Este artículo es una respuesta a la nota crítica hacia la Campaña por el Voto en Blanco impulsada por el PST junto a la Coordinadora por el Voto en Blanco, hecha por la Unión Obrera Comunista en el mes de febrero de 2014, en la edición 389 del Semanario Revolución Obrera, bajo el título: El cretinismo parlamentario del PST (http://www.revolucionobrera.com/numeros/ro-389.pdf).
Como integrante del PST, doy respuesta a la pregunta: ¿Por qué el Partido Socialista de los Trabajadores, llama al pueblo colombiano, sus sectores de influencia cotidiana, a la izquierda, a dar en el blanco y no en otro lado, en las elecciones parlamentarias venideras, como ya lo hizo el 9 de marzo? ¿Por qué llama a proseguir en la Coalición por el Voto en Blanco y el voto en blanco en las presidenciales?
No sobra saludar este enriquecedor proceso de diálogo político que se viene dando con otras fuerzas, como con los compañeros de Poder y Unidad Popular, integrantes del Polo, y ahora con la UOC, proceso que también se está dando en la opinión pública del país sobre las pasadas elecciones y las presidenciales, así como las alianzas de la izquierda y los balances de los partidos.
Resumo la argumentación de la prensa de la Unión Obrera Comunista:
1. Existe una proporción de voto en blanco que hace eco en la ciudadanía colombiana, una ‘ola blanca’; esto genera que distintas fuerzas políticas se aprovechen de ella, se vuelquen o estén a la saga de ella, de modo oportunista. Una de ellas es el PST-C, quien eligió la opción del voto en blanco al evidenciar la tendencia significativa de la intencionalidad de las masas, para obtener beneficios políticos: por ende, el PST, usando la metáfora del camaleón, practica el oportunismo electoral al llamar a votar en blanco en esta coyuntura electoral.
2. La campaña blanquista del PST reproduce tendencias regresivas, caras al conflicto prolongado de clases sociales en la historia nacional y el potencial de los trabajadores colombianos, tales como: el culto a las instituciones liberales y legitimación de ellas en el acto de votar, las ilusiones de los cambios electorales por el reemplazo de las listas corruptas por unas mejores (en el caso de triunfo hipotético e improbable, que sin embargo ocurrió en el Parlamento Andino), el encausamiento de las luchas sociales al sufragio universal, engaño a las masas con la falsa fe hacía mecanismos de la democracia liberal empresarial y el sistema político del capital para los cambios decisivos, etc. Todo esto, impide la lucha directa de masas y coadyuva a una política desmovilizadora, de engaño a las masas. Por lo tanto, el voto en blanco es una clara y típica expresión singular de ‘cretinismo parlamentario’ y de ‘táctica reformista’ del PST-C (Números 389 & 391 del dicho Semanario), puesto que primero, privilegia y absolutiza, la lucha electoral sobre las luchas sociales, segundo, confía en las instituciones del Estado liberal y mecanismos electorales y los cambios a través de esta, antes que en la movilización ciudadana, popular, obrera.
3. Existe una tendencia generalizada, objetiva, en épocas de elecciones de Colombia, de abstencionismo masivo (el promedio de 1 década es del 50%, en las elecciones de marzo de 2014, del 57%), superior al voto en blanco, además de un potencial de luchas sociales extraparlamentarias (‘huelgas políticas’), según la enunciación de la UOC. La combinación significativa de procesos reales de abstención ciudadana real, computada con las luchas sociales reales, exige la táctica algebraica de apostarle a una campaña política llamando al pueblo colombiano a abstenerse de votar (‘no votar’), a la vez que se combina con una campaña de agitación permanente que impulse una lucha directa de movilizaciones contra el Estado capitalista, el actual gobierno de Santos; a la par de esto, una denuncia de las candidaturas desmovilizadoras y conciliadoras, limitadas, de la izquierda reformatoria.
4. Desde el punto de vista estratégico, -dice la UOC– lo que tiene mayor utilidad para la organización de la revolución en Colombia en estos momentos y avance de la conciencia social de los trabajadores y oprimidos es, sin duda, la campaña política abstencionista en la situación concreta, actual, de 2014, puesto que potenciará: 1) el protagonismo de las luchas sociales (pensemos Cumbre Agraria, etc), 2) la conciencia social, coadyuvando al desarrollo y develamiento crítico, tanto del papel de las elecciones burguesas y dominación del Estado capitalista, como de los partidos políticos mayoritarios (Unidad Nal, Centro Democrático),y los sectores del reformismo político del capital o izquierda democrática, que le hacen el juego a este status quo, y la derecha que lo sustenta.
¿Es el voto en blanco oportunismo?
La acusación es infundada y falsa. El PST se ha visto obligado a realizar varias campañas por el voto en blanco en distintos periodos electorales: en el 2006, en la coyuntura electoral de la segunda reelección de Uribe, en el 2009, elección del ex Ministro de Defensa de Uribe, Juan Manuel Santos, en el 2014, en plena campaña por la reelección de Santos, actual competencia con la nueva postulación del Centro Democrático uribista y la candidatura unitaria reformista y meramente electoralista de Clara López y Aída Avella. Esto desmiente la acusación de oportunismo, la corazonada por sumarnos a la ‘ola blanca’, la cual se ha constituido como hecho político significativo al puntear en las encuestas presidenciales con el 41%, y con el resultado real entre 747 mil y 800 mil votos en blanco, en el Congreso y 6 millones 600 mil, en el Parlamento Andino, mucho mayor que en elecciones pasadas, duplicándolas.
