Un golpe al tablero regional

Para entender la evolución de la revolución en Egipto es indispensable tomar en cuenta el mapa político del mundo árabe. Varias cuestiones interactúan e influyen en los actuales procesos revolucionarios en la región: el problema palestino, el conflicto árabe-israelí, el cambio interno, la inestabilidad y las revoluciones, las políticas del imperialismo por el control de los recursos naturales, las relaciones políticas y religiosas entre los árabes y el movimiento islamista.

Palestina y el enfrentamiento árabe-israeli
Aparentemente, la actual revolución árabe –y en particular la egipcia– poco o nada tiene que ver con Israel y Palestina o con el conflicto árabe-israelí, lo que hace deseable sacar estos dos problemas del paso para intentar una solución. Pero lo que torna tan explosivo en la actualidad el oriente próximo y el Magreb, e incierta la solución, es precisamente la coincidencia de la no resolución del problema palestino y el conflicto árabe-israelí con los procesos revolucionarios actuales o lo que hemos llamado la revolución árabe.
La cuestión está particularmente viva pues desde el golpe militar que tumbó a Morsi, los EE.UU. han venido nuevamente impulsando negociaciones entre Israel y los palestinos, pero al mismo tiempo el ejército egipcio bombardea y destruye los túneles que comunican con Gaza que son de vital importancia para la sobrevivencia de la economía palestina, mientras que el ejército israelí bombardea bases de los islamistas en territorio egipcio (el Sinaí), con la complacencia del ejército. ¿Tiene algo que ver lo anterior con el golpe a Morsi?
Mencionemos brevemente algunos elementos: El conflicto árabe-israelí deriva de la no resolución del problema palestino. La confrontación política y económica de los estados árabes con Israel, así como todas las guerras árabe-israelíes desde 1948 son consecuencia de la no resolución del problema palestino. Los estados de excepción o leyes de emergencia en Siria y Egipto son herencia de esta confrontación con Israel. El problema palestino talla en las políticas petroleras, la amenaza de interrumpir el flujo y el transporte de petróleo o un ataque armado contra las instalaciones petroleras han estado relacionados con la no resolución del problema palestino (el primer atentado en la historia contra una instalación petrolera en la región lo realizó un comando palestino).

Morsi y el imperialismo
Veamos entonces una historia más reciente, sobre cómo interactúa el problema palestino con las revoluciones en la región, en particular en Egipto. Todos los conflictos económicos o políticos de la zona, incluida la revolución árabe, conducen o tienen un punto en común: la existencia del estado de Israel o la no solución del problema palestino. Al respecto Barry Rubín, director del Centro de Investigación Global en Asuntos Internacionales de Israel, afirma lo siguiente sobre la influencia de la situación actual en Siria y Egipto para Israel: “Con los Hermanos Musulmanes de Egipto arrojados fuera del gobierno, Hamas representa una amenaza mucho menor. En lugar de tener a Egipto como patrón, El Cairo es ahora un enemigo mucho peor de lo que fue bajo Mubarak. Por consiguiente, se rompe la cuestión de una Hermandad entre Egipto, Hamas y Siria.” Y sobre Egipto afirma “la transformación de la situación estratégica de Israel se aproxima casi a la victoria de la guerra de 1967, salvo que esto no es un triunfo sobre Egipto; sino un tremendo incremento de la cooperación. La amenaza de la disolución del tratado de paz y de una posible nueva guerra ha sido sustituida por la perspectiva de paz más profunda y una asistencia estratégica mucho mayor.” (¿Cómo afecta la guerra civil Siria y el golpe en Egipto a Israel?, por Barry Rubin)
Existen muchas razones para entender el golpe de estado contra Morsi, como por ejemplo sus intenciones de ir hacia o imponer un régimen islámico pero, lo cierto, el asunto de fondo, es que el imperialismo no podía permitir que a Egipto lo gobernara Morsi por la relación política de la Hermandad Musulmana con Hamas. Hamas, que es un ala radical de la Hermandad Musulmana, gobierna actualmente la franja de Gaza y ha declarado la yihad a Israel. Este asunto no le cuadra al imperialismo y por esta razón no condena el golpe militar contra Morsi. La Hermandad gobernando puso en riesgo el papel de Egipto como guardián de Israel, es decir, los acuerdos de Paz firmados por Anwar El Sadat. Recordemos que el primer país árabe que reconoció la existencia del estado de Israel fue Egipto. El imperialismo e Israel cuidan con mucho celo los acuerdos de paz logrados con Sadat.

La Hermandad y Hamas
Es cierto que Morsi fue el nuevo Bonaparte que trató de cerrar la situación revolucionaria; que reprimió al pueblo para implementar su agenda neoliberal, mantener los acuerdos militares y de paz acordados con el imperialismo; y que trató de dar pasos en la implantación de un proyecto teocrático, de persecución a las minorías, en especial a los cristianos coptos. Pero sería equivocado concluir que como parte de una política más general para el área, Morsi tuvo total apoyo del imperialismo. Ni la junta militar, ni el imperialismo vieron con buenos ojos las maniobras iniciales de Morsi –se reunió con el presidente de Irán y luego con representantes de la Hermandad Musulmana exiliados y con delegados de Hamas–; tampoco Morsi tuvo el apoyo del ejército y de EU cuando pocas semanas antes del golpe en su contra llamó a los islamistas egipcios a combatir contra el dictador sirio Al-Assad.
Tal vez lo anterior no tuviera importancia si el problema palestino se hubiera resuelto, es decir, si no existiera el estado de Israel. Pero Hamas es un ala de la Hermandad Musulmana, así reza en su carta ideológica de creación en 1988: “Artículo 2. El Movimiento de Resistencia Islámico es una de las alas de la Hermandad en palestina”. Hamas incorpora a su programa la famosa cita de Al-Banna, fundador de la Hermandad Musulmana, y de ahí su éxito entre la población palestina, “Israel existirá y continuara existiendo, hasta que el Islam lo destruya”.
El imperialismo siempre ha desconfiado de gobiernos islamistas; sean moderados o radicales la desconfianza es la misma. La historia reciente en la región lo confirma, el imperialismo no confía en los islamistas sean de la Hermandad o salafistas y menos en Al-Qaeda a quien ha declarado la guerra.