PST Colombia

Partido Socialista de los Trabajadores

El lado femenino de la crisis

La crisis económica mundial se asienta con todo su peso sobre los hombros de la mujer trabajadora

Caricatura de Eneko http://blogs.20minutos.es/eneko

Mientras pululan las organizaciones que llaman a la hermandad de todas las mujeres contra el machismo, la violencia de género, la trata de personas, la igualdad en derechos y los Estados y los organismos supranacionales organizan cruzadas para proteger a las mujeres, realizan eventos y establecen leyes que harían creer que su interés real es acabar con el machismo…. La realidad se muestra tal cual es incluso en las cifras oficiales.

Falsos feminismos
La opresión de la mujer es una realidad que antecede al capitalismo pero que es aprovechada por este para permitir una mayor explotación tanto de las mismas mujeres como de los hombres. La mano de obra femenina actúa como un gigantesco ejército de reserva que se toma y se deja según las necesidades del mercado; que se utiliza para mantener hacia la baja la tasa de salarios de todos los trabajadores. Las ideas religiosas y culturales sobre el papel de la mujer en la sociedad sirven como sustento ya sea para llevarlas al mercado del trabajo y ponerlas en los trabajos peor remunerados, más mecánicos y menos estables por considerarse menos capaces o más débiles, como también para enviarlas de regreso al hogar cuando la producción decrece.
No es gratuita la aparición y el reencauche de ideologías y nuevos “feminismos” que reivindican el papel de la mujer-madre como la verdadera realización de las mujeres y llaman a la lactancia materna por varios años y al cuidado constante y exclusivo de los hijos durante la primera infancia, por supuesto que el derecho al tiempo de lactancia, licencia de maternidad y facilidades laborales para el cuidado de los niños son reivindicaciones mínimas de la mujer trabajadora, pero estas ideologías van más allá y llaman a la mujer a regresar a la hogar de donde no debió salir con lo que ella pierde su independencia económica y se convierte en blanco fácil de la violencia doméstica y de organizaciones criminales como las redes de trata, esta y no otra es la causa de la reagudización de la violencia contra las mujeres y el atroz aumento en la tasa de feminicidios.

Peores empleos, peores salarios…
El desempleo femenino se subestima porque se considera que su ocupación natural es el hogar, y a pesar de este subregistro el último informe de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) sobre Tendencias Mundiales el Empleo 2012, informa un desolador cambio en el panorama desde el año 2007, las diferencias entre empleo masculino y femenino tanto en calidad como en cantidad así como la brecha entre los tipos de trabajo estaban disminuyendo progresivamente desde finales de los años 90 hasta el 2007 cuando empieza a perfilarse la crisis de la economía capitalista, en cifras de la OIT en el 2007 había una diferencia de 0,5% en el desempleo por géneros que en el 2012 es de 0,7% siendo el desempleo femenino de 5.8% vs 5.3% del masculino, esta pequeña cifra representa la pérdida de 13 millones de empleos femeninos en el mundo sólo en el 2012 sumando un total de 72 millones de mujeres desempleadas. Según lo reconoce el mismo informe la crisis afectó a las mujeres de todo el mundo y no sólo a las que viven en los países donde estalló la burbuja, sin embargo las mujeres más afectadas han sido las trabajadoras del sector de comercio en el tercer mundo. Los mismos capitalistas reconocen que esta situación es consecuencia directa de la crisis financiera y que causó un retroceso sin precedentes en todos los avances de las últimas décadas en cuanto a equidad de género y que no tienen ninguna perspectiva de recuperación al menos hasta el 2017.
Las mujeres tradicionalmente relegadas a los peores empleos ven agravada esta situación por la crisis económica mundial: 50% de las mujeres durante el 2012 tuvieron empleos conocidos oficialmente como vulnerables, es decir, informales, tercerizados y mal remunerados vs 48% de los hombres. Las empresas venden a las mujeres la idea de trabajar desde casa y cuidar de los hijos al mismo tiempo, despojándolas así de sus derechos laborales, prestaciones sociales y aseguramientos, posibilidad de asociación sindical e incluso las dejan por fuera de las estadísticas. Esto es frecuente en trabajadoras de la industria textil que cosen en casa bajo su propia cuenta y riesgo con su propia máquina, y vendedoras de cosméticos (Yambal, Esika, etc) por poner dos ejemplos locales; otra situación que empeora es la de las trabajadoras domésticas donde bajan las tasas de aseguramiento en salud y la existencia de un contrato como coletazo de la crisis de sus empleadores.
Durante el 2012 la mitad de las mujeres estuvieron empleadas en agricultura, un tercio en servicios y sólo un sexto en la industria, las mujeres tuvieron durante el 2012 muchas menos posibilidades de elegir su empleo que en años previos con dificultad para acceder a algunos tipos de trabajo a pesar de igual nivel de educación y siendo en su mayoría segregadas al sector de servicios; en los países desarrollados la mitad de las trabajadoras industriales perdió su empleo, se calcula que de ellas el 85% se desplazó al sector informal de servicios y las demás fueron relegadas al hogar. Cuando llega la crisis y el capitalista necesita eliminar puestos de trabajo empieza por los puestos de las mujeres, lo cual lejos de favorecer a los hombres agrava aún más su situación dado que en muchos casos se pierde el aporte económico de su compañera y debe cargar solo con los gastos de la familia y principalmente porque este arrastre de las mujeres al desempleo lleva los salarios generales a la baja por la sencilla ley de la oferta y la demanda, porque en tiempos de crisis la mercancía más barata es la fuerza de trabajo.

