A pesar de la sanguinaria represión, se intensifica la heroica lucha del pueblo sirio
La gran victoria del pueblo libio, que se armó y está destruyendo con sus acciones directas el régimen asesino de Gadafi, no viene sino a impulsar con fuerza descomunal todo el ascenso revolucionario de todas las masas en Oriente Medio y el Norte de África. A pesar de los enormes peligros que para esa revolución implican la intervención imperialista vía OTAN-ONU y el carácter burgués- entreguista del auto-proclamado gobierno de los rebeldes, el Consejo Nacional Transitorio (CNT), esta conquista democrática del pueblo libio abre espacio para profundizar la “primavera árabe” pues inclina la balanza de la correlación de fuerzas a favor de las masas.
En medio de todo este vendaval revolucionario, el dramático caso de Siria adquiere renovada importancia. La dictadura genocida de Bashar el-Assad, actual presidente y miembro de una especie de dinastía que gobierna el país hace 41 años, continúa reprimiendo despiadadamente al heroico pueblo sirio que, desde febrero de este año, viene protagonizando multitudinarias y radicalizadas movilizaciones contra el régimen.
El telón de fondo las movilizaciones del pueblo sirio es el mismo que existe en el resto de la región. El cóctel explosivo lo componen, por un lado, las legítimas aspiraciones democráticas de las masas, por otro, los terribles efectos de la actual crisis económica en un país donde el 50% de la riqueza del país está en manos del 5 % de la población siria, específicamente de sectores ligados a la familia Assad y aquellos más cercanos a los dirigentes del Estado.
La masacre de Latakia…
El pasado 15 de agosto, la dictadura de Assad bombardeó con buques de guerra y tanques la ciudad de Latakia, uno de los centros de la resistencia y movilización popular. La operación militar se efectuó en medio de una movilización de más de 20.000 personas que exigían la renuncia de Assad.
En el ataque a la población civil murieron alrededor de 35 personas, entre ellas una niña de 2 años. Otros miles fueron arrestados y llevados, como en tiempos de la sangrienta dictadura de Pinochet en Chile, a un estadio de fútbol en el cual permanecieron sin agua ni comida. La represión fue y es sangrienta debido a la fuerza que viene cobrando la revolución. Desde que comenzó el proceso revolucionario, según el Observatorio Sirio de los DDHH, fueron asesinadas más de 2.000 personas durante las protestas. Esto, lejos de amilanar a las masas, las enardece más.
…y el ataque a un campo de refugiados palestinos
Durante el cerco militar a Latakia, además, las tropas gubernistas atacaron un campo de refugiados palestinos en el área de Al Raml, matando a 4 personas e hiriendo a otras 20, tal como denuncia el opositor Comité de Coordinación Local.
Esto provocó la huida desesperada de entre 5 y 10.000 palestinos residentes en el campamento, que ahora están completamente a la deriva, según denuncia la propia ONU. Un activista sirio describió la situación diciendo: “Por la noche hombres armados del Ejército o de El Shabiha [los matones del presidente] circulan por la ciudad a bordo de furgonetas disparando a las puertas de los edificios para evitar que la gente salga a la calle para manifestarse" (El País, 15/8/11).
El ataque a este campo de refugiados palestinos desmiente, una vez más, la falsedad de quienes sostienen que el régimen de Assad es solidario con la causa palestina o defiende una posición “panárabe” y “antisionista”. La realidad muestra que, a pesar de sus poses discursivas y de su relación con la organización palestina Hamas, el régimen de los Assad abandonó la lucha contra el Estado nazi-sionista de Israel a tal punto que, actualmente, el gobierno israelí considera su frontera con Siria como una de las más “tranquilas”. Esto, a pesar de que Israel mantiene la usurpación de una parte de territorio sirio, las llamadas Colinas de Golán.
Si bien en un principio y presionado por las protestas, el régimen de Assad prometió de manera difusa avanzar en reformas democráticas dentro del régimen, los hechos ocurridos en estos meses se encargaron de desenmascarar sus mentiras. Ahora incluso declaró abiertamente que “no habrá reformas en medio del sabotaje y del caos” y llamó a los manifestantes de “gérmenes” que “deben ser exterminados” cuanto antes por su “velocidad de reproducción” (El País, 17/8/2011). Recientemente declaró que las protestas y muertes “no le inquietan” y que “no tiene pensado renunciar”.
