De derecha a izquierda: el nuevo establo parlamentario
El panorama del Congreso de la República elegido el pasado 9 de marzo será distinto al anterior: la presencia del Centro Democrático, un partido de extrema derecha, la Unidad Nacional con tres partidos –la U, Liberal y Cambio Radical– y una alianza con el Partido Conservador y Opción Ciudadana que debe cuidar con contratos y burocracia, un Partido Verde que sigue sin definición política y el Polo Democrático en la oposición que continuará con su contradicción interna sobre el Proceso de Paz entre Robledo y sus demás senadores.
La abstención llegó al 56,5%, el voto en blanco obtuvo 5,21% y los votos nulos y no marcados el 15,65%. El voto en blanco duplicó el porcentaje obtenido en las elecciones anteriores, pero estuvo lejos de alcanzar lo que pronosticaban las encuestas. No obstante eso, en la votación por el Parlamento Andino se puso en evidencia su potencial político sancionatorio, inhabilitando a los candidatos que se presentaron y obligando a repetir la elección. Los resultados del voto en blanco demuestran por una parte las limitaciones jurídicas que tiene esta herramienta y por otra la incomprensión de la izquierda del uso del voto en blanco como herramienta política de protesta contra el régimen. A pesar de ello algunos sectores anuncian ahora su adhesión en la primera o la segunda vuelta de las elecciones presidenciales; como es el caso de Gustavo Petro ante su inminente destitución.
La protuberante abstención, el alto porcentaje de votos nulos y no marcados, así como el crecimiento del voto en blanco, provocaron resultados precarios para todos los partidos. La sonora llegada de la derecha, el inestable equilibrio de la Unidad Nacional y las contradicciones internas de la llamada izquierda parlamentaria, son expresión de una institución parlamentaria en crisis y un régimen político descompuesto frente al cual la clase obrera y los pobres no tienen más opción que la movilización de masas.
Centro Democrático: la derecha de la derecha
Alvaro Uribe Vélez eligió 19 senadores y 16 representantes, con especial presencia en Bogotá y Antioquia donde obtuvo 11 curules en la cámara baja. Los 2 millones de votos de Uribe Vélez están concentrados en el centro del país, en los Llanos Orientales y en la Amazonía. Estos resultados superaron las expectativas que se tenían con el uribismo y han sido leídos con pesimismo por los sectores de izquierda y alternativos, culpando a la población y al voto en blanco del crecimiento de la extrema derecha parlamentaria.
Más allá de esos análisis emotivos, la votación uribista muestra dos hechos políticos: el arraigo de las ideas de la derecha en amplios sectores de la población que ven en ella una opción para superar la corrupción y el conflicto armado, y el control que siguen teniendo los grupos paramilitares en algunas zonas del país. Es evidente que la violencia y la corrupción han tenido como actores principales a estos sectores de la derecha, pero la actividad de la izquierda –civil y armada– no ha servido o ha sido insuficiente para que la gente pueda diferenciar sus actuaciones y ha producido cansancio de la guerra y desconfianza de los que se presentan como alternativa.
En últimas, no podemos culpar al ‘pueblo’ por no votar o votar en blanco, más bien debemos revisar por qué después de las sucesivas administraciones del Polo Democrático y de los que ahora integran la Alianza Verde en Bogotá, el Centro Democrático obtiene la mayor votación a la Cámara de Representantes en la capital superando la suma de votos de ambos partidos. Es también significativo que en el Distrito la abstención se haya elevado al 65% y el voto en blanco haya alcanzado el 11%.
Las ‘mayorías’ de la Unidad Nacional
En el pasado Congreso de la República, el uribismo se encontraba disperso entre el Partido Liberal, el Partido Conservador y el Partido Verde. En el nuevo parlamento tendrá bancada propia y la Unidad Nacional tendrá al Partido de la U con 58 curules (21 senadores y 37 representantes), al Partido Liberal con 56 curules (17 senadores y 39 representantes) y a Cambio Radical con 25 curules (9 senadores y 16 representantes). Por otra parte estará el Partido Conservador que tendrá 46 curules (19 senadores y 27 representantes), una tercera parte de ellos uribista y el resto adscritos al santismo mediante cargos y contratos, y Opción Ciudadana (anterior PIN) que seguirá siendo la cara oculta de la Unidad Nacional con 11 curules.
