Con la negociación del Paro Agrario se cierra el primer momento de un período de movilizaciones que desde hace decenios no se veían en Colombia. En 2011 el movimiento estudiantil se había tomado las calles y derrotado el proyecto de ley de reforma educativa, despertando una gran simpatía en la población. La diferencia con el Paro Agrario fue que se dio en un momento en el que podían coincidir varias luchas y además en las que la población de varias ciudades levantó movilizaciones de solidaridad con los campesinos.
Este período de movilizaciones se cierra gracias a la política del Gobierno de Santos de combinar represión y negociación, con una política de la dirección de las organizaciones de masas que intentan mantener aislados los conflictos y que los llevan a mesas de concertación en las que por lo regular sus reivindicaciones se convierten en comisiones.
Los paros agrarios
En el mes de marzo se inició el llamado Paro Cafetero, orientado por Dignidad Cafetera, una asociación de pequeños y medianos empresarios del sector caficultor que mantiene diferencias con la Federación Nacional de cafeteros, controlada por los grandes empresarios del café. El Gobierno de Santos conjuró el paro con un subsidio de 140 mil pesos por carga durante un año, pero en agosto el sector amenazó con un segundo paro debido a los incumplimientos.
En junio se levantan más de 10 mil campesinos en la Región del Catatumbo luchando por la suspensión de la erradicación de cultivos de coca, la constitución de una zona de reserva campesina y el respeto a los derechos humanos en la región por parte de las Fuerzas Militares. Este paro duró más de 50 días y tuvo un saldo de 4 personas asesinadas por el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía nacional, ESMAD, según lo denuncian los manifestantes y una mesa de negociación.
A finales de agosto se inicia el Paro Agrario cuyo eje fundamental fueron los cultivadores de papa en el Departamento de Boyacá, aunque se hicieron importantes manifestaciones y bloqueos de vías en departamentos como Huila y Nariño.
El día domingo 25 de agosto cuando ya habían muerto cuatro labriegos en medio de las agresiones del ESMAD, el Presidente Santos manifestó durante un acto de beneficencia “el tal paro agrario no existe”, lo que desató de inmediato un multitudinario cacerolazo en la capital boyacense, Tunja, y la solidaridad inmediata de sectores de trabajadores y capas medias en las principales ciudades del país que durante la semana realizaron masivas manifestaciones de apoyo.
Para el 29 de agosto las centrales obreras, la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE), la Mesa de Interlocución Agraria (MIA) y el Coordinador Nacional Agrario (CNA) convocan a una Jornada Nacional de Solidaridad y Protesta que termina en desmanes debido a la acción del ESMAD.
El Gobierno de Santos anuncia la militarización de las ciudades y las vías, obligando a que los campesinos tengan que levantar el Paro Agrario e intentando que firmen el 12 de septiembre el llamado Pacto Nacional Agrario que es respondido por la MIA y CNA con la Cumbre Nacional Agraria.
Los trabajadores, aislados pero en lucha
En este período también se han dado luchas de los trabajadores, sin el mismo impacto mediático y sin la misma solidaridad en los centros urbanos, pero que se han dado en sectores importantes como el minero-energético y el educativo.
En febrero de este año, 12 mil trabajadores de Carbones del Cerrejón entraron en huelga por mejores condiciones laborales y salariales y un servicio de salud adecuado al riesgo que corren en la actividad carbonífera. En el mes de agosto fueron los trabajadores de la Drummond los que entraron la huelga por el reintegro de los trabajadores despedidos y por las condiciones salariales, resistiendo las presiones de la transnacional que ha intentado sabotear el paro de los trabajadores usando sindicatos patronales.
A mediados de este año también se dio en conflicto de los trabajadores de CBI, empresa contratista de la Refinería de Cartagena, en la que más de mil trabajadores votaron la huelga para evitar el despido masivo en REFICAR. Este conflicto se mantiene y la Unión Sindical Obrera de la Industria del petróleo, USO, ha convocado una huelga en solidaridad con los trabajadores de la Refinería.
De igual manera los trabajadores de la Universidad Nacional organizados en el Comité Pro Mejora Salarial - ante la crisis de la dirección sindical de los trabajadores universitarios que debaten entre la traición y el caudillismo - realizaron un paro a principios de año exigiendo que el Ministerio de Hacienda y Crédito Público y el Departamento Administrativo de la Función Pública reconozcan el deterioro de los ingresos de los trabajadores de la entidad.
