Santistas, uribistas y bolcheviques

OPINIÓN

Agradecemos a los compañeros de PUP su respuesta al artículo ‘División de la izquierda: ¿santistas y uribistas?’  a pesar de las divergencias que tenemos con los que expresan, bienvenido el debate en un país donde la izquierda no suele hacer discusiones políticas por escrito. Publicamos su artículo:
Los debates políticos para que sean fructíferos deben tener al menos dos características: deben ser respetuosos y deben atenerse a la verdad. Estas condiciones suponemos se pueden dar entre gentes de izquierda y considerando al compañero Romero parte de la izquierda nos animamos a comentar su artículo. 
Lo primero que salta a la vista es la falta de rigurosidad en el análisis de los actores y sus posturas, suponemos se debe a la falta de información y de investigación y no la mala intención. Ya que el PST no estuvo en las reuniones a las que hace referencia ¿de dónde concluye, a manera de acusación, que en lugar de la unidad de la izquierda solo se buscaba una alianza electoral? La afirmación pasa más bien por cierto prejuicio purista desde donde se miran los sucesos de la vida nacional "los otros no pueden reunirse para algo bueno" diran los camaradas del PST, "a menos que esten haciendo un nuevo acuerdo reformista". La vida es mas enredada que las tres consignas con que solemos hacer política: desde hace más de 2 años hay innumerables reuniones de diverso carácter unas meramente electorales, otras para definir rumbos de movilización y lucha (donde tampoco hemos visto a los camaradas del PST), otras para debatir sobre estrategia del campo popular (porque aún se discute sobre estos temas, por ejemplo en el Encuentro de Unidad Popular) y unas cuantas más para debatir llanamente sobre la unidad de la izquierda. Claro que ha sido complicado y complejo pero también hay avances y la Cumbre agraria y popular es solo uno de ellos. 
Una segunda ligereza tiene que ver con confundir peras con papas, que aunque las dos son comestibles sus usos culinarios son distintos. Ni Marcha Patriótica, ni Congreso de los Pueblos se definen como plataformas electorales y sus definiciones frente al tema, las cuales han sido públicas, es que no participan en elecciones, sino que reconoce que a su interior hay fuerzas políticas que lo hacen y las llama a hacerlo desde los intereses populares. Al interior del Congreso de los Pueblos hay distintas iniciativas: la de Poder y Unidad Popular que lo hace como parte del Polo, la de País Común que lo hace desde el acuerdo multisectorial con la Alianza Verde, la de sectores indígenas lo hacen con Mais y afros que lo hacen con otros agrupamientos. Colocar al Congreso de los Pueblos con candidato y dentro del Polo, no solo falta a la verdad, sino que deforma el intento de análisis que se propone hacer el compañero Antonio.
Y una tercera anotación pasa por la forzada disyuntiva entre el uribismo y el santismo, lugar sensible del discurso político, que solo es entendible porque pretende posicionar el voto en blanco como única alternativa: si la izquierda en su acción no es alternativa puesto que se divide entre santistas y uribistas, solo queda el voto en blanco, carro al que se ha subido el PST, aunque no es autoría propia, sino que recoge sentires ciudadanos cansados de la politiquería tradicional, y que se quiere explotar de la mejor manera posible: es legítimo hacerlo, pero no argumentando a contramano de la realidad. Acusar a los compañeros del MOIR de uribistas es traído de los cabellos; con el Moir y con Robledo hay otras discusiones y no se pueden saldar por la acusación fácil. 
Para finalizar, estamos de acuerdo en que la izquierda no logró consolidar acuerdos, ni alianzas en varios de los campos, siendo el electoral uno de los más resaltantes y hay que seguir trabajando. Pero no puede hacerse sobre la base ya fracasada de que deben unirse a "mi programa", la cual SI es revolucionaria... esa fórmula fracasó en todo el mundo y si el compañero Antonio y el PST parten de que todos los demás son reformistas seguirán hundiendo a su partido en su crisis ya histórica y aislándolo aún más de la lucha política.