Lo concreto es que, ante el justo levantamiento popular por la democratización del país, la dictadura respondió de forma sanguinaria y criminal, haciendo de Siria uno de los países con mayor cantidad de muertos en lo que va del proceso revolucionario árabe de conjunto.
Chávez y Castro apoyan al régimen asesino de Assad
Es sabido que, desde el inicio de las luchas del pueblo sirio, tanto Hugo Chávez como los Castro han expresado su apoyo y solidaridad al dictador árabe. La misma posición mantiene, hasta ahora, hacia el prácticamente derrocado dictador Gadafi.
Ni las horrendas matanzas que promueve el régimen cambiaron esta posición del líder venezolano, que sigue llamando increíblemente a Assad de “humanista” y “hermano”.
Recientemente, Chávez declaró: “Desde acá saludamos al presidente Assad. Están infiltrando terroristas en Siria y bueno, produciendo violencia y muertos y, una vez más, el culpable es el presidente, sin que nadie investigue nada”. Nótese que, para Chávez, el terrorista es el pueblo que lucha, no Assad.
Esta alianza, que viene de mucho antes, siempre produjo elogios por parte del líder venezolano hacia el dictador sirio. Cuando Chávez condecoró a Assad entregándole nada menos que la “espada de Bolívar”, expresó que “[Assad] no sólo está al frente del pueblo sirio, sino también de los pueblos de Arabia en la lucha incesante y valiente por la libertad, la paz y contra el imperialismo”. Con la misma pleitesía le manifestó: “no exagero cuando digo que tú eres uno de los libertadores del mundo nuevo”.
Al apoyar a dictaduras sanguinarias que asesinan a los pueblos que intentan liberarse de sus yugos, el castro-chavismo devela su verdadero rostro. En el caso de Siria, la traición del castro-chavismo es más elocuente, pues allí no existe una intervención imperialista como en Libia, la cual es utilizada para justificar el apoyo a la dictadura de Gadafi. Lo que allí existe es un pueblo que lucha por libertades democráticas y que está siendo salvajemente reprimido.
Uno puede esperar, de gobiernos que se dicen “revolucionarios” como Chávez y los Castro, que estén junto a la lucha de los pueblos contra los dictadores. Pero ocurre exactamente lo contrario. Justifican su posición con un discurso “antiimperialista”, cuando en verdad favorecen enormemente al imperialismo, dándole espacio para posicionarse hipócritamente como el “defensor de la democracia” o de los “derechos humanos”. Esta corriente entrega la lucha por las libertades democráticas en manos de los mayores criminales de la humanidad.
Desde la LIT-CI esperamos que los impresionantes hechos de Libia, donde el pueblo está liquidando el régimen y las FF.AA de Gadafi sacándose de encima toda la bronca acumulada por décadas, produzcan un cambio en la política de la corriente castro-chavista.
En este sentido, hacemos un llamado a todas y todos los activistas sociales y a la izquierda internacional, incluso la que se reivindica castro-chavista, a reflexionar sobre sobre la posición de Chávez y los Castro de defender dictaduras contra los pueblos. La cuestión es muy grave porque en Siria existe una revolución popular que está siendo duramente reprimida y que, más que nunca, precisa de toda nuestra solidaridad y apoyo activo. La solidaridad es fundamental en cualquier lucha; en los casos de Egipto y Túnez, fue determinante para el triunfo de las masas.
Si triunfan las masas sirias, así como está ocurriendo en Libia, se fortalecerá el proceso revolucionario árabe de conjunto y, por consiguiente, daremos pasos preciosos hacia la revolución árabe y mundial. Pero para el triunfo de las masas, se precisa de solidaridad activa. He ahí que el apoyo de Chávez y Castro al dictador Assad (y a Gadafi) es nefasto. Tiene implicancias políticas concretas pues, en gran medida, retrasa, disminuye o anula la solidaridad hacia las revoluciones siria y libia por parte de amplios sectores de izquierda.
Frente a esta postura reaccionaria, es preciso exigir a Chávez y Castro a que rompan relaciones con Assad y se solidaricen con la revolución siria y libia contra sus opresores.
La política del imperialismo
Toda la política del imperialismo responde a su necesidad de evitar que el conflicto sirio se extienda y profundice en la región, que de por sí vive un estado de efervescencia política y social. Para el imperialismo, derrotar el proceso revolucionario árabe es una cuestión estratégica en el sentido geopolítico y económico.
Si esto se prolonga, se agravará aún más la dinámica recesiva de la economía mundial. En estos momentos, pacificar la región para garantizar las fuentes de petróleo y mantener el dominio político, a través de estos dictadores o de otras salidas negociadas, es fundamental para los intereses del capital.