Diferencias regionales
La disparidad es abrumadora en los ámbitos regionales como África del Norte donde la diferencia en la posibilidad de tener un empleo vulnerable es del 25% o África subsahariana donde es del 15%, en América latina y el Caribe se evidencia una diferencia del 3% en el desempleo femenino vs el masculino; y es justamente en las regiones donde más explotados son los trabajadores de conjunto, donde hay mayor desempleo y en donde las religiones como el Islam y las iglesias cristianas cumplen con su papel de mantener la opresión ideológica y cultural de las mujeres.

Burguesas y obreras no somos hermanas
Los hombres pueden sentirse privilegiados por la situación de las mujeres y son menos oprimidos por las ideologías religiosas o pseudocientíficas que se utilizan para mantener a la mujer en el hogar, pero en conjunto la opresión y la sobreexplotación de las mujeres sólo sirve para permitir la sobreexplotación de toda la clase trabajadora, es por eso que a pesar de los discursos de la OIT, OMS, ONU el capitalismo jamás resolverá la situación de las mujeres por tanto esta le es favorable, la maquillará mientras pueda y la empeorará mientras lo necesite.
Así es como en el siglo XXI cuando nos venden la idea de que las diferencias entre razas y sexos son superadas, vendiendo la imagen de mujeres negras y poderosas como Michelle Obama y Condoleezza Rice como el vivo ejemplo de que todos tenemos iguales oportunidades, es urgente y necesario demostrar que estas mujeres son justamente el ejemplo más obvio de que no son hermanas de la mujer trabajadora porque la lucha no es de la mujer contra el hombre sino de la clase obrera contra el capital. Un ejemplo de cómo opinan muchas de la mujeres burguesas es esta frase de Carla Bruni, esposa del expresidente francés Nicolás Sarkosy: “en mi generación no hay necesidad de ser feministas. Hay pioneras que abrieron el camino. Yo no soy para nada militante feminista. En cambio, soy burguesa. Me encanta la vida de familia, hacer todos los días lo mismo. Adoro tener ahora un marido”.
Sólo la destrucción del capitalismo podrá liberar a las mujeres de la opresión, de la explotación de clase o del pensamiento patriarcal. Por eso, al lado de los hombres trabajadores debemos levantar la consigna: ¡Que la crisis la paguen los ricos (y las ricas)!