El MIRA, enredado en discusiones sobre discriminación, corrupción y nexos con los paramilitares, perdió su curul al Senado pero obtuvo 3 representantes a la Cámara. MIRA estuvo con Juan Manuel Santos en la Unidad Nacional pero después de los escándalos que generó la Iglesia de la Familia Piraquive, se distanciaron.
Estas mayorías de la Unidad Nacional dependen en principio de la decisión que tome el Consejo Nacional Electoral sobre la candidatura del Partido Conservador y a futuro de los ajustes que haga Juan Manuel Santos en la distribución de la burocracia y los recursos públicos, conocidos como la ‘mermelada’.
Izquierda parlamentaria
Los resultados del Polo Democrático son positivos respecto a las expectativas que se tenían con el aumento del umbral y la salida del Partido Comunista y de los Progresistas de sus listas. Los 541 mil votos obtenidos con el 98,40% de los escrutinios les permite tener 8 congresistas (5 senadores y 3 representantes) soportados en las votaciones de Jorge Robledo (191.910), Iván Cepeda (84.126) y Alexander López (38.963).
Los nuevos senadores del Polo Democrático provienen de experiencias distintas: Jesús Alberto Castilla ligado a Poder y Unidad Popular y al Congreso de los Pueblos, viene de las luchas campesinas del Catatumbo; mientras Senen Niño procede de la burocracia sindical que va de la CUT a la FECODE. El Polo perdió también la curul a la Cámara de Representantes por el Valle del Cauca, con Wilson Arias, quien a pesar de haber obtenido una mayor votación individual respecto a las anteriores elecciones, no presentó una lista que les permitiera tener la curul.
En 2010, el Polo Democrático había obtenido 13 curules (8 senadores y 5 representantes), lo que implica un retroceso relativo. Pero deberá convivir por otros cuatro años con su contradicción interna: sectores que defienden el proceso de paz, que serán acusados por su mayor elector –Jorge Robledo– de ser ‘santistas solapados’ –y el MOIR intentando llevar la bancada hacia la oposición, incluso coincidiendo con el uribismo en temas como la protección de la producción nacional con sectores terratenientes y ganaderos.
En cuanto a la nueva Alianza Verde, subió de 8 a 11 curules, manteniendo 5 senadores. Claudia López, Antonio Navarro y Jorge Iván Ospina representan su ala ‘progresista’, mientras el ex Intendente de Casanare Jorge Prieto y el ex Concejal de Bogotá y ex Diputado de Cundinamarca, Iván Name, representan el sector más ligado a la política tradicional de los Verdes. El comportamiento electoral de esta agrupación seguirá siendo una incógnita frente a la participación en las elecciones presidenciales con el neoliberal Enrique Peñalosa y deberá definir su tendencia hacia la Unidad Nacional, el uribismo o una alianza con el Polo Democrático.
La Unión Patriótica obtuvo alrededor de 100 mil votos y no obtuvo curules en ninguno de los 17 departamentos en los que presentó listas a la Cámara de Representantes. Carlos Lozano, que participaba como miembro de la UP en la lista de la Alianza Verde, tuvo 22.559 votos que no fueron suficientes para un escaño en el Senado. Una derrota para un sector que respalda el proceso de paz en La Habana y que se presenta como una alternativa de unidad de la izquierda, con personería jurídica.
Por último, en la circunscripción especial indígena las curules fueron para el Movimiento de Integración Indígena y Social, MAIS, y la Alianza Social Independiente.
Y ahora…
Las elecciones parlamentarias dejaron un nuevo escenario político en el Congreso de la República pero las mismas tareas para la clase trabajadora y los sectores populares.
La primera de ellas es la necesidad de recuperar la movilización de masas, conducida el año pasado hacia el terreno electoral por las distintas fuerzas que aspiraban a obtener estas curules, hacia un Paro Nacional, pues está claro que en el Congreso se podrán hacer algunas denuncias pero no se podrá aprobar o detener ninguna ley.
La segunda es recuperar las organizaciones sociales –campesinas, estudiantiles y de los trabajadores– que hoy están al servicio de las burocracias y de los intereses electorales de algunas organizaciones políticas.
Pero la contienda electoral no ha terminado y frente a las elecciones presidenciales la izquierda deberá definir si le apuesta a la candidatura de Clara López y su alianza con Aída Avella o al voto en blanco, como una forma de protesta contra el régimen más allá de las limitaciones jurídicas de esta opción. Los socialistas continuaremos impulsando el voto en blanco como la mejor manera de unificar a los trabajadores de todos los partidos contra la reelección de Santos y contra sus planes al servicio de la burguesía y el imperialismo.