La Unidad Nacional con los empresarios frente a los Tratados de Libre Comercio:Una trampa estratégica para los trabajadores y el pueblo colombiano

La Revista Izquierda, en su edición No. 20 de marzo de 2012, publica un artículo de Daniel Libreros Caicedo, polemizando con las posiciones del senador Jorge Robledo del PDA y el MOIR respecto a la estrategia de unidad de los trabajadores y empresarios nacionales para enfrentar los tratados de libre comercio. Los aspectos programáticos y estratégicos que subyacen tras este debate son de trascendental importancia y trascienden la frontera de las discusiones ideológicas al interior del Polo Democrático Alternativo, donde actualmente se desarrolla. Por ello, con autorización del autor, reproducimos el mencionado texto y recomendamos su lectura.

Jorge Robledo, elogia el modelo de desarrollo de la burguesía surcoreana.

Corea del Sur en la segunda post-guerra
En el foro “Los riesgos del TLC con Corea”, realizado en Bogotá el 27 de Enero del año en curso, el senador Jorge Enrique Robledo hizo un reconocimiento expreso del modelo económico aplicado por las elites económicas coreanas desde la segunda postguerra. Textualmente anotó: “En 1950 Corea era un país más atrasado que Colombia, un país destruido por la guerra y ocupado militarmente por potencias extranjeras. Y Corea es hoy lo que es porque se montó un proyecto de desarrollo nacional, de unidad nacional, en el que se pudo hacer coincidir de una u otra manera muchísimos intereses. Montaron un sueño. Se preguntaron qué país querían tener...”.1 Añadió que “cada avance importante de la industria coreana es una decisión acordada por la sociedad coreana y por su Estado...”. Estos acuerdos produjeron milagros económicos que deben resaltarse. Se convirtieron en los mejores armadores de barcos del mundo en pocas décadas sin que tuvieran experiencia en esa rama industrial; tampoco conocían la producción de acero y obtuvieron ese insumo básico para el desarrollo industrial con la creación de POSCO, una gran siderúrgica; decidieron inundar el planeta de automóviles y lo lograron. Lo mismo ocurrió con la electrónica. Los ejemplos sobran.
En este recorrido discursivo Robledo deja a un lado la historia. Efectivamente, el primer elemento a resaltar del milagro económico coreano fue la decisión política del imperialismo norteamericano de crear un “cordón sanitario” en el eje geográfico Taiwan-Corea del Sur que impidiera la extensión de la revolución china durante los años que siguieron a la segunda postguerra. Por ello, en 1946, una vez el ejército de EE.UU. tomó posesión en Corea (U.S. Military Government in Korea, USAMGIK), en el marco de los acuerdos de Yalta, colocó a un personaje títere, Syngman Rhee, al frente del gobierno, apoyado por el partido de derecha anticomunista (el Partido Democrático Coreano-KDP), el cual había funcionado legalmente durante la invasión japonesa y al que los propagandistas del imperio le cambiaron el nombre llamándolo partido liberal. Desde el inicio de su mandato Rhee instauró un régimen dictatorial, ilegalizó el Consejo General de sindicatos coreanos (GCKTU) y utilizó el estado de excepción mediante el “Decreto para la protección de la paz nacional” para perseguir indiscriminadamente a la población.2
Luego vino el apoyo USA con 300.000 soldados en la guerra con Corea del Norte, lo que contó con la aprobación de Naciones Unidas, aval que le sirvió al gobierno colombiano de entonces para ratificar su incondicionalidad a la diplomacia bélica norteamericana enviando tropas que acompañaron esa incursión imperial. En el curso de la guerra, el gobierno de Syngman Rhee ejecutó a centenares de militantes de la izquierda surcoreana.3 Este régimen dictatorial encontró su estabilidad económica en la “ayuda financiera gratuita” de Estados Unidos. En el lapso 1945-1961 Corea no acudió a créditos externos porque recibió a título de donación US$3.100 millones del gobierno estadounidense.4 Incluso en el período 1962-1966, ya en la dictadura de Park Chung Hee (1961-1979), las donaciones USA representaban el 70 % del total de capitales que ingresaban al país.
 

