Elecciones: ¿Quiénes ganan, quiénes pierden?

Elecciones 25 de Octubre

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¿Quiénes ganan, quiénes pierden?

Los resultados de las pasadas elecciones, por su carácter municipal y departamental, merecen un análisis cuidadoso a ese nivel. Sin embargo, en la medida en que también fueron un proceso nacional –en el cual en cada municipio y departamento compitieron candidatos de los mismos partidos (algunas veces separados y otras en alianzas entre varios de ellos), en la medida en que expresan el momento político que vive el país y, además de las propuestas locales, estaban planteadas las grandes opciones políticas nacionales– es posible mirar el conjunto y extraer algunas conclusiones iniciales.

 

Lo dominante

El gamonalismo, la compra de votos, las maquinarias electorales controladas por los partidos que expresan los intereses de los grandes sectores patronales, aunados al proselitismo abierto y descarado a favor del régimen político de los grandes medios de comunicación, continúan siendo una parte esencial y decisiva del proceso electoral colombiano. Esas prácticas son el reflejo, en lo electoral, de un régimen putrefacto hasta los tuétanos, que a la vez impide la libre participación de los partidos que le son abiertamente contrarios.

Una masa enorme de la población es ajena al proceso, no sintiéndose representada en el mismo ni en las propuestas que en él se discuten. Se mantiene por tanto una elevadísima abstención, entre el 40 y 45% de acuerdo a la corporación o cargo (alcalde, concejo, junta administradora local, asamblea, gobernador).

 

Los ganadores

La enorme mayoría de los votantes optaron por partidos, movimientos o candidatos inscritos por medio de firmas que representan una continuidad declarada o levemente encubierta de las características más nefastas del régimen en los diversos niveles. Esa continuidad significa en lo esencial el control del aparato estatal al servicio de negocios privados (corrupción). La lucha por un “cambio”, de la cual algunos hicieron lema de campaña, sólo llega hasta cambiar para ser ellos los directos beneficiarios.

Los grandes ganadores son, sin orden ni concierto –el único concierto es el que a diario hacen para delinquir, aprovechándose del control de la administración pública: Cambio Radical, el partido de la U., el partido Liberal, el partido Conservador, Enrique Peñalosa con su movimiento “Recuperemos Bogotá”, etc.

 

Los perdedores

Quienes hacen de la contienda electoral un campo para disputar a los sectores dominantes la posibilidad de administrar el aparato burocrático del régimen, sin diferenciarse radicalmente de las propuestas de los explotadores, quedaron bastante maltrechos o estruendosamente derrotados.

El Polo Democrático Alternativo –esa amplia y descuadernada colcha de retazos en la que se unen las más variadas expresiones ideológicas y los más disímiles intereses burocráticos– sufrió su mayor golpe al quedar en tercer lugar en Bogotá, con sólo un 18% de la votación. En el resto del país tampoco los resultados le son favorables. No obtienen ninguna gobernación, ni alcaldía de alguna ciudad importante. Al lado del Polo, los Verdes y Progresistas habían sufrido, antes del propio 25, una significativa derrota al haber tenido que retirar sus respectivos candidatos en la Capital.

 

El voto en blanco

El Partido Socialista de los Trabajadores, en unión con otros sectores –entre ellos la Unión Patriótica – Bases en Rebelión– levantó en alto las banderas del llamado al voto en blanco a nivel nacional y para todas las corporaciones y cargos; uniendo a ella la propuesta de convocatoria a una Constituyente Democrática y Soberana. Sólo una parte mínima de los cientos de miles que votaron en blanco corresponderá directamente al accionar político consciente de nuestras fuerzas. Pero los resultados obtenidos demuestran claramente la validez de la política y propuesta que presentamos: es necesaria la unidad para luchar, con propuestas revolucionarias, contra el actual régimen político. Lo otro es acomodarse al mismo, lamentable papel que hasta ahora juega el Polo Democrático Alternativo.

