Elecciones, economía y movilización social
Desde el último trimestre del 2013 y hasta la elección presidencial (25 de marzo de 2014, si es en primera vuelta, o 15 de junio si hay segunda vuelta), pasando por las elecciones parlamentarias del 9 de marzo, el país está viviendo una coyuntura electoral y, por lo tanto, la lucha de clases se expresa de manera bastante distorsionada. Lo que predomina son los congresos, convenciones y reuniones de los partidos y movimientos políticos de la burguesía, de la pequeña burguesía, los reformistas y de los sectores comprometidos con el impulso del voto en blanco. Están al orden del día los acuerdos y las alianzas electorales, las actividades tendientes a ganar los electores, las promesas, la feria de las conciencias en la que se compran, se venden y se canjean los votos.
Confrontar al régimen
Toda la izquierda reformista —Partido Comunista, Unión Patriótica, Marcha Patriótica, Polo Democrático, incluido el Progresismo y los Verdes— a pesar del momento de la coyuntura determinado por la destitución de Petro, actúan en función de sus intereses electorales y en ninguna circunstancia buscarán privilegiar la lucha directa de las masas, en búsqueda de profundizar los elementos de crisis del régimen. Así se presenten algunos movimientos huelguísticos o movilizaciones de protesta, incluídas las movilizaciones convocadas por la Alcaldía y el Progresismo contra la destitución de Petro, la naturaleza política de la coyuntura seguirá siendo dominantemente electoral.
No podemos descartar totalmente que el desenvolvimiento de los hechos y sobre todo de las movilizaciones llegue a cambiar la naturaleza de la coyuntura. Esta no es la situación actual, pues la dirección que controla la movilización tiene la firme decisión de utilizarla sólo como auxiliar en su lucha institucional y no como el factor que podría ser decisivo. Los revolucionarios debemos impulsar la confrontación al régimen, es decir que la lucha se desarrolle hasta el final y exigirle a esa dirección que tome las medidas necesarias para que Petro termine su mandato y para exigir que el Procurador se vaya.
Los ricos están de fiesta
El imperialismo, las multinacionales y la burguesía colombiana están unidos y eufóricos con los resultados económicos del año 2013 (un crecimiento económico superior al 4% del PIB y una inflación de 1. 9 %) y con las perspectivas para el 2014(una proyección del 4. 7% o más de crecimiento del PIB). Para coronar las buenas noticias para los empresarios y el gobierno, éstos, con la complicidad de la burocracia sindical, lograron “concertar” un incremento miserable del salario mínimo (ver artículo en la presente edición).
A las locomotoras de la minería y el saqueo de los recursos naturales, ahora se sumará la construcción y el plan de obras de infraestructura. Millonarias inversiones, que de paso permitirán crear algunos empleos más. Al bajo costo de la mano de obra y la injusta distribución del ingreso, hay que agregar los ingresos del narcotráfico, que siguen siendo importantes, no sólo por la vía de la exportación sino del aumento del consumo en el mercado interno.
Pero no todo es color de rosa. Algunos críticos han empezado a develar la realidad que se sigue escondiendo detrás de las buenas cifras. “Al escuchar las voces que alardean del éxito económico del país la pregunta que se deben estar haciendo los 15 millones de pobres y los 17 millones de vulnerables en Colombia, para no mencionar a los 5 millones de indigentes que ni siquiera se enteran de los buenos resultados por que viven en la calle, se alimentan de migajas y se enfrentan diariamente al reto de sobrevivir a su penuria, es: ¿ y yo qué?, ¿si acaso limosnas?. Aquí no se trata de dañarle la fiesta al señor ministro de Haciendo quien no cabe de dicha con el 5. 1 por ciento de la economía en el tercer trimestre del 2013 sino de plantear algunas preguntas de fondo acerca de la sociedad que tenemos y, especialmente, sobre la gran duda: ¿a dónde será que se van los beneficios de estos indicadores macroeconómicos positivos?”[1]
Algunos analistas de la burguesía han dicho que desde el punto de vista económico del 2013 y lo que se espera para el 2014, se puede ser optimistas, pero que en el campo político, por las movilizaciones, la corrupción, los problemas del agro, las negociaciones de la paz, los niveles de pobreza, etc., lo que prima es la incertidumbre, aunque no el pesimismo.