Los costos sociales del modelo de sustitución de importaciones en Corea del Sur
Aurelio Suárez5, en un artículo posterior titulado “La economía política del TLC”, reconoce el peso de la ayuda financiera y militar de Estados Unidos en ese período, pero, no incluye el papel de las dictaduras. Y al describir el modelo exitoso de sustitución de importaciones, iniciado en la década de los sesenta, se limita al igual que Robledo a mostrar las bondades del pacto corporativo entre las elites organizadas en los chaebols (conglomerados industriales y financieros) y el Estado, contrastándolas con el modelo de apertura comercial que ha impuesto la globalización neoliberal al capitalismo periférico, condenándolo a la destrucción de la industria.6
Esta nostalgia por el modelo sustitutivo coreano esconde los costos sociales del mismo. Ellos pueden ejemplificarse en primer lugar con los campesinos. Desde cuando ocurrió el reparto de Corea, las autoridades militares-USA, cuando aún los habitantes rurales representaban las dos terceras parte de la población, impusieron una reforma agraria que llevó a la expropiación sin indemnización de los latifundistas japoneses y con indemnización a los coreanos. Los campesinos devinieron en propietarios de pequeñas parcelas de tierra (legalmente no podían ser mayores a 3 hectáreas), pero el Estado, además de impuestos, les impuso a algunos productos relevantes un precio administrado inferior al de los costos de producción.
Esto no fue otra cosa que una expropiación masiva de los ingresos campesinos.7 Apropiados como renta estatal sirvieron de soporte fiscal a los subsidios de los chaebols, expresando una política de distribución negativa del ingreso.
El otro caso que ilustra los costos sociales del modelo en cuestión es el de los trabajadores. La acumulación de capital, asociada a la sustitución de importaciones en Corea, se cimentó, principalmente, en la sobreexplotación del trabajo, en la apropiación de plusvalía absoluta. “Las condiciones impuestas a los trabajadores eran insoportables. Los salarios permanecieron mucho tiempo por debajo que en Hong-Kong, Formosa o Singapur, mientras que los horarios de trabajo eran como media de 54 horas por semana(...) Corea del Sur conocía una tasa particularmente elevada de muertos en el trabajo (5 por día a fin de los años ochenta, 390 heridos...)”.8
Esta situación ha obligado a una resistencia permanente del movimiento obrero coreano, uno de los más combativos y cualificados del lejano oriente.9 La izquierda colombiana y el sindicalismo debieran propiciar una política de unidad con los trabajadores coreanos para enfrentar las imposiciones del liberalismo económico bilateral.10

Una estrategia equivocada
El propósito de presentar el modelo sustitutivo de Corea del Sur como un ejemplo a seguir hace parte de la estrategia programática de los compañeros del MOIR. Partiendo de la caracterización de que el momento amerita un pacto obrero-empresarial en contra del libre comercio y en defensa de la producción interna, se declaran dispuestos a incluir en una nueva “unidad nacional” a todos los empresarios que compartan esta causa, incluyendo a los capitalistas foráneos.11 Por ello han anunciado junto con sectores del sindicalismo y parlamentarios oficialistas un frente de unidad política con Proindustria, un grupo de empresarios que se oponen al TLC con Corea.
Esta apuesta política parte del criterio equivocado de que es posible construir capitalismo endógeno abandonando el libre comercio con un modelo proteccionista y regulado, en el que un sujeto político que aún sigue sin aparecer, la “burguesía nacional”, desempeñe un papel protagónico. La pregunta que surge es la de dónde están las condiciones materiales de esa pretendida burguesía pro mercado interno cuyo espectro variopinto ahora incluye hasta los inversionistas extranjeros.
La globalización financiera terminó produciendo un poder corporativo de los grandes conglomerados financieros transnacionales sobre los Estados en medio de una concentración abismal de la riqueza.12 Ello puede comprobarse observando el papel de los intermediarios financieros y las calificadoras de riesgo en la actual crisis de las economías mediterráneas.
De otro lado, la globalización empresarial, al fragmentar la cadena de producción de bienes y servicios mediante la gestión de mando computarizada, basada en la “externalización” de procesos productivos con el objeto de reducir costos salariales,13 terminó por conformar un “mercado mundial del trabajo” al que se sumaron millones de trabajadores que antes de 1989 hacían parte de la Unión Soviética y de la COMECON y, en los inicios del presente siglo, los millones de trabajadores de la China continental, cuando ésta decidió ingresar a la OMC. Este “mercado mundial del trabajo”, en el que compiten millones de seres humanos por la subsistencia, explica la reducción de los ingresos de los trabajadores a escala planetaria.
Explica, igualmente, la expansión inusitada de los Tratados de Libre Comercio. El propósito de estos tratados es el de profundizar un ordenamiento internacional del trabajo con salarios bajos, institucionalizado desde hace varias décadas, el cual garantiza la obtención de plusvalía absoluta.
Presentado este contexto internacional en la órbita de la acumulación de capital expresa un cambio cualitativo en el comercio internacional, el cual ha terminado por consolidarse como mercado corporativo. Las dos terceras partes del comercio mundial obedecen a intercambios entre matrices y filiales de las grandes transnacionales, cifra aceptada hasta por las propias IFIS.
En un país tan aislado de las discusiones internacionales debe insistirse en lo que es obvio. Colombia es parte del complejo sistémico del capitalismo transnacional. El que algunos empresarios de las transnacionales se opongan al TLC con Corea no los hace opositores al libre comercio. Como ocurre en otras partes del planeta utilizan ese expediente para posicionarse frente a la competencia. A manera de ejemplo, a la General Motors que acaba de anunciar una inversión de $400.000 millones en ensamblaje de autos le interesa que no opere el TLC con Corea para impedir el abaratamiento de las importaciones de los carros de la Hyundai. Pero esa oposición se diluirá durante la reglamentación del TLC con USA. Y en el caso de la burguesía endógena hace rato que la que contaba con capacidad de decisión política se articuló al escenario internacional de la globalización neoliberal. Aquella que viene siendo triturada por la dinámica transnacional de la acumulación de capital no cuenta ni con el soporte material ni con capacidad política para cambiar su destino. Plantearles a los trabajadores colombianos que la salida a la crisis pasa por una alianza estratégica con estos sectores del empresariado para retornar al modelo sustitutivo es condenarlos de antemano a que depongan la posibilidad de convertirse en sujetos políticos autónomos. Condenarlos a la derrota.
Lo que requerimos es la conformación de un gran frente de los trabajadores asociado a las luchas internacionales de resistencia en contra del libre comercio. La denuncia del “dumping social”, la movilización por el respeto de las cláusulas sociales y por estándares mínimos de calidad de vida de todos los trabajadores en cualquier lugar del planeta. Lo que requerimos es la conformación de un gran bloque popular con trabajadores, campesinos y comunidades étnicas por la defensa de los territorios y por la obtención de una nacionalidad pluriétnica diferente a la del nuevo imperialismo depredador.
Por lo demás, cuando el capitalismo ha terminado por producir una crisis civilizatoria que incluye la destrucción de la naturaleza, y cuando millones de trabajadores en los países metropolitanos se movilizan en contra de los planes de ajuste que imponen las elites transnacionales para intentar salir de la bancarrota que ellas mismas causaron, no tiene sentido preocuparnos por desarrollar un capitalismo endógeno.