 

Enorme votación en blanco y no marcada

Hay una masa de votación que no es destacada ni reseñada por la gran mayoría de medios de comunicación. Diríamos que le tienen pánico pues aparece como un nubarrón en el horizonte, preludiando la tormenta que puede azotar a un régimen político ante el cual hay millones que no creen. Nos referimos al voto en blanco; al cual hay que sumar, por el significado que igualmente tiene, los votos no marcados. Excluimos los nulos, porque en ellos se puede manifestar error del votante.

El cuadro, construido tomando los datos de que aparecían en la página oficial de la Registraduría Nacional el día 29 de octubre, habla por sí mismo.

Tal como lo expresó durante la campaña nuestro partido, el PST, el voto en blanco (también el no marcado o el conscientemente anulado) expresaba un repudio y rechazo al conjunto de las instituciones del régimen político y la decisión de un votante independiente (que no debe ni paga favores ni recibe dádivas de candidato o partido) de expresar con claridad ese rechazo.

Excepto en el caso de las alcaldías, el porcentaje de votos en blanco y no marcados supera a cualquiera de los partidos. A manera de ejemplo, mientras el total de votos para gobernaciones del partido de la U fue de 1.631.177, el total de votos en blanco y no marcados es 2.835.438 (1.195.657 en blanco más 1.639.781 no marcados). Para asambleas las cifras son 2.311.325 para las listas presentadas a nombre del partido de la U mientras que el total de votación en blanco y no marcada para esas corporaciones asciende a 3.770.692 (1.854.623 en blanco más 1.916.069 no marcados).

Nadie puede afirmar que el voto en blanco sea un voto “despolitizado” o “reaccionario”. Las prebendas que concede el estado a los votantes no alcanzan por sí mismas a explicar lo que es necesario señalar como un verdadero fenómeno en crecimiento en el país. Si se comparan la votación del Polo Democrático Alternativo con las masas de voto en blanco y no marcado los resultados deberían hacer reflexionar a los agrupamientos constitutivos del Polo respecto a cuál era la mejor opción para golpear al régimen político –como ellos de palabra proclaman.

Mientras el Polo obtuvo para concejos la suma de 690.431 votos, el total de voto en blanco casi lo duplica (1.106.088) y si se suman el voto en blanco y no marcado se obtiene 1.880.461, que casi llega a triplicarlo. El contraste es más marcado, a favor del voto en blanco y no marcado comparado con la votación al Polo, en las cifras de Asambleas: 435.121 para las listas del Polo frente a 1.854.623 votos en blanco para estas corporaciones y 1.916.069 no marcados, totalizándose entre blanco y no marcados 3.770.698; más de ocho veces y media la votación del Polo.

Las cifras la votación en blanco y no marcado son altísimas, enormes, y tienen una trascendental importancia política que habrá que analizar detenidamente. Desde el punto de vista de una opción revolucionaria, que planteó públicamente el llamado de unidad alrededor de esa opción a todas las fuerzas que se reclaman contrarias al actual régimen político –llamado que fue desatendido– tenemos que señalar que esos resultados del voto en blanco muestran un terreno fértil para propuestas de participación electoral que confronten a ese régimen.

 

Corporación

% mesas escrutadas

% votación

Votos depositados

Válidos

Blanco (B)

No marcados (NM)

Nulos

Total B+NM

% B y NM respecto a depositados

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alcaldía

99,82

59,32

20.046.042

19.065.827

723.163

547.991

432.224

1.271.154

6,34

Gobernación

99,69

60,31

17.128.262

15.092.672

1.195.657

1.639.781

395.809

3.231.247

18,87

Concejos

97,84

57,6

19.466.636

17.819.582

1.106.088

774.373

872.681

2.753.142

14,14

Asambleas

98,25

58,92

16.732.650

14.015.958

1.854.623

1.916.069

800.623

4.571.315

27,32

JAL

98,92

54,44

9.107.676

7.626.951

2.063.032

1.015.876

464.849

3.543.757

38,91