PST Colombia

Partido Socialista de los Trabajadores

Santos en la contra-reloj

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La campaña electoral del próximo año se ha iniciado ya. Todas las fuerzas políticas burguesas y el reformismo pequeño burgués, reflejando los diversos intereses económicos y sociales, actúan en el escenario determinadas por este hecho. Se prevé un escenario de intensa confrontación y agitación, acuerdos explícitos o tácitos inesperados y las más variadas piruetas para intentar hacerse, vía las elecciones, al mayor ponqué posible del aparato burocrático de la “democracia” colombiana, incluida la presidencia de la República.
Los planes económicos y sociales del gobierno Santos, lesivos a la enorme masa de la población pues responden a los intereses de la gran burguesía y las multinacionales, le han significado un desgaste que se expresa en todas las encuestas al final de sus primeros tres años. El único punto que podría modificar cualitativamente ese desgaste sería concluir exitosamente las negociaciones de paz de La Habana antes de noviembre, cuando debe anunciar si se postula o no para la reelección. Para tomar sus decisiones ante la coyuntura electoral le quedan al gobierno escasos tres meses de una marcha contra-reloj, tratando de apurar el ritmo a una guerrilla que no tiene ninguna prisa.
Las FARC tienen que negociar pues como organización alzada en armas no tienen condiciones de concitar un espacio significativamente favorable. Sin embargo, tienen aún suficiente capacidad de resistencia para decidir cuándo firmar un acuerdo final a su actividad armada y para regatear (que no imponer) algunas condiciones que les favorezcan y protejan de las fieras que encontrarán al salir a la acción política legal.
Esta compleja realidad está determinando hoy un ritmo más lento de las conversaciones que el que necesita el gobierno. Puede llegarse a un cuello de botella de solución imprevisible. En gran medida las posibilidades de reelección de Santos dependen de las FARC.

Uribe-Santos, agazapados gruñendo
El dueto gran burgués reaccionario que encabeza la oposición al gobierno de Juan Manuel Santos lo configuran el ex presidente Álvaro Uribe y su ex vicepresidente Francisco Santos (primo del presidente, ¡todo queda en casa!).Es una oposición burguesa sólida, que gruñe agazapada, lanzando zarpazos ocasionales. Si bien tiene varios de sus alfiles en la cárcel, huyendo o procesados en las Cortes, no está derrotada. Igual que al final del gobierno de Pastrana, con el fracaso de las negociaciones de El Caguán, podría levantarse en medio de las iras de la gran burguesía y capitalizar el fracaso de unas negociaciones ante las cuales masas enormes de la pequeña burguesía urbana demuestran expectativa más que apoyo decidido.
Se da por descontado que, sean cuales sean los motivos y los reales responsables de un fracaso de las negociaciones, las FARC y Santos compartirían desigualmente el costo político, lo cual le abriría nuevamente un importante espacio a las propuestas de las fracciones burguesas agrupadas en torno a Uribe-Santos.

El reformismo pequeño-burgués dividido y desconcertado
El Polo Democrático Alternativo, cabeza durante los últimos años del reformismo parlamentario pequeño-burgués, se vino abajo, maltrecho y dividido, aplastado por su complicidad con la corrupción de la administración de Samuel Moreno en Bogotá. Ahora no es ni sombra de lo que fue. Retazos de él, como el Partido Comunista, buscaron refugio en otras propuestas como la Marcha Patriótica, cuyo espacio dependerá en gran medida, igualmente, de los resultados de las negociaciones de La Habana.
Víctimas de su propia inconsecuencia en la defensa de condiciones democráticas cuando respaldaron el primer aumento del umbral electoral, ahora afrontan el riesgo del nuevo umbral del 3% que los colocaría por fuera de la “democracia” parlamentaria. Forcejean y ruegan a la gran burguesía una modificación de las condiciones para mantener el oxígeno que les es imprescindible en su política de alianzas con sectores de la burguesía: una modesta cuota parlamentaria.
Alrededor de este problema, exclusivamente electoral, determinado por las características reaccionarias del régimen político colombiano (cuya transformación no está a la vista así las FARC obtengan ventajas y privilegios propios en su negociación) se mueven todas las iniciativas de unidad de la izquierda.
Lamentablemente el marco programático de todas las propuestas de unidad de la izquierda se mantiene buscando desesperadamente algún sector burgués significativo, que se coloque en sintonía con las propuestas de los llamados gobiernos progresistas de América Latina (chavismo, Evo, Correa, Cristina). En Colombia, a pesar de su biodiversidad, esas especies políticas de burguesía “progresista y nacionalista” son raquíticas y escasas. El propio régimen político reaccionario ha impedido que pelechen.

Un sendero estrecho y tortuoso
Para una opción obrera revolucionaria la actividad política electoral no es una prioridad. Es necesario concentrar las fuerzas en las tareas y acciones que más eficientemente ayuden a fortalecer la conciencia obrera. Son tareas prioritarias el impulso a la organización,la movilización directa en cada sector, la solidaridad con los conflictos que se desarrollan, las tareas de defensa de las propias organizaciones y de sus miembros ante los feroces ataques de la patronal y de sus agentes políticos.
Lo anterior, sin embargo, no puede llevar a desconocer la importancia de expresar un punto de vista propio, independiente, de clase, revolucionario, en las contiendas políticas nacionales (electorales en este caso). Más allá de a través de qué fórmula concreta se exprese dicho punto de vista hacerlo es imprescindible para tener un punto de referencia de los revolucionarios en el diálogo político con los trabajadores. No hacerlo significa negarse a dar la batalla a la burguesía y al reformismo en este terreno.
Bajo una concepción de independencia de clase es posible actuar unificadamente en ese terreno, llamando a esa propuesta unitaria a luchadores honestos que, equivocadamente, piensan que la unidad hay que buscarla con franjas burguesas lo cual sólo ayuda a envilecer la conciencia política del trabajador. A la búsqueda de una opción unitaria en el terreno electoral, bajo el parámetro de independencia de clase, estamos dispuestos desde el Partido Socialista de los Trabajadores.