La primavera árabe está llegando al invierno chino

Huelga de trabajadores de Toyota en China.

El invierno anda caliente en las regiones sur/sureste de China, a pesar de la temperatura promedio cercana a cero grado centígrado. Es que, en esta vasta región, entre la desembocadura del río Yangtse (sureste) y la desembocadura del río de las Perlas (sur), avanzando casi dos mil kilómetros al interior del país, una ola de huelgas y rebeliones populares está dejando a los dirigentes del PC chino con los cabellos parados.
Desde obreras de fábricas textiles a obreros de fábricas de productos electrónicos, de rebeliones contra la polución a ocupaciones de pueblos contra los abusos y la corrupción de los gobernantes “comunistas”, todos se movilizan por sus reivindicaciones.
Las demandas económicas son variadas, pero han sido causadas por la reducción de la actividad económica, que ataca particularmente a esta región, por ser la más populosa -ciudades con cinco millones de habitantes son comunes- y más industrializada: es, desde los puertos localizados en las desembocaduras de estos dos ríos, que salen la casi totalidad de los productos de exportación de China.
La economía creció en 9,1% en el último trimestre, y la previsión de aumento del PBI para el 2011 es del 9,5% (FMI), contra el 10,3% del 2010 y muy cerca del “fondo del pozo” de la primera fase de la crisis mundial, en el 2009 (9,2%). Pero, con el agravamiento de la crisis, principalmente en Europa -el principal mercado exportador de China- las previsiones son de reducción aún mayor. El FMI hizo una proyección del 9%, pero instituciones financieras, como el Citigroup y el Morgan Stanley, son menos optimistas y prevén un crecimiento del PBI del 8,4%. Los números aún impactan, pero éste sería el menor índice de crecimiento en una década, lo que hace que parezca una recesión para la población.
La Federación de Industrias de Hong Kong, por ejemplo, afirmó recientemente que hasta el 30% de las empresas pueden cerrar sus puertas o reducir las actividades de sus filiales en el continente. Esta retracción ya es una realidad para, por lo menos, una rama de producción, la de la construcción civil. Con la reducción de los créditos bancarios y la superproducción de inmuebles residenciales y comerciales (ver material de “La burbuja inmobiliaria de China comienza a marchitarse” en la web), miles de obreros -casi todos migrantes- están sin empleo. Una investigación hecha por la Universidad de Pekín (capital de China), muestra que el 41,2% de los trabajadores tuvieron atrasos o postergación en el pago de sus salarios este año y que el 75% no tiene contrato de trabajo y, por lo tanto, no entran en la estadística de desempleo.

Una nueva ola de huelgas
La prensa se refiere a las huelgas que ocurren desde el fin del año pasado como una segunda ola de huelgas de la clase obrera china, siendo que la primera ocurrió en el primer semestre del 2010, en las montadoras automovilísticas -principalmente la Honda- y en las industrias de autopartes y arrancaron importantes aumentos salariales.
En aquella ocasión, el gobierno fue obligado a conceder reajustes de salarios mínimos regionales en todos los estados, pero diferenciados. Los estados industrializados (litoral) fueron los más beneficiados, en tanto los estados del interior, del oeste, tuvieron reajustes menores.
Con el mantenimiento e intensificación de la crisis económica, la respuesta de la burguesía fue el aumento de precios, presionando a la inflación hacia arriba, y el cambio de fábricas hacia el interior. También hubo un aumento del ritmo de trabajo (¡si es que eso sea posible en China!), con la consecuente reducción de horas extras. Esta nueva ola va contra estos ataques de los patrones. Aunque sean luchas defensivas en relación a la oleada anterior (que era por aumento de salarios), son igualmente importantes, pues son hechas para evitar que las conquistas del año pasado se pierdan. Pero, principalmente, porque a cada lucha la clase obrera china utiliza nuevas formas de organización, por fuera del único sindicato legal, la Federación de Sindicatos de China, poniendo en jaque a esta organización burocrática y patronal, y preparando el ajuste final con la odiada dictadura burguesa del PC chino.
