El TLC con Estados Unidos: atracción fatal
Quizás unos de los mayores triunfos del gobierno Santos es haber logrado la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con EEUU, pese a que las condiciones planteadas por el gobierno del norte se mantuvieron y tampoco hubo cambio sustancial en las condiciones laborales para los trabajadores y sindicalistas en el país.
Y es que no es gratuito que EEUU acepte firmar este acuerdo con Colombia y otros dos países a los que se resistía, precisamente cuando la crisis financiera iniciada en el 2008 ha evolucionado y tiende a profundizarse, agudizando las condiciones de desempleo y estancamiento en la economía otrora más grande del planeta.
¿Qué es y que esconde el TLC con EEUU?
Un tratado de libre comercio entre dos países supone libertad para producir, vender y comprar lo que a bien venga a cada uno de los países. Al menos esto es lo que se entendería y lo que la mayoría de la gente se imagina cuando escucha las palabras “Libre Comercio”. Sin embargo la realidad es otra, especialmente cuando se trata de dos países diferentes en su desarrollo económico, demográfico, industrial, tecnológico y especialmente en el poder político que sustentan cada uno.
Y es que el TLC firmado con Estados Unidos no se limita a derribar las barreras arancelarias, es decir que ninguno tiene que pagar impuestos por comprar a venderle al otro, sino que impone para el país más débil –Colombia– una serie de condiciones que se salen del tema puramente comercial para entrar a temas de carácter social, político y ambiental.
Pero aun si el tratado se ciñera únicamente a ser libre en el sentido económico de la competencia, Colombia ya tendría una enorme desventaja porque lo que produce, lo que la división social del trabajo a nivel mundial lo ha obligado a producir, son bienes primarios, materias primas y minería , los primeros contienen gran cantidad de trabajo incorporado y los segundos corresponden a renglones de extracción, explotados por las multinacionales que generan riqueza a éstas a cambio de pobreza y destrucción del medio ambiente para las regiones.
En un ambiente de libre competencia, el mercado favorece al más fuerte, así, que las multinacionales serán las favorecidas en detrimento de la mediana y pequeña industria colombiana, perjudicando en primer lugar a sus trabajadores. Pues, como mencionamos anteriormente, el tratado no se limita a lo meramente comercial y de producción, entrará con fuerza en cada rincón en donde las condiciones permitan obtener la máxima ganancia en detrimento de las condiciones sociales y económicas de los más vulnerables. En este campo se destacan la salud, la educación y las relaciones laborales entre otras.
¿Qué representan la educación y la salud para el comercio?
Un sector que despierta gran interés para las trasnacionales es el de los servicios. En salud, convertida ya en mercancía gracias a la ley 100 de 1993, los medicamentos ocupan la mayor preocupación puesto que el tratado logra favorecer a las multinacionales farmacéuticas en desmedro de la salud de los colombianos. Hay restricciones no sólo para lograr negociaciones más favorables con otros países en determinado momento sino que se restringe la producción de genéricos y otros medicamentos en el país. Así que quedamos expuestos a los precios de monopolio impuestos por las multinacionales farmacéuticas.
La reforma a la Ley 30 presentada por el ejecutivo al congreso de la república va en esta vía, disponer las condiciones necesarias para que la empresa privada tenga acceso al negocio de la educación. Un negocio que se ha desarrollado bastante y donde EEUU es el principal proveedor. En este campo no sólo se destaca la aplicación de pruebas que desde hace unos años se han venido incrementado y vienen siendo preparadas por empresas multinacionales dedicadas a este negocio, sino la posibilidad de que sea la empresa privada la encargada de financiar los proyectos de investigación y producción poniendo de rodillas a las universidades ante el gran capital.
La clase obrera, la verdadera damnificada
Las condiciones en el campo laboral se pueden predecir con lo que está ocurriendo en Campo Rubiales. Es posible que se cumpla la promesa de Santos de crear cerca de 200.000 empleos, lo que no es cierto es que sean empleos de calidad. Las condiciones de competencia impuestas por el mercado mundial favorece a quien produce más barato y lamentablemente quien produce más barato es quien tiene la posibilidad de reducir los costos laborales a su mínima expresión.
Dadas las condiciones de debilidad en que se encuentra la clase trabajadora colombiana, producto de la astucia política criminal de sus gobernantes y la política de concertación y entrega de la dirección de las centrales sindicales, el pastel está servido para que el capital haga de las suyas en nuestro país. Lo que se impondrá será la producción a través de maquilas en donde las relaciones laborales son casi de esclavitud, unido a la explotación minera, que pasará como una locomotora por encima de la clase obrera colombiana mientras depreda el medio ambiente.
Es necesario retomar el camino de la lucha, la movilización y la huelga general; lo único que puede frenar el plan de Santos-Obama. El camino lo señalan los trabajadores petroleros en Puerto Gaitán, los trabajadores de la palma en Puerto Wilches y los estudiantes universitarios de todo el país. Paradójicamente el principal obstáculo para que se concrete una acción que unifique los diferentes conflictos es la propia dirección del movimiento sindical. Esa es la razón que para resistir a los efectos nefastos del TLC, hoy más que nunca debemos fortalecer las corrientes sindicales independientes, concentrarnos en la construcción de nuevos sindicatos, formando a los trabajadores en la solidaridad de clase y el internacionalismo.
Internacionalismo proletario
El verdadero internacionalismo es el que nos va a permitir enfrentar los planes internacionales del imperialismo y la burguesía. Así como los trabajadores y los pueblos de Europa tratan de evitar el desmonte de las garantías laborales y sociales, conquistadas tras la Segunda Guerra Mundial, los trabajadores colombianos debemos exigir el restablecimiento de la estabilidad laboral, jornadas de trabajo razonables, reducir la edad de jubilación y recuperar todas las conquistas sindicales que hemos perdido desde que fue expedida la Ley 50. Nuestra lucha está unida con la de los estudiantes universitarios y todo el sector educativo, quienes defienden una de las conquistas sociales más preciadas: el derecho a la educación de calidad, gratuita y al acceso de todos. Un objetivo similar al que se proponen los trabajadores de la salud para que esta retorne a manos del Estado y se acabe el negocio de quienes trafican con nuestras enfermedades. No hay otra manera de enfrentar el TLC.