Se firmaron acuerdos el pasado 18 de marzo que fueron incumplidos por la Rectoría de Ignacio Mantilla, lo que originó un segundo paro en el mes de agosto. Para agravar la situación, el Rector presentó una propuesta de restructuración administrativa que puede conllevar a despidos de los trabajadores y se ha negado esta vez a negociar con el Comité.
Traición al magisterio
En cuanto al magisterio, la Junta Nacional de la Federación Colombiana de Educadores, FECODE, ha hecho parte de una Comisión Tripartita en la que se busca concertar un estatuto único, en vez de defender la derogatoria del nuevo estatuto – 1278 – que precariza la condición laboral de los docentes, los somete a constantes evaluaciones con fines sancionatorios y dificulta la posibilidad de mejorar sus salarios a medida en que mejora su nivel de estudios.
La Junta Nacional realizó unos acuerdos que no cumplen con las más mínimas expectativas de los maestros y mantuvo la idea de una movilización que defendiera estos acuerdos que se constituyen en una burla al magisterio. Después de dilatar la convocatoria al paro del magisterio, en medio de unas cuestionadas elecciones en las que obtuvieron más de 20 mil votos en blancos y en las que impidieron la participación de las fuerzas que no tienen presencia en la Junta Nacional en los escrutinios, finalmente la dirección recién elegida convocó el paro nacional para el 10 de septiembre, a pesar de que las bases exigían que se realizara el 28 de agosto con el Paro Agrario.
Finalmente, convocaron el paro para tres días pero el primer día la dirección de la FECODE firmó unos acuerdos con el Gobierno de Santos en medio de la indignación de los docentes que por segunda vez en el año eran traicionados por el Comité Ejecutivo y secundados por la mayoría de la Junta Nacional, con complicidad de los sindicatos distritales y departamentales.
Conflictos aislados por la represión y la traición
En medio de estos conflictos, el Partido Socialista de los Trabajadores ha venido trabajando por un Encuentro Nacional de Solidaridad con Sectores en Conflicto, propuesta a la que la dirigencia de la CUT no se ha podido negar pero que ha sido aplazada a tal punto que fue convocado para el 31 de agosto y después convertido en una reunión de evaluación.
Este período de movilizaciones cuyos, resultados son desiguales, han terminado casi todos en mesas de negociación en las que ni siquiera las promesas cumplen las expectativas de los manifestantes. Algunos de estos conflictos se mantienen a pesar de su aislamiento, en especial los de la Drummond, REFICAR y la Universidad Nacional, pero no han contado con una decisión de la Central Unitaria de Trabajadores de unificarlos.
Por otra parte, el Gobierno de Santos ha usado la represión como herramienta de sabotaje y desarticulación de los paros y las huelgas. Gracias a las nuevas tecnologías y las redes sociales se dieron a conocer las agresiones y los crímenes que cometieron miembros del ESMAD de la Policía Nacional contra manifestantes y transeúntes, además de la infiltración en las movilizaciones para disolverlas a través de la violencia.
Pero la mayoría de estos conflictos no se han resuelto y es posible que algunos de ellos vuelvan a estallar, debido a los incumplimientos y al descontento de las bases con las direcciones de las organizaciones que dirigen estos procesos. Para octubre se anuncia una movilización indígena que podría reactivar procesos de movilización y lucha.
Es importante señalar que durante este período de ascenso en la movilización las bases comienzan a darse cuenta de las limitaciones de su dirección y se empiezan a generar movimientos como el de los docentes del 1278 que buscan alternativas como la revocatoria del mandato de la Junta Nacional de la FECODE y el plebiscito contra los acuerdos.
Por ello la primera lección que nos queda de este período de movilizaciones es que sólo la unificación de los conflictos puede hacer que estos triunfen y puede proteger a los manifestantes de las acciones del ESMAD o de cualquier otra fuerza policial o militar, para ello las movilizaciones se deben preparar desde las bases y se deben preparar mecanismos de protección para quienes participan de las mismas.
La segunda lección es que la actual dirección de las organizaciones de los trabajadores y los sectores populares no está interesada en que los conflictos se unifiquen y triunfen a través de la movilización e incluso en muchos casos se requieren nuevas propuestas organizativas pues sus burocracias actúan como agentes directos de las patronales y del Gobierno.