En este marco, el imperialismo actúa en Siria en un sentido similar a como actuó en Egipto y Túnez. Comenzó, como en aquellos casos, apoyando y sosteniendo a Assad. Conforme la situación se fue radicalizando y las masas fueron creciendo en auto-confianza y movilización, no pudiendo ser contenidas por el régimen de Assad, el imperialismo comenzó a cambiar de posición en relación al dictador sirio.
Es así que desde la Casa Blanca se inició, primero, una serie de “reclamos” y ahora impulsa sanciones ante la extrema violencia que impulsa Assad. Obama llegó a manifestar que Siria “estaría mejor sin Assad” y Hillary Clinton que el dictador “perdió legitimidad” y que “no es indispensable”. Representantes de la ONU y la UE opinan en sentido similar.
Este cambio en la postura del imperialismo no se debe, obviamente, a que está preocupado o conmovido por las miles de muertes entre el pueblo empobrecido de Siria. Lo que le preocupa al imperialismo es la estabilidad de un país y una región que está al rojo vivo.
Como la dictadura de Assad demuestra ya no ser eficaz en la contención de las masas y no pudo, hasta ahora, derrotar la revolución, se ha convertido en una pieza descartable para el imperialismo o, como dice la Clinton, en un elemento “no indispensable”. Lo “indispensable” para los imperialistas es la estabilidad política, es el freno, sea por medio de una salida negociada para mantener el régimen o la brutal represión de la impresionante revolución árabe. Todo lo demás es táctico, es secundario. Todos sus agentes son fusibles y son mantenidos en la medida en que cumplan su misión de contener la rabia acumulada de las masas.
EUA está dejando de apoyar y presiona a Assad porque no cumple con su papel central: derrotar la revolución de las masas trabajadoras. El dictador sirio no sólo dejó de cumplir esta función eficazmente, peor aún, Assad trata de apagar el incendio con gasolina y el imperialismo corre el riesgo de que explote todo.
Entonces, repite la historia de Egipto. Mientras Mubarak fue pieza útil, lo sostuvieron; cuando la situación se volvió insostenible, Obama se puso de forma hipócrita su careta “democrática” y de “defensor” de los DDHH –después de haberlo sostenido por décadas- y se jugó por su salida.
El imperialismo es hábil tácticamente. Si llega a la conclusión de que es mejor perder el anillo (un servidor como Mubarak, Gadafi o Assad) en lugar de perder los dedos (una revolución triunfante), no dudará en hacerlo.
Este cambio de postura por parte del imperialismo no se da, como afirman Castro y Chávez, porque Assad es un “antiimperialista”. Todo lo contrario. Assad siempre ha negociado con el imperialismo, haciéndole varias concesiones. Desde hace varios años, es parte del “orden” en la región al mantener una situación de paz con Israel. Todo esto sin contar las numerosas ocasiones en que traicionó la lucha de los palestinos, a quienes ahora ataca dentro de su territorio. Al régimen de Assad lo define claramente el general retirado Effi Eitan, referente de la extrema derecha israelí: “El actual régimen sirio es la mejor formación de gobierno posible para Israel”.
El hecho de que imperialismo retire el apoyo al dictador es, además, una muestra de fuerza extraordinaria de la revolución siria, que con su lucha decidida obliga a la llamada comunidad internacional a distanciarse de Assad. Los únicos que, hasta hoy y a pesar de todo apoyan explícitamente a este asesino son Chávez, Castro e Irán.
Si bien lo más probable es que el imperialismo mantenga su política de presión al régimen y apueste a una salida negociada, en los marcos de la reacción democrática e intentando salvar lo esencial del régimen, no se puede descartar, en caso de que la situación se vuelva incontenible, una intervención miliar imperialista en Siria, tal como se dio en Libia. En tal caso, desde la LIT-CI, nos opondríamos categóricamente como lo hacemos en el caso libio. Una intervención de ese tipo sólo debilitaría el proceso revolucionario sirio y árabe de conjunto y condenamos la sola posibilidad que ocurra.
¡Todo nuestro apoyo a la lucha del pueblo sirio!
Desde la LIT-CI ratificamos nuestro apoyo a la heroica y desigual lucha que está librando el pueblo sirio, demostrando estar a la altura de la entrega y la decisión en el combate del conjunto de los demás pueblos árabes.
