El próximo diciembre debe comenzar, una vez más, en la Comisión de Concertación de Políticas laborales y salariales, la discusión sobre el incremento del salario mínimo que se deberá pagar a la inmensa mayoría de los trabajadores colombianos en el 2015. El monto de ese salario hoy es la miserable suma de $616.000. Las organizaciones gremiales de los capitalistas como la ANIF, SAC, ANDI, entre otras, y el propio Gobierno, que es el gerente general de todos ellos, siempre repiten los mismos argumentos mentirosos para justificar el reajuste mezquino de ese salario y seguir manteniendo a cerca de 17 millones de trabajadores en la miseria, mientras ellos y las multinacionales se siguen enriqueciendo, consumiendo suntuariamente y engordando sus caudales.
Rechacemos los argumentos falsos de los empresarios y el gobierno
Los argumentos serán los mismos de siempre: el aumento del salario mínimo debe ser una combinación entre Índice de Precios al Consumidor y Productividad. Cualquier aumento por encima de estos parámetros generaría inflación, más desempleo, más informalidad y menos competitividad de la economía colombiana. Esto lo vienen diciendo desde hace más de 20 años los empresarios, los gobiernos de turno y los economistas a su servicio; y a pesar de que con estos argumentos han impuesto salarios de hambre a la mayoría de los trabajadores colombianos, el desempleo se mantiene y la informalidad sigue golpeando a más del 60% de la mano de obra.
Hace décadas la economía política seria y científica, a diferencia de la economía y los economistas al servicio del capitalismo, han demostrado hasta la saciedad, que el aumento de los salarios no necesariamente genera esos fenómenos, sino una baja en la tasa de ganancia de los capitalistas y en la baja del consumo suntuario. Por esto la discusión sobre el salario mínimo no es técnica sino política, y así lo deben plantear los representantes de los trabajadores. Lo demás es caer en la discusión tramposa del gobierno y los empresarios.
La alta burocracia estatal y los empresarios,
no tienen autoridad política ni moral
“Desde 1991, en términos reales, los salarios de los congresistas- y por derecha, de los altos magistrados y las cabezas de los organismos de control e investigación- han crecido en más de 23 millones de pesos: pasaron de 714.665 a 24.054.347 pesos. En el mismo lapso, el salario mínimo pasó de 51.716 a 589.500 pesos. Es decir, en estas dos décadas se multiplicó por once, mientras que los ingresos de los parlamentarios se multiplicaron por 34. Así, el salario de un congresista pasó de 14 mínimos en 1991 a 40 en la actualidad”. Los congresistas “trabajan” 8 meses al año y tres días a la semana y se ganan $801.811.56 pesos diarios. Un obrero de salario mínimo tiene que trabajar 365 del al año, ocho y más horas diarias, para ganarse en 30 días el 73% (589.500.oo), de lo que se gana un congresista en un día. Sólo la prima de $8.000.000 que le devolvió Santos a sus amigos los Congresistas equivale a 13 veces el salario mínimo.
En el sector privado de la economía las diferencias salariales son mucho más grandes y pueden hasta duplicar los ya demasiado altos salarios de la cúpula burocrática del Estado. Los gerentes, directores, jefes de personal y toda esa tropilla a través de la cual imponen su disciplina de hierro, de opresión política y explotación económica a los trabajadores, se llevan la parte del león, de la nueva riqueza producida por los asalariados.
De acuerdo con la Constitución Política el salario mínimo, vital y móvil es aquel que debe alcanzar para cubrir las necesidades básicas (salud, alimentación, vivienda y educación) de una familia obrera. El que se paga hoy, no alcanza para cubrir ni siquiera una de estas necesidades, es un salario miserable.
No bastan los discursos, es necesario acudir a la movilización
Los capitalistas, sus voceros y sus gobiernos, cuando de sus propiedades, sus ganancias, de la plusvalía, de sus privilegios y prebendas se trata, no escuchan argumentos ni razones, por fuertes, contundencias e irrefutables que ellos sean; lo único que se ven obligados a escuchar y a tener en cuenta es la fuerza, la fuerza de la clase obrera, de los campesinos, de la juventud, organizados y movilizados en las calles. Así lo dejó claro el reciente paro agrario, las luchas del movimiento estudiantil que obligaron al gobierno a retirar el proyecto de reforma educativa, triunfo político que la MANE lamentablemente desperdició, para desgracia de la juventud colombiana. Y así lo confirma toda la historia del capitalismo y la conquista de los más simples y elementales derechos por parte de los trabajadores.
Lo fundamental, en las negociaciones del salario mínimo, no es acudir a la Comisión de Concertación –aunque es necesario asistir a ella– sino llamar a los trabajadores organizados sindicalmente –aunque casi todos ellos ganan más del mínimo– para que se pongan a la cabeza de la lucha por defender los derechos de la mayoría de los trabajadores, que son los que según el DANE y la Corte Constitucional, ganan el mínimo o menos del mínimo. El llamado a la movilización, desde luego, también debe estar dirigida a la mayoría de los trabajadores colombianos, es decir a los no organizados que son el 96% de los trabajadores, los directamente perjudicados con el mísero salario mínimo imperante.
Propuesta concreta
Con fundamento en las anteriores consideraciones, nos permitimos proponer a los delegados al VI Congreso de la CUT que adopten la siguiente propuesta:
1. Aumento del salario mínimo para el 2015 a $1´000.000 mensuales. Este monto permitiría a la mayoría de los trabajadores recuperar en algo el poder adquisitivo de sus ingresos y la mejora de sus condiciones de vida
2.Llamar y organizar desde ya la movilización en todos el país de los trabajadores organizados y no organizados sindicalmente y de los sectores populares, para arrancarle con la movilización y la lucha, a la voraz clase capitalista colombiana, al capital imperialista (multinacionales) y al gobierno, el aumento de salarios que se merecen todos los trabajadores colombianos.
3.Todas las organizaciones sindicales de primer y segundo grado deben reunir con carácter de urgencia la junta directiva y de ser posible la asamblea de los trabajadores, para discutir el monto en que debe ser reajustado el salario mínimo y programar la movilización.