¿Por qué luchan los trabajadores y los pueblos?
La crisis de la economía mundial está polarizando la lucha entre los capitalistas y los trabajadores. Los primeros son los responsables de esta crisis, y sin embargo, como tienen el poder, dictan planes contra los trabajadores y los sectores populares para que sean ellos los que la paguen, sacrificando salarios, empleo y seguridad social. Los planes son tan agresivos que generan una decidida resistencia, expresada en huelgas, levantamientos revolucionarios, toma de plazas públicas y guerras civiles. Y esto es lo que caracteriza la actual situación social internacional.
Norte de África y Medio Oriente: sin temor a morir
Desde comienzos de la década pasada el imperialismo comenzó a ejecutar planes para impedir que la crisis económica, que ya se anunciaba con la recesión de 2001, llegara al punto a que ha llegado. Invadió Afganistán e Irak para apoderarse del petróleo y hacer una redistribución del saqueo a su interior. Pero con ello lo único que logró fue aplazarla.
Las revoluciones que recorren el Norte de África y el Medio Oriente se iniciaron cuando, con la crisis, el desespero empujó a las masas a perder el miedo a morir, y la indignación se impuso. El primer hecho significativo en ese sentido fue el protagonizado por Mohamed Bouazizi, un joven profesional tunecino, licenciado en informática, acosado por la policía, que le impedía rebuscarse el sustento como vendedor ambulante y se prendió fuego en una comisaría. Este hecho fue la chispa que hizo estallar la revolución en Túnez, la cual dio al traste con el gobierno de Ben Ali y su régimen político dictatorial.
Después del levantamiento en Túnez se produjeron grandes movilizaciones casi en forma simultánea en Argelia, Arabia Saudí, Líbano, Jordania, Marruecos, Egipto, Libia, Irak, Yemen, Barehin, Irán, Somalia y Kwait, entre otros países de la región. En Egipto y Libia los dictadores fueron derrocados, en Barehin el levantamiento fue ahogado en sangre por tropas invasoras de Arabia Saudita representando los intereses del imperialismo, en algunos países los regímenes se impusieron mediante la represión, mientras que en Siria no ha habido tregua y cada vez los enfrentamientos son más sangrientos sin que se decida la situación a favor de uno de los bandos.
En Egipto las movilizaciones no han parado y ahora exigen que las Fuerzas Armadas abandonen el poder. En Libia la división de la población que dejó la guerra civil se mantiene y no logran estabilizar ni política ni económicamente al país. La ocupación imperialista en Afganistán se mantiene y la resistencia no ha dado tregua. A esto se suma la crisis política de Israel con Irán.
En todo caso en la región todavía no están las cosas en orden ni definidas. Hay demasiados intereses políticos y económicos en juego y todas las potencias imperialistas están interviniendo para defenderlos. Esto incluye a Rusia y China, y es la razón por la cual estos dos países se oponen a una intervención militar imperialista en Siria, al tiempo que defienden la dictadura de Bashar al Assad, por ser su gran aliado en los negocios. Es decir, ninguno de estos dos bandos defiende los intereses de la población, sino los suyos.
Europeos sin futuro
Los trabajadores de la Europa imperialista han tenido un pasado de conquistas en el bienestar social producto de sus luchas y nivel de organización: mejores salarios con relación a los trabajadores de los países semicoloniales, seguro al desempleo, subsidios para salud educación y vivienda, entre otros. Pero con la crisis actual sus gobiernos, obedeciendo los dictados de lo que se conoce como la Troika (La Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional), están ejecutando planes para llevarlos a las condiciones que tenemos los trabajadores de las semicolonias. Eso es lo que ha producido una dura resistencia, que se ha desarrollando mediante huelgas y movilizaciones, toma de plazas públicas y duros enfrentamientos con las fuerzas represivas del Estado.
En esta resistencia la juventud ha jugado un papel de vanguardia. En Portugal la juventud se ha declarado como la “Geraçao a Rasca” (Generación sin futuro, en condiciones de precariedad). La conciencia de esa situación es la que ha motivado la fuerte lucha que vienen desarrollando con los planes de los gobiernos y la Troika. La juventud española también es consciente de ello y desconoce lo que llaman democracia en el capitalismo: democracia formal con desigualdad y miseria material.
La resistencia en la gran fábrica del mundo
China, convertida en la mayor fábrica del mundo, también es protagonista del proceso de resistencia que vienen desarrollando las masas del planeta contra los planes que los capitalistas están profundizando para enfrentar la crisis de su sistema. Grandes huelgas se han desarrollado en este país donde los trabajadores son explotados en condiciones de esclavitud, confinados en grandes fábricas produciendo mercancías en horarios extenuantes de más de 12 horas, con salarios miserables y en condiciones laborales indignas. Dentro de las empresas que obtienen gigantescas ganancias imponiendo ese trabajo semiesclavo están entre otras: Dell, Hewlett-Packard y Apple, la empresa del recientemente muerto Steve Jobs, personaje declarado como el gran “genio de la tecnología” y un gran “humanista”.