Nos solidarizamos incondicionalmente con una pelea que, para el desarrollo de la situación revolucionaria mundial, es fundamental. Una batalla que sigue y crece a pesar de una de las sanguinarias y despiadadas represiones.
Estamos por el derrocamiento de Assad a través de la acción directa del pueblo, de las movilizaciones de masas. Rechazamos cualquier intento o tipo de intervención imperialista o de cualquier salida negociada que cambie personas pero que mantenga los pilares centrales de este régimen hambreador y represivo.
Saludamos a las organizaciones populares que, con coraje y desapego a sus propias vidas, enfrentan al dictador Assad. Entre ellas, destacamos la aparición y la actuación de las Comisiones de Coordinación Local de Siria, redes que coordinan las protestas y que surgieron al calor de la lucha revolucionaria, compuestas básicamente de jóvenes y sectores populares que juegan un rol independiente.
¡Urge unificar todas las luchas de resistencia y organizar la auto-defensa!
Es preciso unificar las movilizaciones en todo el país para que el pueblo sirio pueda derrocar la dictadura, imponer sus reivindicaciones y enfrentar las sangrientas represiones. En este sentido, opinamos que es preciso que las organizaciones que hacen parte de la resistencia siria discutan y tomen medidas de auto-defensa, que contemplen la forma de, al calor de las movilizaciones, dotar de armamento a las masas. Esto debe ser acompañado, a nuestro criterio, de una política para ganar a la base del ejército y la baja oficialidad para la causa de la revolución para lo cual existen condiciones muy favorables.
Tal fuerza y contundencia está demostrando la revolución a través de la impresionante acción de las masas, que se está comenzando a resquebrajar al ejército regular del régimen y esto debe ser profundizado conscientemente. En la ciudad de Jisr al-Shughur, el día 17 de agosto, ocurrieron las primeras deserciones colectivas de unidades militares que se negaron a ametrallar a la población. Una cantidad importante de soldados se amotinó para unirse a los manifestantes civiles, lo cual provocó una batalla extremadamente confusa y cruenta entre militares leales y aquellos que se unieron al pueblo, dejando un saldo de 120 muertos. La disciplina y la jerarquía del ejército burgués comenzaron a quebrarse mediante los golpes de la revolución.
En el mismo episodio, aprovechando el caos, un grupo de luchadores sociales consiguió armas del propio Ejército y se sumó a los tiroteos.
Profundizar esta división entre las fuerzas represivas y armar al pueblo es fundamental.
Hacemos un llamado a todo el movimiento social y a las organizaciones políticas que se reivindican de izquierda a rodear de solidaridad activa la lucha del pueblo sirio, ejemplo de resistencia y combatividad.
Desde nuestras organizaciones debemos exigir la ruptura inmediata de todos los gobiernos con el asesino de Assad. Esto incluye, por supuesto, a los gobiernos encabezados por Chávez y los Castro, fieles defensores de ese régimen, y al gobierno de Dilma en Brasil, que también, aunque de forma más disimilada, le ha expresado apoyo político.
Desde la LIT-CI instamos al pueblo sirio y a los luchadores más conscientes de la resistencia a confiar sólo en sus propias fuerzas revolucionarias y a no tener expectativas en el imperialismo, en las corrientes burguesas e islamistas árabes.
Es preciso luchar hasta la caída de Assad y la instauración de un gobierno de y para las clases trabajadoras y explotadas sirias, que convoque y garantice la realización de una Asamblea Constituyente libre, democrática y soberana para conquistar todas las libertades democráticas y liberar al país del imperialismo. Este gobierno, asentado en las organizaciones populares, debe además procesar y castigar todos los crímenes de Assad y su camarilla dictatorial; confiscar sus fortunas y colocarlas bajo el control y al servicio del pueblo hambreado; anular todos los contratos petroleros y otros pactos realizados por Assad que atan el país al imperialismo; nacionalizar inmediatamente el petróleo y todas las riquezas del país bajo la administración del pueblo y al servicio de ejecutar un plan de emergencia que atienda las urgentes necesidades del pueblo trabajador sirio, avanzando hacia una la Federación de Repúblicas Socialistas Árabes.
¡Viva la revolución y la lucha heroica del pueblo sirio!
¡Abajo la dictadura y el régimen asesino de Assad!
¡Viva la revolución árabe!
¡Por un gobierno obrero y del pueblo que garantice una Asamblea Nacional Constituyente libre y soberana!
¡No a la intervención imperialista en el mundo árabe!
Secretariado Internacional de la LIT-CI
25 de Agosto de 2011