Bogotá, ante el resultado de las elecciones queda mucho por hacer: luchar para defender nuestros derechos
Este 25 de octubre Enrique Peñalosa derrotó en las urnas a Clara López por más de 300 mil votos de diferencia; en el medio quedó el liberal Pardo. Como lo demuestran las noticias sobre trashumancia, incautación de mercados y dinero, la corrupción, el clientelismo y la política de gamonales no ha sido superada, los partidos son empresas electorales y el pueblo colombiano sigue preso de la necesidad inmediata, votando por 30 o 50 mil pesos, la democracia colombiana no deja de ser la farsa que siempre ha sido, y los 12 años de la izquierda en Bogotá no fueron más que un limitado paréntesis de políticas asistenciales.
Voto castigo
Los bogotanos se manifestaron en las urnas con un voto castigo a la centro izquierda que gobernó en los últimos 12 años; los escándalos por corrupción de los que Clara López nunca logró desmarcarse, los problemas de movilidad, y la incapacidad de romper con la derecha santista, tanto del Polo como por la Alcaldía de los Progresistas de Petro, cobraron su precio. No todo es culpa de las encuestas, los medios o la mala leche de las campaña de la oposición granburguesa -aunque nadie puede negar que la hubiera-; lo cierto es que decir que se quería gobernar para el pueblo, sin romper y sin afectar los intereses de la gran burguesía en aras de la gobernabilidad, resultó la fórmula trágica para el desgaste y la derrota electoral.
Lamentablemente el neoliberal Peñalosa aparece como una opción de “centro”, apoyado en los discursos del anti-partido y la anti-política enmascara su verdadero rostro de derecha al servicio del gran capital, se presenta por firmas y aparece como el gran urbanista ante una ciudadanía desesperada por salir del caos. Mientras Peñalosa ofrecía un modelo de desarrollo urbano (abiertamente al servicio de los ricos y poderosos), Clara siguió enarbolando planes de asistencia social sin proponer un modelo de desarrollo alternativo. La razón de fondo es que el único modelo de desarrollo alternativo que puede competir con el capitalismo se llama SOCIALISMO, y la izquierda electoral, no estaba dispuesta a dar esa pelea.
¿El poder, para qué?
En doce años se pudo gestar en los barrios y fábricas el germen del poder obrero y popular, sin embargo el poder siguió girando en torno a las instituciones del régimen y las prácticas políticas y administrativas cada vez se fueron pareciendo más a la politiquería tradicional; incluso la contratación de los propios trabajadores del distrito siguió al pie de la letra las políticas del gobierno central, la Bogotá Humana llegó a tener 10 mil trabajadores tercerizados.
No es hora de catastrofismos, no es hora de declarar la extinción de la izquierda ni mucho menos su fracaso, lo único que fracasó fue la política de intentar hacer “un capitalismo más humano”, un propósito inútil. El gobierno de Peñalosa, al igual que todos los gobiernos burgueses, será el enemigo jurado del pueblo y de los trabajadores, por lo tanto desde ya debemos empezar a unificar y organizar la lucha contra las medidas privatizadoras, y por la defensa de las pocas conquistas obtenidas durante los gobiernos anteriores.
Sólo el pueblo salva al pueblo
Ya se escuchan las posturas que, sin comprender que la democracia burguesa está diseñada para que los ricos gobiernen, insisten en culpar a la población: “Si no votó, no se queje”, “los que no votaron a Clara son reaccionarios, ignorantes”; la verdad es que esto no es así, las elecciones son un fraude en sí mismo y la gente lo sabe, existe en el pueblo colombiano un repudio por las instituciones y la política electoral, que los lleva a mostrar su descontento de muy diferentes maneras, entre ellas el abstencionismo, prueba de que las personas descreen de ese sistema y no se sienten representadas por él; por lo tanto abstencionistas, votantes en blanco, votantes por Clara, e incluso votantes por Peñalosa arrepentidos (lo que ocurrirá pronto) tenemos todo el derecho a quejarnos, y mejor aún a organizarnos y luchar por nuestros derechos.
Respetamos profundamente a las personas -sobre todo muchos incansables militantes de base- que de manera honesta trabajaron en el proyecto y votaron por Clara López creyendo en un modelo diferente de ciudad; sabemos que en medio de la fuerte campaña de la derecha se enfrentaron valientemente para defender unos ideales democráticos, por eso, quienes impulsamos el voto en blanco, los llamamos en primer lugar para que junto a los abstencionistas y los que anularon su voto, hagamos un gran frente de lucha contra las ya anunciadas políticas neoliberales de Peñalosa: vamos al trabajo con la gente, vamos a las calles a la movilización, construyamos unidos la alternativa política revolucionaria de los trabajadores.