A continuación, relatamos algunos de los principales conflictos [1].
En la fábrica Tecnología Electrónica Jing Mold, en Shenzhen (estado de Guangdong), que proporciona teclados de computador para Apple e IBM, cerca de mil trabajadores estaban irritados con la obligación de trabajar seis horas extras más durante la semana, para evitar el pago doble de los sábados. Después de tres días de huelga, en octubre, con el bloqueo de la calle de acceso, la empresa retrocedió.
Otra huelga, que se dio en octubre, en Shenzhen, trabajadores de la fábrica de relojes Citizen, hicieron una huelga de 13 días, para exigir el pago de los intervalos en la producción [2], que no recibían desde hace siete años, a pesar de la exigencia legal de que tales demandas sólo podían ser cubiertas a dos años anteriores.
Negándose a incluir al sindicato oficial en las negociaciones, 586 trabajadores firmaron una petición, dando su poder de representación a un abogado laboralista. La negociación colectiva que resolvió la huelga incluía una comisión de trabajadores electos en asamblea, resultando en profundas concesiones por parte del empleador.
Tal vez la huelga más importante haya sido la de los trabajadores de Pepsi-Cola, pues se dio una coordinación bastante insólita, de cinco fábricas en las ciudades de Chongqing (estado de Sichuan), Chengdu (capital de Sichuan), Fuzhou (Fujian), Lanzhou (estado de Gansu) y Nanchang (capital de Jiangxi) de cuatro estados diferentes. Los trabajadores hicieron una huelga de 24 horas el 14 de noviembre para protestar contra la venta de sus plantas a una empresa de Taiwán. El China Labour Bulletin [3] informó que, por lo menos, 1.100 de los 1.300 trabajadores en una fábrica se unieron a la protesta, que fue seguida por una campaña online para unir a todos los 20.000 trabajadores de 24 fábricas embotelladoras de Pepsi en China.
La huelga, coordinada por internet, dejó al gobierno tan preocupado que bloqueó la palabra “Pepsi” de las webs de búsqueda para evitar que otros trabajadores siguiesen el ejemplo.
Otra huelga importante, por mostrar otra lucha común de los trabajadores -contra la deslocalización de fábricas a regiones donde el salario mínimo es menor-, sucedió en Hi-P International, una fábrica de componentes electrónicos para Apple, HP, Blackberry y Motorola, localizada en Shangai.
Los patrones de esta multinacional de Singapur planean cambiar la unidad de Shangai (hay otras 4 plantas en China y 10 en otros países) hacia un suburbio lejano, lo que aumentaría en 1,5 hora la jornada diaria de trabajo, debido al tiempo de traslado, haciendo que pudiese llegar a 20 horas. Las trabajadoras exigen el pago de la indemnización -conforme a la ley china- para aquellas que quieren pedir renuncia, pero la fábrica se rehúsa a aplicar la ley. La huelga, iniciada el 30 de noviembre, ya duraba 15 días y enfrentaba una violenta represión policial, con decenas de apresados.
Las huelgas, sin embargo, no están limitadas a los obreros: en noviembre, 100 trabajadores de un supermercado de la red inglesa Tesco, en Jinhua (estado de Zhejiang), acamparon en el frente de la tienda para bloquear el acceso de clientes, protestando contra los bajos salarios y los despidos.
Protestando contra el fracaso del gobierno en aumentar los salarios, como había prometido, barrenderos municipales, en la ciudad de Nanjing (capital de Jiangsu, con 8 millones de habitantes) recogieron la basura en sus rondas normales y, enseguida, la amontonaron en las calles de más movimiento de la ciudad, obstruyendo el tráfico de peatones y automóviles. Empleados públicos de salud, en Shangai, también protestaron.
