El electorado griego castigó duramente a los partidos que aplicaron los planes de la troika e hizo emerger un panorama hace mucho arrendado de los países europeos, con la caída de los principales partidos de la situación y con el crecimiento exponencial de los extremos.
Los dos grandes partidos de la rotación al centro tienen, apenas, cerca del 32% de los votos (en el 2009, obtuvieron el 77,5%), siendo que el Partido Socialista (PASOK) pasó de 43,9% a cerca del 13% y la Nueva Democracia, del 33,4% a cerca del 19%. En síntesis, los defensores de la troika perdieron 3,28 millones de votos: la Nueva Democracia perdió el correspondiente a casi el 15%, y el PASOK, casi el 31%. El pueblo griego mostró que no quiere al gobierno de aquellos que, con el pretexto de la catástrofe y de la inevitabilidad de las medidas, disminuyeron salarios, quitaron derechos laborales, contribuyeron al aumento exponencial del desempleo, recortaron los beneficios sociales o aumentaron los costos en salud. Mostró que no quiere ninguno que tenga como programa cumplir la austeridad de la troika.
Lo que los griegos quieren es un gobierno de unidad de las izquierdas para acabar con la austeridad sobre los trabajadores, los jóvenes, los pensionistas y el pueblo en general. En ese sentido, la extrema izquierda, agrupada en la SYRIZA (Coalición de la Izquierda Radical) fue quien mejor capitalizó el descontento popular, pues su líder, Alexis Tsipras (foto), venía, hace ya algún tiempo, defendiendo la línea de un gobierno de las izquierdas basado en SYRIZA, en el KKE (Partido Comunista) y en el DIMAR (Izquierda Democrática). Ese partido consiguió, ahora, cerca del 17% de los votos y se situó en segundo lugar (en el 2009, tuvo el 4.6% y quedó en quinto lugar), siendo, incluso, la fuerza más votada en los mayores sectores electorales de Atenas y Salónica. Además, la validez de su línea unitaria tuvo una traducción parcial en las urnas, puesto que el resultado conjunto de estas tres fuerzas de la izquierda antitroika alcanzó más del 31%, y no es difícil vaticinar que su candidatura frentista les habría otorgado la mayoría absoluta.
Debido al sectarismo demostrado en el rechazo permanente de cualquier solución de gobierno con las otras fuerzas de izquierda antitroika, el KKE no consiguió atraer a los trabajadores y a los jóvenes descontentos con el PASOK: tuvo apenas el 8,4% (contra el 7, 5% en el 2009) y perdió, incluso, votos en los grandes sectores de Atenas y Salónica. Por otro lado, las posiciones oscilantes y puntualmente oportunistas de la DIMAR, a saber, en su apertura a eventuales negociaciones post electorales con los socialistas y otras fuerzas pro troika, desgastaron bastante el prestigio de la organización y de su líder, Fotis Kouvelis: llegaba a tener el 18% en algunos sondeos y estuviera durante semanas a la cabeza de las intenciones de voto en el ámbito de la izquierda, pero acabó por tener sólo el 6%.
Sea como fuera, lo cierto es que los defensores de la troika quedaron en clara minoría en el país, el giro al centro resultó destrozado y la inestabilidad va a proseguir. La continuidad del actual gobierno de coalición (Nueva Democracia y PASOK) está comprometida porque esos dos partidos sumados no consiguieron la mayoría de 151 diputados (de un total de 300), incluso con la maniobra antidemocrática que permite al partido más votado un refuerzo automático de 50 diputados.
En caso que formen gobierno (incorporando, no se sabe muy bien porqué hasta ahora ningún partido se mostró disponible para eso, más dos diputados que les faltan para obtener la mayoría) será una solución de poder deslegitimada y muy débil. Dada la imposibilidad de formar un gobierno de mayoría, la salida a la crisis política, desde el punto de vista del régimen, sería la convocatoria de nuevas elecciones. Este recurso, por su parte, nunca agradó a los partidos del régimen, pues no hará más que retrasar la formación de un nuevo gobierno y abrir la posibilidad de un refuerzo aún mayor de la izquierda.
Por ahora, la alternativa, desde el punto de vista de los trabajadores y de la juventud, parece tener que pasar por un gobierno unitario de las izquierdas entre la SYRIZA, el KKE y el DIMAR para romper con el programa de la troika, rechazar la usura de la deuda, reponer las pérdidas salariales y los derechos laborales, canalizar el dinero para el crecimiento de la economía y del empleo, nacionalizar o impedir la privatización de sectores estratégicos de la economía.
Por último, tres breves notas: 1) el crecimiento exponencial de los neonazis de Alvorada Dourada (Alborada Dorada) es el aspecto más preocupante de la noche electoral en Atenas, reflejando la captación del voto antes perteneciente al LAOS (extrema derecha institucional que aceptó, temporalmente, formar parte del gobierno de la troika) y el descontento general; 2) la triplicación del número de votos y del porcentaje de la extrema izquierda revolucionaria agrupada en la ANTARSYA - Cooperación de la Izquierda Anticapitalista para la Revuelta- (pasó del 0,36% al 1,2%), que defiende la salida del euro y de la Unión Europea, es otra variante del refuerzo general de la izquierda, pero quedó minimizada por el voto útil a SYRIZA y hasta retrocedió ante los votos alcanzados en las regionales del 2010; 3) la cuestión electoral no debe llevar al olvido de la continuidad de la huelga radicalizada de los cientos de obreros metalúrgicos da Halyvourgia, del mantenimiento de algunas empresas bajo control de los trabajadores (por ejemplo, en el periódico nacional Eleftherotypia) y de la necesidad de relanzar las luchas sociales al primer plano, algo que podrá suceder muy brevemente en la secuencia de un recorte de más de once mil millones de euros (US$ 14,23 mil millones) a que el gobierno griego se comprometió para mediados de este año.
Fuente: www.mas.org.pt, 07/05/2012
Traducción Laura Sánchez