Negociaciones con ELN ¡Listos para despegar!

Liberación de Jernoc Wobert, canadiense retenido por el ELN en el Magdalena Medio.

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Luego de múltiples comunicados, idas y venidas, vueltas y revueltas, concluyó ayer 27 de agosto el episodio de la retención-secuestro del geólogo canadiense Jernot Wober, vicepresidente de exploraciones de la multinacional Braewal Mining Corporation, que había sido retenido por el ELN desde el pasado 18 de enero.
La retención-secuestro del canadiense se había convertido en la piedra en el zapato que impedía ultimar los detalles para el inicio de negociaciones con el ELN, pues la posición gubernamental era categórica: ¡o devuelven al canadiense o no les instalo la mesa!
El tira y afloje concluyó luego de la declaración de la multinacional de cesar sus operaciones en Colombia –las cuales seguramente continuarán a través de otros socios o empresas con otros nombres, como hacen todas las multinacionales en estos casos– y de renunciar a dos de los cuatro títulos mineros que, según el ELN, había obtenido fraudulentamente en la zona donde desarrollaba sus actividades.
El ELN, haciendo honor a sus afinidades con la ideología cristiano-católica se hizo acompañar para la liberación de dos jerarcas de la Iglesia colombiana, el arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve, y el jefe de los jesuitas en el país, padre Francisco de Roux.
Más allá de la mecánica que puedan tener las futuras negociaciones con el ELN, de si acoplan en vuelo con las que transcurren en La Habana o si aterrizan en otro país, con otros equipos negociadores, el hecho es que en breve se abrirá otro frente de diálogos por la paz. Uribe lanzará enardecidos trinos y los grandes medios de comunicación enfocarán hacia allá sus cámaras y micrófonos buscando ocultar lo más importante del momento político actual: una coyuntura de luchas y movilizaciones contra la totalidad de las políticas de Santos. Santos, igualmente, tendrá interés en que el centro de atención no sean las movilizaciones, paros y cacerolazos sino los diálogos, mesas y encuentros de toda índole que rodean las negociaciones con la guerrilla.
En la coyuntura y periodo actual del proceso colombiano las armas del movimiento obrero y popular no son las de la guerrilla. Las mejores armas del movimiento obrero y popular son la movilización masiva, la organización democrática de sus acciones, la coordinación de las diversas luchas y sectores en un solo haz contra los planes y políticas del gobierno de turno. A eso deberían dedicarse todos los esfuerzos. La guerrilla podrá hacer su negociación pero sólo intensificando la lucha y la movilización por las más sentidas necesidades de millones se podrán derrotar los planes económicos y sociales del gobierno.