Vendedores de automóviles de toda China se juntaron en la sede nacional de la fábrica de automóviles Biyadi, a mediados de octubre, en protesta contra los despidos y las violaciones de sus contratos de trabajo. Y las huelgas de los profesores entraron en erupción en muchas ciudades, a la vez acompañados de sus alumnos y hasta de los padres.

La lucha por democracia
Todas las huelgas económicas (son miles al año) en China constituyen un combustible altamente inflamable pero, como toda lucha económica, tiene un límite en el propio carácter de las reivindicaciones. Al mismo tiempo, un motor no funciona sin combustible, pero son necesarias velas de ignición para provocar las chispas de alta potencia que harán que el motor explosione y ponga al carro de la revolución en movimiento.
Las luchas por las libertades democráticas son las “velas de ignición” que, combinadas con las luchas económicas, traerán abajo a la dictadura china. Estas ocurren cotidianamente en una sociedad policial, donde la vigilia de las autoridades contra los “subversivos” es permanente. Son tan constantes que uno de los sectores más perseguidos por el gobierno es el de abogados, quienes defienden causas populares, como el pago de indemnizaciones a las víctimas del terremoto que sacudió a China en el 2008, el reconocimiento de muertos por leche envenenado y hasta la indemnización a las víctimas de accidentes de tránsito. Muchas veces son detenidos, están “desaparecidos” por meses y hasta condenados a varios años de prisión. Fue el caso de Gao Zhisheng, conocido abogado que estuvo desaparecido por 20 meses, en las manos de la policía, y ahora deberá cumplir 3 años de detención por haber “violado la libertad condicional”.
Esto ocurre por el hecho de que estas luchas alcanzan al corazón de la dictadura: la ausencia de mínimas libertades democráticas. Un pequeño ejemplo fue la manifestación iniciada el 20 de diciembre, realizada por la población de Haimen, situada en la región metropolitana de la ciudad portuaria de Shantou, estado de Guangdong.
La protesta se efectuó contra la ampliación de una usina eléctrica, alimentada con carbón, cuya quema causa mucha polución en la ciudad, lo que lleva a casos de cáncer y perjuicios a la industria pesquera. La policía respondió con violencia, tirando bombas de gas lacrimógeno y apresando a varios activistas, quienes trataban de bloquear una calle de acceso a la usina. La situación llegó a un punto que esta acción se realizó contra un grupo de ancianos que rezaban de rodillas en una calle, pidiendo la liberación de los detenidos. Las protestas duraron 3 días, cuando las autoridades locales acordaron suspender la ampliación, pero no la futura construcción de una nueva usina. Al parecer, nuevas “primaveras” llegarán.
Una verdadera rebelión, también, ocurrió a 150 km de distancia. Habitantes de un apacible pueblo pesquero, llamado Wukan, de 13 mil habitantes, comenzaron una protesta -muy común en las ciudades chinas- contra la concesión de tierras para una gran construcción inmobiliaria por la tremenda cantidad de US$ 156 millones. Sin embargo, las indemnizaciones a los moradores son irrisorias.
La tierra no es considerada propiedad privada en China; ella es nacionalizada y pertenece a las comunidades que en ella viven. Para que se efectúe una concesión de tierras, es necesaria la aprobación de la población. Pero, no hay mecanismos legales para que tal consulta sea hecha y, por lo tanto, es el comité dirigente de la comunidad, electo, quien decide. Los comités son, en la inmensa mayoría de las veces, compuestos por miembros del PC y una red de intereses se monta entre los dirigentes locales, regionales y nacionales. El motivo de esta red es el enriquecimiento, y el modo de operación es la corrupción. Aunque, prácticamente, sin poder de decisión, pues todo es definido en las esferas estadual y nacional, los puestos de los comités locales son férreamente disputados. En el 2003, según el periódico New York Times, un candidato a presidente del comité de la villa de Laojiaotou (estado de Shanxi, a 500 km. de Pekín) ¡gastó dos millones de yuanes (cerca de US$ 245 mil) en su campaña electoral! El puesto le rendiría, oficialmente, 347 yuanes mensuales...