Un soporte social para el régimen
En los últimos 20 o 25 años en Colombia se ha consolidado, al lado de la burguesía, de los terratenientes y el capital imperialista, una pequeña burguesía importante, que se ha beneficiado del neoliberalismo, de las privatizaciones, de los bajos salarios que se pagan y de los millones de colombianos que viven sumidos en la pobreza y en la miseria. Esa pequeña burguesía está constituida, entre otros, por profesionales, burócratas, gerentes, capataces, pequeños empresarios y propietarios, etc.
El crecimiento de la pequeña burguesía ayuda a la estabilidad del régimen, porque son un punto de apoyo político y social para la minoría que detenta el poder económico, social y político del país.
Esta pequeña burguesía, en una coyuntura electoral como la actual, juega un papel político importante. En determinados momentos es base de apoyo de fracciones burguesas que aparecen con propuestas “democráticas” o de sectores reformistas que levantan un programa de conciliación y colaboración con la burguesía.
Las negociaciones de paz
Las negociaciones de paz son y no son un elemento exclusivo de la coyuntura. Lo son en la medida que en un primer momento el Gobierno quiso forzar una negociación para presentarse con el trofeo de los acuerdos al proceso reeleccionista e igualmente se le devuelve la personería jurídica a la UP para facilitar la participación política de los amigos y simpatizantes de la guerrilla, es decir de todo el espectro del estalinismo organizado en el PC, Marcha Patriótica y UP.
Pero en cierto sentido deja de ser un elemento de la coyuntura electoral en la medida que el acuerdo fue imposible antes de las elecciones y entonces las negociaciones de paz son utilizadas como un argumento a favor de la reelección, porque el gobierno de Santos garantizaría que el proceso continúe, pues, por el contrario, una victoria electoral del Uribismo, casi seguro conduciría a una ruptura de ese proceso. Además que las negociaciones ya tienen un año y tres meses y podrían durar un año o más, sin contar el posconflicto. La paz, su negociación e implementación es una política, no de coyuntura, sino permanente del gobierno y tiene las características de una política de Estado, pues el posconflicto puede durar varios años.
Que se firme la paz no quiere decir que va a desaparecer la represión y que van a imperar las garantías democrático-burguesas plenas. La burguesía colombiana, de conjunto es muy reaccionaria, antidemocrática y se resiste a ceder, así sea pequeños espacios, para que el reformismo se exprese. Lo de Petro es un ejemplo. Van a seguir asesinando, van a seguir reprimiendo, pero es posible que en otras condiciones. Sobre todo si los trabajadores y el movimiento de masas toman confianza en la movilización y la llevan a cabo; como parecería que empieza suceder, a partir las movilizaciones estudiantiles, de los campesinos, de algunas comunidades minoritarias y la respuesta de masas a la destitución de Petro.
En la combinación de aspectos “positivos” y “negativos” de una posible firma de los acuerdos de paz, lo fundamental es no olvidar que si el movimiento obrero y de masas toma confianza y se fortalece en su accionar los revolucionarios vamos a estar, de todas maneras, en mejores condiciones para la construcción de una alternativa independiente, que supere a las direcciones reformistas y estalinistas.
Vientos de crisis
Dentro de una situación de relativa estabilidad, se expresan diversos elementos de crisis en el régimen. Existe una división y confrontación intensa de la burguesía en dos grandes sectores, el Centro Democrático encabezado por Uribe y la alianza del partido de la U, con los liberales y Cambio Radical alrededor de la reelección de Santos, mientras se divide el Partido Conservador. Esta división burguesa se expresa también en los enfrentamientos a través de las cabezas de la Procuraduría y la Contraloría, de una parte, y la Fiscalía, de la otra y en el desprestigio y la corrupción en la justicia. En las últimas semanas, el pico más alto de estas expresiones de crisis lo constituye la situación generada en torno a la destitución de Petro (ver artículo en la presente edición). Esta crisis no se ha profundizado por el carácter pequeñoburgués de Petro y los progresistas y por la división electoral de la izquierda y las direcciones de las organizaciones sociales, que han sido incapaces de promover una movilización nacional decidida contra el régimen autoritario y, en particular, contra el reaccionario Procurador. Todos subordinan la movilización a sus mezquinos cálculos electorales y a las negociaciones de paz.