1Intervención del senador Jorge Enrique Robledo, en representación del Polo Democrático Alternativo, en el acto en el foro “Los riesgos del TLC con Corea”, Bogotá, 27 de enero del 2012, página web del MOIR.

2 “La Comisión de las Naciones Unidas para Corea señalaba en agosto de 1949 que en los ocho meses anteriores al 30 de abril de 1949, 89.710 personas habían sido detenidas en virtud del «Decreto para la protección de la paz nacional». Toussaint Eric, “Corea del Sur: el milagro desenmascarado”, CADTM, página web, abril del 2006.

3Toussaint Eric, en op. Cit, presenta la cifra de 100.000 asesinatos. Este número de asesinatos está tomado del libro de Gregory Henderson, por entonces diplomático en Corea, The Politics of the Vortex, Harvard, 1968.

4Toussaint Eric, op. Cit, toma este dato de “Mahn-Je Kim, «The Republic of Korea’s successful Economic Development and the World Bank», en Devesh Kapur, John P. Lewis y Richard Webb, The World Bank, Its First Half Century, vol. 2: Perspectives, Brookings Institution Press, Washington D.C.,1997, p. 25. Añade, “El monto es considerable: es más del doble de lo que el trío Bélgica-Luxemburgo-Países Bajos recibió durante el Plan Marshall, un tercio más de lo que recibió Francia, un 10 % más que el Reino Unido. Las donaciones recibidas por Corea entre 1945 y 1961 son superiores al total de los préstamos otorgados por el Banco Mundial al conjunto de los países en desarrollo que lograron su independencia...”.

5“No es nuevo. En la segunda posguerra, aliados “no comunistas”, como Taiwán y Corea, recibieron trato especial para “resguardarlos de la tentación del comunismo” (Dugger, 2008). Se les suministró capital subsidiado, fomento para sustituir importaciones y acceso comercial especial (Suárez, 2009). Eisenhower declaró que “los sacrificios del pueblo estadounidense en la causa de la libertad (...) desde el cierre de la Segunda Guerra Mundial, se mide en miles de millones de dólares” y, en 1954, firmó un tratado de seguridad y defensa mutua, por el cual aún permanecen 30 mil soldados norteamericanos en Corea, su relación es estratégica...” “Economía política del TLC con Corea”, Aurelio Suárez Montoya, febrero 1 del 2012, página web del MOIR.

6Debe añadirse que a partir de la década de los noventa Corea del Sur acogió las exigencias de la globalización neoliberal, lo cual, sumado a la pérdida de competitividad frente a las exportaciones chinas, la llevó a una crisis económica considerable en 1999.

