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Son las mismas fuerzas políticas que nunca ven condiciones para un Paro Nacional y cuando los conflictos coinciden se niegan a convocar un Encuentro de Solidaridad. Pero a pesar de la burocracia, hay momentos en los que las luchas superan esas direcciones, logrando triunfos parciales, acuerdos y aumentos salariales que nunca se logran mientras se siguen las agendas de negociación de su dirigencia.
¿Fin del Paro Agrario?
Las movilizaciones de agosto y septiembre se cerraron gracias a la política del Gobierno de Santos de combinar represión y negociación, con una política de la dirección de las organizaciones de masas que mantiene aislados los conflictos y que los llevan a mesas de concertación en las que por lo regular sus reivindicaciones se convierten en comisiones.
Con los antecedentes del Paro Cafetero y el levantamiento campesino en el Catatumbo, a finales de agosto se inició el Paro Agrario. El día domingo 25 de agosto, Santos manifestó durante un acto de beneficencia “el tal paro agrario no existe”, lo que desató de inmediato un multitudinario cacerolazo en Tunja y la solidaridad inmediata en otras ciudades. Para el 29 de agosto las centrales obreras, la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE), la Mesa de Interlocución Agraria (MIA) y el Coordinador Nacional Agrario (CNA) convocan a una Jornada Nacional de Solidaridad y Protesta que termina en desmanes debido a la acción del ESMAD.
El Gobierno de Santos anuncia la militarización de las ciudades y las vías, obligando a que los campesinos tengan que levantar el Paro Agrario e intentando que firmen el 12 de septiembre el llamado Pacto Nacional Agrario que es respondido por la MIA y CNA con la Cumbre Nacional Agraria.
Los trabajadores, aislados pero en lucha
En este período también se han dado luchas de los trabajadores, sin el mismo impacto mediático y sin la misma solidaridad en los centros urbanos, pero que han afectado a sectores importantes como el minero-energético y el educativo.
En febrero de este año, 12 mil trabajadores de Carbones del Cerrejón entraron en huelga por mejores condiciones laborales y salariales; en el mes de agosto fueron los trabajadores de la Drummond los que entraron la huelga por el reintegro de los trabajadores despedidos y por las condiciones salariales; y a mediados de este año también se dio en conflicto de los trabajadores de CBI, empresa contratista de la Refinería de Cartagena.
De igual manera los trabajadores de la Universidad Nacional organizados en el Comité Pro Mejora Salarial –ante la crisis de la dirección sindical de los trabajadores universitarios que debaten entre la traición y el caudillismo– mantuvieron un paro que con apoyo de docentes y estudiantes logró un importante aumento salarial.
Traición al magisterio
En cuanto al magisterio, la Junta Nacional de la Federación Colombiana de Educadores, FECODE, ha hecho parte de una Comisión Tripartita en la que se busca concertar un estatuto único, en vez de defender la derogatoria del nuevo estatuto – 1278 – que precariza la condición laboral de los docentes, los somete a constantes evaluaciones con fines sancionatorios y dificulta la posibilidad de mejorar sus salarios a medida en que mejora su nivel de estudios.
La Junta Nacional realizó unos acuerdos que no cumplen con las más mínimas expectativas de los maestros y mantuvo la idea de una movilización que defendiera estos acuerdos que se constituyen en una burla al magisterio. Después de dilatar la convocatoria al paro del magisterio, en medio de unas cuestionadas elecciones en las que se depositaron más de 20 mil votos en blanco y se impedía la participación de las fuerzas que no tienen presencia en la Junta Nacional en los escrutinios, finalmente la dirección recién elegida convocó el paro nacional para el 10 de septiembre, a pesar de que las bases exigían que se inciara el 28 de agosto con el Paro Agrario.
Finalmente, convocaron el paro para tres días pero el primer día la dirección de la FECODE firmó unos acuerdos con el Gobierno de Santos en medio de la indignación de los docentes que por segunda vez en el año eran traicionados por el Comité Ejecutivo y secundados por la mayoría de la Junta Nacional, con complicidad de los sindicatos distritales y departamentales.
Conflictos aislados por la represión y la traición
Este período de movilizaciones cuyos, resultados son desiguales, han terminado casi todos en mesas de negociación en las que ni siquiera las promesas cumplen las expectativas de los manifestantes. Por otra parte, el Gobierno de Santos ha usado la represión como herramienta de sabotaje y desarticulación de los paros y las huelgas. Pero la mayoría de estos conflictos no se han resuelto y es posible que algunos de ellos vuelvan a estallar, debido a los incumplimientos y al descontento de las bases con las direcciones de las organizaciones que dirigen estos procesos.
Por ello la primera lección que nos queda de este período de movilizaciones es que sólo la unificación de los conflictos puede hacer que estos triunfen y puede proteger a los manifestantes de las acciones del ESMAD o de cualquier otra fuerza policial o militar, para ello las movilizaciones se deben preparar desde las bases y se deben preparar mecanismos de protección para quienes participan de las mismas.
La segunda lección es que la actual dirección de las organizaciones de los trabajadores y los sectores populares no está interesada en que los conflictos se unifiquen y triunfen a través de la movilización e incluso en muchos casos se requieren nuevas propuestas organizativas pues sus burocracias actúan como agentes directos de las patronales y del Gobierno.