No obstante eso no podemos descartar, por el contrario, hay que suponerlo, que en el futuro aparezcan nuevos elementos de crisis en el régimen.
La movilización social
Lo nuevo es la movilización de masas de masas que se viene presentando desde las marchas estudiantiles, desaprovechadas por la Mane, el Paro Agrario y las movilizaciones en contra de la destitución de Petro, entre las más importantes. Todo parece indicar que sectores importantes empiezan a tomar confianza en la movilización. Es posible que sea parte del proceso mundial (norte de África, Europa, etc. ), pero también es posible que estén relacionados con el proceso de paz, pues el guerrillerismo ha empezado a dejar de dar pretextos y razones al régimen para reprimir y este, para tratar de dar algún elemento de credibilidad, debe respetar, así sea parcialmente, el derecho a la movilización.
Si hay algo que aterre a la burguesía colombiana es la movilización de los trabajadores y las masas populares; por eso insisten que son innecesarias y que para representar a los descontentos están el Congreso, las Asambleas, los Consejos y en general los canales institucionales.
“No se había registrado tampoco un periodo tan intenso en materia de movilizaciones sociales. Desde el paro agrario que tuvo lugar en agosto hasta las protestas contra la reforma de la salud, pasando por las muestras de apoyo al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, tras conocerse la sanción en su contra, el país vio calles y plazas públicas rebosantes. Un cuadro así deja interrogantes sobre qué está pasando con las herramientas de participación ciudadana y los canales que, como el Congreso, son los llamados a recoger y tramitar las inquietudes e inconformidades de la gente, mucho más que las redes sociales. Pero, al mismo tiempo, reconforta si se interpreta como señal de vitalidad de la democracia. En este sentido, es una buena noticia que lo acordado en el punto dos de los diálogos de La Habana está en sintonía con la necesidad abrir espacios al muy diverso abanico de nuevas voces y actores que tocan a las puertas del sistema político”[2]
Un ausente en la coyuntura
El gran ausente en la coyuntura es el movimiento obrero organizado y no organizado sindicalmente. Excepto algunos conflictos laborales y algunas huelgas producto de esos conflictos colectivos, la clase obrera todavía no sale a luchar. La dirección política y sindical mayoritaria juega un papel decisivo en este asunto, pues sigue bajo el control del reformismo socialdemócrata, los estalinistas, e incluso franjas importantes de los partidos tradicionales y la iglesia. La ausencia de los trabajadores en la movilización, hace más difícil el accionar de los revolucionarios y el proceso de construcción de un verdadero partido de la clase obrera. Hasta ahora se han movilizado los estudiantes, los campesinos, algunas comunidades y minorías, y las movilizaciones convocadas por Petro y los Progresistas, cuya característica central es que está compuesta por sectores populares, muy jóvenes, algunos sectores de la pequeña burguesía y muy pocos obreros, sindicatos y trabajadores.
Votar en blanco
La crisis provocada por la destitución de Petro, así como la división de los proyectos electorales de la izquierda reformista, en los que se ha evidenciado el oportunismo de las direcciones, abre un espacio de diálogo y agitación en medio de una campaña electoral controlada por la Unidad Nacional de Santos y el Uribismo.
A pesar del despliegue de publicidad y el intento de los grandes medios de comunicación de seducir al electorado con debates hipócritas e insulsos sobre los grandes problemas nacionales, las encuestas siguen señalando la presencia constante del voto en blanco como una decisión de un sector importante del electorado. Varios sectores políticos y sociales han adoptado la decisión de impulsar el voto en blanco de manera activa, incluso se ha registrado formalmente un Comité de Impulso. Es fundamental tratar de coordinar acciones en común, dentro de la más absoluta libertad para exponer los diversos planteamientos políticos y programáticos que levantamos quienes venimos impulsando esta alternativa electoral como un mecanismo válido para profundizar la crisis del régimen, al tiempo que seguimos privilegiando la movilización de protesta y la huelga como los medios más eficaces de enfrentar al gobierno y los empresarios.
[1] López Montaño Cecilia, La economía Crece, ¿y yo qué?, Portafolio, martes 7 de enero de 2014.
[2] El Tiempo, Editorial del 31/12/2013.