Durante los últimos años se han denunciado actos de violencia contra personas LGBT en Bogotá, es difícil investigar ya que estas muertes son llamados crímenes “pasionales”, propios de homosexuales según medicina legal. En el 2010-2011 en Bogotá fueron asesinadas 280 personas LGBT; principalmente las mujeres trans con la mayoría de las muertes: 67 en 2006, 57 en el 2008 y 39 en 2009 y al menos 3 en lo que lleva el año. Las principales víctimas son travestis en ejercicio de prostitución y hombres gay.
No existe un sistema de información unificado: policía, defensorías, personerías y procuradurías tienen su propia forma de registro, ninguna tiene variables que identifiquen a esta población, ni existen bases de datos sobre denuncias interpuestas por la población LGBT. Entonces si es asesinada una mujer trans, proceden a identificarla como hombre, invisibilizando su condición de persona trans y dificultando el análisis diferenciado de violaciones de las que son víctimas.
Las mujeres trans y lesbianas son sometidas a violaciones y fuertes golpizas enunciadas como lecciones para “ayudarlas” a corregir su orientación. A partir de los años 80 los grupos de “limpieza social” ejercieron acciones violentas físicas y simbólicas contra grupos “peligrosos” entre ellos mujeres trans, a través de panfletos amenazantes, injurias, burlas y ataques.
Activistas trans denuncian las muertes de sus compañeras mientras los medios siguen hablando de “crímenes pasionales”, no es necesario un asesinato para que sea un crimen de odio, la vulneración a los derechos humanos se debe catalogar como crimen de odio y los suicidios de jóvenes LGBT que reciben acoso, hostigamiento y violencia por parte de pares, docentes y personal en las escuelas y como consecuencia de ello padecen de depresión y llegan al suicidio.
La memoria como instrumento de lucha
En los procesos de Memoria y Reparación de la Ley de Víctimas, los crímenes de odio han sido mencionados escasamente, porque las víctimas temen a denunciar los efectos del conflicto armado en sus cuerpos, y por la naturalización de la violencia en la vida de las mujeres, y mucho más las trans. Es por todo esto que los activistas de los sectores LGBT y colectivos luchan contra el olvido y desde la movilización exigen sus derechos como personas en memoria de las víctimas.
A través de la construcción colectiva de la memoria unen sus voces contra el olvido las mujeres trans asesinadas por su condición. En este sentido la memoria y el olvido giran en torno a una dimensión ético-política. Lo político a partir de lo cual se alza una voz conjunta para asegurarse de que no haya una víctima más.
Uno de los casos emblema es el de Wanda Fox activista trans abaleada y muerta en el 2009 cuando estaba laborando como trabajadora sexual. Ella denunció muertes de compañeras que quedaron en la impunidad. Estas mujeres luchan por ser aceptadas en una sociedad indolente y segregadora que las asesina todos los días, ahora dicen NO MÁS, usando la memoria para resistir, reconstruir, denunciar, combatir los crímenes de odio. Un acto de denuncia pública es un acto político de lucha y resistencia contra la negación de la dignidad humana y la barbarie cotidiana.
Las víctimas y sus familias han sido silenciadas por el olvido de la sociedad, de los medios de comunicación, de las estadísticas, ya que estas personas no existen, aparecen muertas en los basureros, detrás de las montañas de Monserrate y en cualquier calle, y así lo denuncia Coqueta:
…"En los años 80 más o menos 90, se encontraban mujeres trans que eran compañeras nuestras tiradas en el basurero de Doña Juana, detrás de las lomas de Monserrate, en cualquier calle... se encontraban con disparos en sus cuerpos, con sus vestidos y pelucas de mujer...nadie respondió por eso, nunca se encontraron los responsables...uno sentía miedo de que algún día le tocara a uno..."
Lo que buscan las comunidades de memoria representadas en el movimiento social es transformar el futuro para la reivindicación de los derechos de las mujeres trans. Actores y militantes, usan ese pasado para la confrontación y la lucha contra el olvido y el silencio y debemos apropiarnos de esa memoria para transformar la sociedad, de lo contrario las mujeres trans, excluidas entre los excluidos seguirán siendo víctimas impunes e indefensas.
El movimiento social ha logrado reivindicaciones y visibilización, gracias a su presencia en los diferentes espacios como la Marcha de la Comunidad LGBT por la diversidad, su máximo logro representado en la Política Pública de Bogotá para las personas de los sectores LGBT. Pero todos estos movimientos si bien aportan y avanzan en derechos tienen graves limitaciones porque no ven el problema de conjunto, separan las reivindicaciones de las personas LGBT de las de los demás excluidos y explotados, tienen ilusiones en que se puede transformar esta situación a través de reformas y muchas veces los movimientos son controlados por élites que se toman la representación por todos los sectores, marginando y excluyendo a las personas más vulnerables como son las trans en ejercicio de prostitución.
Al igual que sucede con los movimientos feministas una condición sexual nos hermana pero la clase social nos divide radicalmente, los intereses de las élites como el matrimonio o la adopción dejan atrás a los problemas de las personas LGBT provenientes de familias obreras y pobres que tienen negado el derecho a la vida, al trabajo, a la dignidad humana; es a estos sectores a quienes llamamos a unirnos a la lucha y la movilización contra el sistema capitalista y patriarcal.
¡Alto a los crimenes de odio!
¡Ni una mujer más asesinada,
castigo para los asesinos!
¡Por el derecho de las mujeres trans
a una vida digna,
memoria y movilización!
Ivonne y Amélie