Las elecciones en la CUT y el Encuentro Sindical Clasista

La proximidad de la realización de una serie de eventos sindicales han puesto de nuevo en la agenda de discusión de los activistas obreros y de las organizaciones políticas de los trabajadores, los temas de la crisis de las organizaciones sindicales, de la unidad sindical, de la construcción de nuevos sindicatos y de su agrupamiento en sindicatos de industria, de la crisis de dirección, de los principios y el programa que deben orientar la lucha obrera, del alinderamiento internacional, de las relaciones con los gobiernos y los patrones, en fin, de todos los grandes aspectos que afectan el presente y el futuro de las organizaciones gremiales de los explotados.

Los mensajeros organizados en Sinaltram y Sintradomesa luchan contra la precarización y organizan al sector.

Son muchos los acontecimientos, recientes y por venir, sobre los que habría que elaborar colectivamente en los sindicatos posiciones y propuestas. Hechos de gran magnitud, como la abierta traición perpetrada por Julio Roberto Gómez y la alta cúpula de la CGT, que se pasaron con todos sus trebejos al campo del gobierno de Juan Manuel Santos dándole, en la práctica, un espaldarazo a sus planes económicos y políticos, exigen una amplia y abierta discusión en todas las organizaciones obreras, que excede la capacidad de este periódico. Pero las elecciones de los cuerpos directivos en la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, y el llamado Encuentro Sindical Clasista convocado para el mes de agosto ameritan una atención prioritaria de los dirigentes obreros con conciencia de clase, porque representan, para muchos de ellos, la posibilidad de reagruparse para enfrentar los efectos de la crisis y los planes de sobreexplotación de la patronal nacional y extranjera.

La urgencia del reagrupamiento y la unidad
Todos los obreros sienten en las fábricas y sitios de trabajo el rigor de los planes económicos y de las duras condiciones laborales. Saben de las enormes ganancias reportadas por todas las ramas de la economía y no ven pasar por sus manos uno solo de los pesos aportados por la bonanza. Sufren las arbitrariedades de supervisores y jefes inmediatos, ejercidas por la ausencia de fuertes organizaciones gremiales encabezadas por dirigentes clasistas. Perciben espontáneamente la necesidad de organizarse y, desafiando el riesgo de la represión y el despido, organizan nuevos sindicatos, bien porque no existen, bien porque los existentes están dirigidos por viejos burócratas entregados a la patronal a cambio de privilegios mezquinos. Apelan a la asesoría de las centrales y sus subdirectivas y, en más de una ocasión, o son mal asesorados por desidia o por ignorancia de los burócratas, o son bloqueados por la tramitomanía del Ministerio del Trabajo y se hacen presa fácil de la venganza patronal, que no les perdona la “deslealtad” de organizarse para reclamarle mejores condiciones económicas, laborales y sociales.
Sin embargo el tesón y la persistencia de los trabajadores, alimentados por los años de explotación y abuso, los obliga a aprender en el camino la forma de defenderse y, en buena proporción, consiguen consolidar sus sindicatos y ganar el respaldo de parte de sus compañeros de trabajo. Presentan a los patrones, pliegos que condensan sus peticiones básicas, e inician un nuevo calvario, el de obligarlos a negociarlas. La legislación vigente, construida a la sombra del retroceso en las luchas, les brinda a los explotadores todas las garantías para, haciendo uso de toda clase de artimañas, eludir por meses y años la firma de las convenciones colectivas que solucionen las peticiones obreras.
La repetición, casi calcada, de este drama impulsa a las nuevas organizaciones a buscar entre ellas el apoyo a sus luchas, que no encuentran, de manera decidida, en las centrales y los grandes sindicatos tradicionales. Salvo algunas excepciones de dirigentes individuales de esas centrales y sindicatos, que se vinculan a las coordinadoras de conflictos y desde ellas brindan solidaridad a las recién nacidas organizaciones, las nuevas generaciones de sindicalistas que emergen a la lucha, solo cuentan con sus propias fuerzas. Pero el instinto les dice que tal situación de aislamiento no puede ser sostenida en plazos largos, por eso consideran que su independencia inicial debe ser resuelta por alguno de los caminos que los lleve al agrupamiento con los demás sectores que aparecen en la escena de la lucha y a la unidad con sus hermanos de rama.

La división sindical y la salida a la crisis
Por desgracia las centrales obreras, como la CUT y la CGT, y los grandes gremios, como Fecode o la USO, están más preocupados por las batallas intestinas por el control de los aparatos —desde los cuales se catapultan al juego de la política electoral burguesa, o acceden a los recursos financieros que el imperialismo les arroja por intermedio de sus aparatos burocráticos, como la Ciols—, que en defender a los trabajadores de la voracidad capitalista.
Este duro panorama les plantea a los miembros de las nuevas organizaciones —que continúan surgiendo, aun molecularmente, pero de manera sostenida en todas las ramas de la producción y en todas las regiones del país— la tarea de buscar los mecanismos del fortalecimiento de las nuevas corrientes clasistas, dentro y fuera de los grandes aparatos sindicales, como paso indispensable hacia la unidad de la clase que permita enfrentar los planes de sobreexplotación del gobierno, la patronal y el imperialismo.
Eso implica encontrar los lazos de comunicación y agrupación para participar centralizadamente en las elecciones de los organismos de dirección de la CUT —en el caso de las organizaciones que están afiliadas a la Central— y la participación con una plataforma de principios y un programa de lucha en los eventos sindicales que, como el llamado Encuentro Clasista, se propongan construir alternativas a la crisis en que se revuelcan los aparatos burocráticos.

Plataforma y plan de lucha
Una plataforma de principios y un plan de lucha deben contemplar como mínimo los siguientes aspectos: independencia política total de los sindicatos de los partidos burgueses y pequeñoburgueses; absoluta democracia interna para presentar propuestas económicas y políticas y alternativas de dirección; actitud solidaria incondicional con todas las luchas obreras y populares; vigilancia permanente contra cualquier asomo de burocratización de las organizaciones gremiales; discusión política permanente en las bases para formarlas en la lucha contra la explotación capitalista; recuperación del internacionalismo militante para oponerlo al copamiento imperialista de la Ciols y a las maniobras de la decadente burocracia que hundió a la Unión Soviética y a los viejos Estados Obreros, y que está llevando a Cuba al callejón sin salida de la restauración capitalista; planes de lucha realistas y realizables contra las políticas del gobierno y el imperialismo; colocación de una parte significativa de los recursos financieros de las organizaciones al servicio de la construcción de nuevos sindicatos donde no los haya; construcción de la unidad clasista de la mayoría de los trabajadores y explotados que se proponga la destrucción del capitalismo como real salida a la crisis global de la sociedad mundial; proponerse la construcción de un partido nacional e internacional que conduzca a la clase obrera al objetivo de la sociedad socialista.
G.M.