Después de cinco años de haber sido firmado por el Congreso de Colombia y declarado dentro de la Constitución por parte de la Corte Constitucional colombiana, entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos. El pasado 15 de mayo salió de Colombia de manera casi simbólica, el primer contenedor con mercancía colombiana rumbo a EEUU. El ruido fue mayúsculo, pero no por los opositores sino por el gobierno, los empresarios y la prensa burguesa que no deja de mostrar las oportunidades y las bondades de este tratado.
Sin oposición entra en vigencia el TLC
Los trabajadores reciben el TLC con total resignación, no se escucharon manifestaciones ni protestas, escasamente algunos “alborotadores” en la Universidad Nacional se hicieron sentir al enfrentarse con la policía.
Durante los cinco años que transcurrieron entre la firma del TLC por parte del gobierno colombiano y la entrada en vigencia del mismo, se dieron importantes luchas por parte del campesinado y otros sectores que se verán enormemente perjudicados con su aplicación. Pero estas luchas no fueron unificadas ni fortalecidas por la dirigencia sindical que se dedicó a hacer lobby a los senadores demócratas de los Estados Unidos, mostrando la persecución que el Estado colombiano ejercía sobre los sindicalistas y demás luchadores populares, convencidos de que esa actitud pacífica y este método parlamentario frenaría los enormes intereses económicos que se tejen bajo este TLC.
Los sindicatos gringos se opusieron al TLC conscientes de que ellos también son perdedores, pero sólo consiguieron frenarlo por un tiempo, mientras el demagógico gobierno de Obama ponía condiciones al gobierno de Colombia para que mejoraran las condiciones laborales, y se frenara la persecución y los asesinatos de líderes sindicales. A pesar de esto sólo durante el año 2011 fueron asesinados 46 dirigentes sindicales.
Finalmente la dirigencia sindical colombiana se conformó con la firma de sendos acuerdos en materia laboral y de seguridad para las actividades sindicales, acuerdos que quedaron en el papel, que el gobierno colombiano no ha cumplido ni cumplirá. Por su parte Obama se hizo el de la vista gorda, para él que se cumplan o no éstos acuerdos lo tiene sin cuidado, lo verdaderamente importante ahora es el TLC. Pero la dirigencia sindical guarda silencio mientras las condiciones para los trabajadores colombianos se siguen deteriorando gracias a las reformas que impone el nuevo tratado con Estados Unidos, ahí si cumpliendo los compromisos asumidos con el gobierno de EEUU y las multinacionales.
Reforma laboral y legalización de la precarización laboral en pro del TLC
El TLC con EEUU o con cualquier otro país, no consiste simplemente en que entren a los países respectivos mercancías sin aranceles, en realidad la importancia que reviste para los grandes capitales la firma de estos tratados es la posibilidad de mover sus inversiones a sitios donde sean más productivas, es decir donde obtengan una mejor ganancia. En este sentido el gobierno de Uribe primero y ahora Santos han venido preparando el terreno para cumplirle a las multinacionales.
La reforma laboral diseñada y aprobada en el gobierno de Uribe quitó a los trabajadores cada una de las conquistas logradas en más de 50 años de luchas. Se redujeron sistemáticamente los salarios, la compensación por horas extras, se perdió la retroactividad de la cesantía y con ello la posibilidad de adquirir casa propia y garantizar el estudio del trabajador y sus hijos. Por otra parte se cargó en los hombros de los trabajadores prestaciones sociales –salud, pensión, parafiscales–, que anteriormente eran responsabilidad del patrón, gracias a las famosas ODS (órdenes de prestación de servicio) que consiste en que se contrata al trabajador por término definido y él debe asumir el pago de salud, pensión, caja de compensación familiar. Como si esto fuera poco, no tiene derecho a primas, vacaciones ni cesantías.