Ya está pasando el periodo de captación de mano de obra inmigrante procedente del campo, la mayoría en condiciones de ilegalidad, lo que junto con la dictadura del Partido Comunista Chino permitió la producción de mercancías muy baratas, por el grado de sobreexplotación. La nueva generación de trabajadores exige condiciones dignas y mejores salarios. Esto ha producido una oleada de huelgas desde 2010 en grandes fábricas como Honda, Hyundai y Foxconn, lo que es un salto con relación al proceso de resistencia que venía ya desde la primera década del presente siglo y que ha dado origen a sindicatos independientes, rompiendo la resistencia de la burocracia de los sindicatos oficiales agentes de los patronos y del régimen dictatorial del Partido Comunista.
América Latina, rezagada pero no indiferente
En América Latina, la resistencia que derrocó a varios gobiernos, a comienzos de la década pasada, fue desactivada con las expectativas que generaron los llamados gobiernos alternativos, elegidos supuestamente para solucionar los problemas de la población. Pero los trabajadores y pueblos ya han hecho la experiencia con esos gobiernos que se dedicaron fue a gobernar para los capitalistas.
De todas formas la resistencia no ha estado ausente. La vanguardia han sido los estudiantes chilenos que no han dado tregua, primero contra el gobierno de Michelle Bachelet y ahora contra el de Sebastián Piñera. Los trabajadores y los indígenas bolivianos han salido a la palestra, rompiendo con Evo Morales que se dedicó a administrar los negocios de la burguesía y las transnacionales. En Colombia ha habido también importantes luchas de resistencia entre ellas las de los corteros de caña, los petroleros, los trabajadores palmeros y la de los estudiantes el año pasado. El crecimiento económico sostenido en Latinoamérica y la administración de los gobiernos frentepopulistas y nacionalistas, que enfrentaron la miseria con medidas asistencialistas, produjo una importante estabilidad política en la región, pero en la medida en que la crisis vaya llegando desde los países imperialistas, y con ella la profundización de las medidas antiobreras, es posible que la resistencia se incremente.
Ellos luchan, pero las direcciones los traicionan
El problema que tiene la resistencia de las masas a nivel mundial, para lograr triunfos estratégicos y sostenidos, es el de la dirección. Hay luchas heroicas como la de los pueblos de Egipto, Libia y Siria, pero las direcciones se colocan del lado de los explotadores y opresores. Corrientes políticas que se han reclamado representantes de los trabajadores y pueblos oprimidos, como los socialdemócratas y los estalinistas europeos, han servido de freno a las luchas, evitando que estas se generalicen y centralicen, desviándolas hacia la concertación. La corriente castro-chavista que se ha mostrado como defensora de los intereses de los pueblos se ha colocado del lado de dictadores como Gadafi y Bashar al Assad.
En Medio Oriente la corriente influenciada por los Hermanos Musulmanes ha buscado, en forma oportunista, integrarse a los regímenes y nuevos gobiernos que han surgido tras la derrota y derrocamiento de algunas dictaduras. Hamas en Palestina y Hezbolá en el Líbano también han mostrado su política capituladora frente al proceso revolucionario en curso.
En Europa no ha sido posible coordinar una huelga general europea, porque las direcciones socialdemócratas y estalinistas lo impiden, desviando la lucha a la concertación y evitando que se unifique la lucha de la clase obrera del continente. El caso más significativo es el de Grecia, donde las direcciones del socialdemócrata Movimiento Socialista Panhelénico (Pasoc) y los estalinistas del Partido Comunista, se oponen a la huelga general indefinida para derrocar al gobierno. A cambio de ello se colocan al frente para conducir huelgas generales limitadas en el tiempo y en sus objetivos.
¡Abajo el capitalismo, viva el socialismo!
No hay razón para que la riqueza en abundancia genere miseria, si no es porque en el capitalismo la producción está al servicio de la acumulación del capital por parte de unos pocos multimillonarios: ese 1% que denuncian los ocupantes de Wall Street en Estados Unidos. Si se elimina la ganancia y se distribuye la riqueza, la sociedad no tendría crisis de la economía como está sucediendo ahora, pues la riqueza será distribuida entre el 99% que no la posee. Ese experimento ya se ha hecho con el triunfo de la revolución socialista que dio origen a la colectivización de los medios de producción en la ex-Unión Soviética, Europa del Este, China y Cuba, entre otros países. El nivel de vida de los trabajadores en esos países mejoró rápidamente para toda la población, a pesar del proceso de burocratización que terminó en la restauración capitalista, porque la revolución socialista no triunfó en los países imperialistas.
La revolución socialista que lleve a la colectivización de los medios de producción es la salida que se coloca al orden del día nuevamente. El capitalismo ha mostrado una vez más que su carácter depredador y explotador acaba con la vida de los trabajadores que somos quienes producimos la riqueza. Si la resistencia se sigue incrementando y entramos en una situación revolucionaria mundial generalizada, podemos estar más cerca de esa meta, si al mismo tiempo, construimos una dirección política revolucionaria que lidere ese proceso. Impulsando la unidad de los trabajadores para enfrentar los planes de los capitalistas, la Liga Internacional de los Trabajadores viene haciendo un llamado a los revolucionarios, para que nos unifiquemos y construyamos esa dirección, porque la salida es el socialismo, liquidando al capitalismo.