Lo mismo ocurría en Wukan. Cinco de los nueve miembros del Comité local estaban en el puesto desde que el sistema fue instituido, incluso bajo el gobierno de Deng Xiaoping (1976). Y el secretario del directorio local del PCCh, Xue Chang, se mantuvo en el cargo desde 1970 hasta setiembre del 2011, cuando fue sacado por las manifestaciones populares.
En las manifestaciones de setiembre, además del aumento de las indemnizaciones, los habitantes exigían la apertura de los libros de contabilidad del Comité, para saber el destino del dinero, y elecciones democráticas para la sustitución de los miembros del comité, inclusive del secretario del PCCh.
Las protestas sucedían de manera habitual -cierre de calles, manifestaciones frente a la sede del Comité o del PCCh, eventuales ocupaciones de edificios y quema de vehículos de la policía -hasta que el gobierno acordó en negociar y una comisión de 13 representantes de la población fue electa. Pero, en diciembre se informó de la muerte de uno de los dirigentes del movimiento a manos de la policía. Cinco miembros de la comisión electa habían sido llevados por policías de civil -también un procedimiento normal- para un interrogatorio. Xue Jinbo, un carnicero, no regresó.
La rabia se apoderó de los 13 mil habitantes, que expulsaron a todos los miembros del Comité y de la dirección del PCCh de la ciudad, no sin antes haber puesto a la policía a correr.

La cuestión del poder
Entonces, sucedió un hecho inédito en esta pequeña villa costera al sur de China: el PCCh perdió el control de la situación, con el establecimiento de un doble poder entre el gobierno nacional y la población local, comandada por la comisión electa democráticamente de 13 representantes. Al gobierno no le quedó más alternativa que negociar rápidamente los términos de un acuerdo, para evitar que este ejemplo se esparciese al resto del país, donde las luchas por la tierra son frecuentes. La repercusión fue tan grande que Wang Yang, uno de los principales líderes del PC y virtual miembro del próximo Comité Permanente del Politburó, se encargó de las negociaciones. Pero no faltó la afirmación rutinaria de que “criminales culpados de vandalismo y de obstrucción a la conducción oficial serían severamente castigados”, hecha por Wu Zili, prefecto de Shanwei. Esto podrá significar varios años de carcelería para los miembros de la comisión popular electa.
A los pobladores, también, no les quedó alternativa, pues les faltaba una herramienta esencial para ampliar y fortalecer su lucha: una dirección revolucionaria. Aquí también la lucha por libertades democráticas es fundamental. Si las luchas económicas sirven de combustible, formando cuadros obreros para las tareas revolucionarias que vendrán, sólo la conquista de la libertad de reunión y de expresión, así como el derecho de organización sindical y política por fuera del contrarrevolucionario PCCh y su brazo sindical, la ACFTU (Federación Panchina de Sindicatos), permitirán el desarrollo del partido revolucionario para derrocar a la dictadura militar china, pieza central del modelo de explotación capitalista en el país. La lucha por su derrocamiento y por la conquista de la democracia real de los trabajadores, ubica a la necesidad de una nueva revolución que la enfrente y que conduzca a la lucha por el poder obrero, bajo una dirección revolucionaria que tome en nuevas bases la revolución socialista de 1949.
[1] -  Basado en el artículo de Jane Slaughter, Strike Wave in China Puts Heat On Official Union (Ola de huelgas en China le da calor al oficialismo de China).
[2] - En China es común no pagar por horas no trabajadas, incluso cuando son determinadas por el patrón.
[3] - China Labour Bulletin –Boletín Laboral de China-, organización y web de Hong Kong, de defensa de los derechos de los trabajadores chinos.
Traducción: Laura Sánchez