El gobierno de Uribe dejó abonado el terreno y ahora Santos continuó la tarea. En el terreno laboral no sólo ha continuado con la precarización del trabajo sino que lo ha institucionalizado, la práctica de contratos a término fijo en la que el trabajador asume los costos de salud, pensión, retención en la fuente, y parafiscales se ha generalizado: desde las instituciones del Estado hasta las multinacionales. Esta práctica ha generados enormes ganancias para los capitalistas a costa de desmejorar el nivel de vida de los trabajadores haciendo aun más grande la brecha de ingresos entre clases. Pero eso si, ha vuelto al país más competitivo por lo que las multinacionales están encantadas de venir a Colombia a multiplicar sus capitales.
Y más impuestos a los trabajadores
A este panorama hay que sumarle la reforma tributaria propuesta por el gobierno Santos y que seguramente será aprobada por el Congreso de la República. Esta reforma propone —para compensar los ingresos que el Estado va a dejar de percibir por la entrada en vigencia del TLC, pues los productos entran sin pagar impuestos y las empresas han obtenido rebaja sustancial de impuestos— que los trabajadores que obtengan ingresos a partir de un salario mínimo sean objeto de retención en la fuente, que se generalice y aumente el IVA o impuesto al valor agregado, que grava todos y cada uno de los productos que consume el trabajador, así como los servicios que demanda.
Los únicos productos que no pagan IVA son aquellos que componen la canasta familiar y que no han sufrido mayor transformación, entre los que se encuentran los víveres producidos y vendidos a granel como la papa, el plátano, la cebolla etc., pero el gobierno Santos está mirando la forma de gravarlos. Así el mantenimiento de las finanzas del Estado pasará a ser asumido en gran proporción por los trabajadores colombianos a fin de garantizar la mayor ganancia por parte de los empresarios.
El problema del TLC no es de sectores sino de clases
Cuando se habla de dificultades que se deberán enfrentar tras la puesta en marcha del TLC con EEUU y ahora con la UE, el gobierno y los medios de comunicación se centran en destacar algunos sectores, en especial el agrícola y lechero, pero obvian mencionar que es en general la clase trabajadora quien sufrirá los efectos y que de hecho ya los está padeciendo con la aplicación de las políticas arriba mencionadas.
De hecho el gobierno tiene previsto dar subsidios y otras ayudas a los empresarios de estos sectores para ayudarlos a paliar las dificultades que enfrentaran al entrar en esta competencia, mientras tanto los trabajadores que resulten despedidos no tendrán protección.
Ahora bien, cada nuevo puesto de trabajo que se cree en Colombia equivaldrá a que se pierda otro en EEUU. Un trabajador gringo bien remunerado perderá su empleo mientras un trabajador colombiano lo obtendrá pero por un menor salario; esta diferencia de costo de la mano de obra pasará directamente a los bolsillos de los capitalistas.
Los TLC o nueva división mundial del trabajo
Los capitales en busca de encontrar mayores ventajas, o lo que se llama “países más competitivos”, están trasladando las fábricas a lugares donde las condiciones laborales y legales hacen el trabajo más barato y por tanto brindan oportunidades de mayores ganancias. Así, ya no son sólo China, Taiwán o Hong Kong sino países como Colombia que a partir de buscar inversión extranjera han creado condiciones atractivas para el gran capital a costa de su clase trabajadora, sus recursos naturales y del medio ambiente.
El desarrollo del capitalismo, sus contradicciones, sus leyes y sus crisis imponen nueva búsqueda de plusvalía para evitar a toda costa la caída de la tasa de ganancia, los capitalistas y sus gobiernos utilizan los Estados poniéndolos al servicio del capital. La idea es que el capital tenga total movilidad, obtenga la máxima rentabilidad sin miramientos de ninguna índole. No importa su nacionalidad, tampoco su procedencia (licita), no se tienen contemplaciones si se afectan sectores, poblaciones, incluso la destrucción del planeta es un tema de menor importancia. En esto radica la esencia de los tratados de libre comercio que se imponen hoy en todo el mundo.