura y aplicación a rajatabla del proyecto neoliberal impuesto por las agencias internacionales del imperialismo.
Pero esas experiencias históricas nos muestran, sin la menor duda, que una negociación de esa índole o similar no conduce a la “solución política del conflicto social”. Por encima de ella el conflicto social continuará desenvolviéndose independiente de la voluntad de quienes consideren que lo han negociado.

Algunas conclusiones iniciales
Para concluir esta ya larga misiva queremos enfatizar en varios aspectos que consideramos sustanciales.
1-Consideramos valioso y positivo este diálogo iniciado a partir de la invitación que nos han hecho. Estamos dispuestos a continuar adelantándolo en todos los espacios y escenarios en los cuales sea posible y conveniente para ustedes y nosotros.
2-Igual que con el resto de organizaciones que se ubican en el terreno de la lucha obrera y popular, de la defensa de los intereses de los explotados y oprimidos, estamos dispuestos a buscar con ustedes todos los acercamientos posibles para el impulso de tareas, acciones, movilizaciones y reclamos en la defensa de los intereses parciales o generales; incluyendo no solo aspectos económicos o sociales concretos sino también acciones políticas relativas a la defensa de las libertades democráticas, la denuncia del carácter del régimen y los planes del gobierno y el accionar del imperialismo en el campo nacional e internacional.
3-Consideramos que la amplitud y trascendencia de los aspectos programáticos y estratégicos que están planteados, de los cuales sólo hemos mencionado en esta nota algunos puntos, hacen que consideremos altamente conveniente aplicar la máxima popular de “es mejor lento pero seguro” respecto a una propuesta de integración a un “movimiento de movimientos”. Más allá de la democracia interna que un movimiento de tal índole pudiese llegar a tener, su conformación supone unas sólidas coincidencias programáticas. Por ello, abiertos a esa discusión y dispuestos a continuar desarrollándola, consideramos que el mejor camino en el momento actual es mantener los mayores canales de diálogo, discusión y búsqueda de acuerdos concretos dentro de la más absoluta independencia organizativa.
4-Construir y mantener un movimiento o partido político revolucionario actuando en la legalidad en Colombia, enfrentados al régimen político existente, no es una tarea fácil. No se trata exclusivamente del monopolio absoluto que sobre la acción política legal tratan de mantener los partidos del régimen; eliminando hasta el reconocimiento jurídico de aquellos movimientos o partidos que no le son afectos, cerrando absolutamente los medios de comunicación a cualquier posibilidad de que las propuestas divergentes de las de ellos sean conocidas por la población.
Adicionalmente es consustancial al régimen, a los empresarios, a los partidos políticos de la burguesía, no sólo la represión y el señalamiento sino el exterminio físico de sus contendores políticos o de los luchadores sociales.
Sepan que más allá de las diferencias de diversa índole que existen o puedan llegar a existir entre nuestras organizaciones defendemos el derecho a la existencia del movimiento que están proclamando.
Con saludos revolucionarios
Comité Ejecutivo – PST
Abril 2 de 2012

1 Documento titulado: “Lanzamiento del Movimiento Político Marcha Patriótica, Constitución de su Consejo Patriótico Nacional”. Conocemos que sus documentos están en proceso de elaboración. Citamos de versiones públicas que hemos recibido en versión digital.

2 Idem.
 

3 Idem.