7«El precio de compra del arroz, hasta 1961, no permitía a los campesinos cubrir el conjunto de los costes de producción, que permanecieron muy inferiores al precio de mercado hasta 1970. Hasta 1975, las oficinas de comercialización públicas controlaban por lo menos el 50 % de las cantidades de arroz puestas en el mercado, cantidad que llegaba al 90% para la cebada». Jean- Philippe Peemans, Le développement des peuples face à la modernisation du monde, Academia-Bruylant/L’Harmattan, Louvain-la-neuve/París, 2002, p. 374.

8Pierre Rousset, “Movimiento Obrero Coreano”, VIENTO SUR Número 31, Madrid, 1997, p. 27. Este mismo autor muestra la forma como los chaebol, administraban sus empresas, se forjaron sobre la base de un modelo autárquico y una cultura de encuadramiento cuasi militares: más de un oficial jubilado se recicló en la alta administración de empresas. En bastantes casos, la dirección intenta imponer a los trabajadores la disciplina habitualmente infligida a los soldados. Recluta también matones, los kusadae, que no dudan en secuestrar y dar palizas a los elementos revoltosos. De todos los chaebol, Hyundai es quizá el que simboliza mejor este particular espíritu de empresa. Su fundador, Chung Ju-yung, había declarado que para crear un sindicato, habría que “pasar sobre su cadáver...”.

9Una descripción de las huelgas generales y las movilizaciones que realizaron los trabajadores coreanos en el llamado “verano caliente” de 1987, el cual marca un hito en su cualificación puede encontrarse en Walden Bello y Stephanie Rosenfeld, “Dragons in Distress”. Asia's Miníele Economies in Crisis, Food First, San Francisco, 1990. Es citado, igualmente, por Pierre Rousset, en op. Cit.

10Particularmente con la KCTU (Confederación Coreana de Sindicatos), confederación independiente y alternativa a la oficial, integrada al Estado, la Federación Coreana de Sindicatos. Cuenta con aproximadamente 700.000 miembros, el 40% de los afiliados sindicales del país y además del papel protagónico que desempeño en las movilizaciones de finales de la década de los ochenta realizó en 2008 una huelga general en contra del TLC con USA.

11“Y sindican a las ensambladoras que funcionan en el país y a algunas empresas de otros sectores que van a ser afectadas negativamente de ser del capital extranjero. Y efectivamente, va a haber empresas afectadas que son del capital extranjero, pero uno tendría que ser un cretino para aplaudir que en Colombia se cierren empresas, así sean del capital extranjero. Aquí hay un punto de deslinde con estos personajes. Quienes estamos en esta causa de No al TLC con Corea y contra otros TLC, como es mi caso, nunca nos hemos opuesto a que en Colombia haya inversión extranjera. Lo que hemos dicho es que cuándo, cómo y con qué características, y si es beneficiosa para el desarrollo del país, pues bienvenida...”. Anotó Robledo en el foro ya citado sobre “Los riesgos del TLC con Corea”.

12Estos grupos financieros deciden sobre el funcionamiento de conjunto de la economía mundial dado que definen “la repartición de los ingresos en dos dimensiones esenciales: aquella de la distribución de la riqueza obtenida como salarios, ganancias y rentas financieras y la que determina la proporcionalidad entre inversión y reparto de intereses y dividendos...”. Chesnais Francois, “La Finance Mondialisée”. Éditions la Découverte, París, 2004, p. 7. Un ejemplo de la concentración delirante de la riqueza que ha terminado por producir la globalización es el de los Inversionistas institucionales en los países de la OCDE, “Según datos de la OCDE, en 2010 los Fondos de Inversión eran propietarios de 17 billones de euros, mientras que las compañías de seguros alcanzaban los 15 billones de euros y los fondos de pensiones los 13,5 billones. Estas magnitudes equivalían en ese año al 180% del PIB de todos los países de la OCDE. Los inversores institucionales estadounidenses gestionan más de la mitad de dichos activos...» Alvarez Peralta Nacho, «¿Quiénes son los Mercados? », Editorial Icaria, Madrid, 2011, p. 18.

13Gambina recuerda de paso a Giovanni Arrigi sobre este tema de la división corporativa del trabajo hacia la captura de salarios bajos. Podemos decir, decía Arrigi, que asistimos, “a una división del trabajo donde el centro es predominantemente el lugar de emplazamiento de las actividades cerebrales del capital corporativo y la periferia el locus de los músculos y los nervios”. Gambina Julio, “Liberalización Económica y Empleo”, internet, Enero del 2012.

Fuente Original:

Revista Izquierda No. 20, marzo de 2012 

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