Ahora bien, ¿Cuáles han sido las razones del PST para votar en blanco en todos estos años? Algo profundo: la imposibilidad de presentar candidatos socialistas y obreros propios del PST y la violación de un derecho democrático a los partidos obreros, asunto común compartido con otras organizaciones y minorías revolucionarias de izquierda; del derecho conculcado por la propia legislación liberal cerrada de impedir que un programa revolucionario de los trabajadores tenga la oportunidad de darse a conocer al conjunto de las amplias mayorías nacionales, sin las trabas de las pólizas astronómicas y firmas; añadido a esto, la inexistencia de una lista alternativa, democrática popular (no de ‘avales’, como los de la historia cuestionable del Polo), a la que pudiésemos dar un apoyo crítico.
En retrospectiva, el PST no apoyó el llamado ‘unitario’ a votar de los corruptos hermanos liberales Moreno, amparados en el Ideario de Unidad policlasista, tampoco del ‘avanzado’ neoliberal y burócrata sindical Lucho Garzón, ahora santista; del constitucionalista socialdemócrata Carlos Gaviria, el Papa Noel de la Carta del 91; de la carrera política del ex guerrillero Gustavo Petro, que ahora muestra su derrota en la Alcaldía al claudicar a los operadores privados de la familia burguesa Ríos y la Procuraduría, en vez de llamar a la movilización social masiva para revertir la destitución antidemocrática, golpista, del Procurador, de Santos y del régimen político. No hicimos parte de todo este compendio de empresas meramente electorales, policlasistas y nocivas del Polo Democrático Alternativo (asunto en que concuerdan porciones de la ciudadanía indignada con el carrusel y la corrupción, que optaron el 9 de marzo, por el voto en blanco), como en su momento lamentablemente si lo hicieron muchos sectores de izquierda, entre ellos, los partidos estalinistas reformistas de vieja cuña, como lo son el PCC y el MOIR.
El periódico Revolución Obrera carece de rigor histórico y de opinión informada en este primer aspecto, adicionando el lenguaje emotivo, la redacción plebeya, la verborrea archi radical, los prejuicios anti-trotskistas (estalinistas), rasgos que eliminan la seriedad de una prensa de izquierda y de calidad. La metáfora camaleónica de la UOC no se sostiene por ninguna superficie de apoyo, dado que es enteramente falsa.
Las críticas de la UOC apuntan sin ninguna finura de puntería y los tiros no los dan siquiera en el blanco. Más bien tendrían que divisar los campos electorales del oportunismo reflejado en los acuerdos del Partido Comunista con la Alianza Verde, la alianza de Aida Abella-PC en las toldas polistas de Clara López-MOIR, después de que el Polo expulsara al PC y ahora estén haciendo acuerdos como táctica preelectoral para marchar juntos a las presidenciales, ante la amenaza del voto en blanco y el umbral, meros cálculos electorales, después del balance de Marzo, y sin ningún rastro de ser tercería, dado su desgaste en las masas colombianas, acaso de presencia electoral para futuros comicios. Hacía allá tendríamos que mirar y defender razonadamente el argumento del ‘oportunismo’, develando los engañosos tradicionales discursos de unidad en época electoral.
Por otra parte, la interpretación de la UOC de las dos declaraciones del PST y la edición 679 de El Socialista son tergiversadas y malinterpretadas, ya que nos referíamos a las elecciones no son el “terreno ideal de lucha”, dada la realidad material misma, de la Movilización Estudiantil, el Paro Agrario, el Paro judicial, etcétera, y las conquistas directas que ganaron. Mostraron su efectividad. Mientras tanto, los llamados votos a las listas y de oposición pequeñoburguesa, como minoría en el Congreso, no han logrado cambios democráticos significativos en más de 10 años para las masas populares, acaso si, fuertes debates, denuncias, polémicas, con repercusión social.
Otro enunciado ‘oportunista’, a los ojos de la UOC, es el “apoyo político, electoral” en las páginas del PST, le da al partido hermano, el PSTU del Brasil, mientras en Colombia, llama a ‘votar en blanco’ y a la vez dice ‘las elecciones no son el terrenos ideal de lucha’. Son peculiaridades nacionales distintas. Haya hay una oposición comunista a Dilma Rusself, un partido influyente, y la tentativa de un Frente anticapitalista y candidatura de Zé Maria. Acá hay un gobierno ortodoxo neoliberal que monopoliza el Congreso, una izquierda desprestigiada y dividida, y un proceso de disolución de guerrillas.
Si el PSTU de Brasil callera en el vacío en lo que la UOC llama “idea revisionista...de transición pacífica al socialismo”, como la experiencia de Salvador Allende y de desviaciones electorales de revolución, el PST de Colombia sería el primero en denunciar su craso error, contrario a las leyes sociológicas de las revoluciones históricas del Siglo XX.
Llamamos en las elecciones del Congreso y de las Presidenciales a votar en blanco por la priorización de las movilizaciones de masas para ganar las conquistas populares; por la impotencia e inconsecuencia de la minoría de izquierda que instrumentaliza las luchas hacia fortines electorales (de ahí su historial negro...), además de tener un programa político limitado, de lucha; por la necesidad de construir una partido alternativo y de los trabajadores en Colombia que dispute con las listas de la burguesía, que pueda presentar sus candidatos propios y su programa, mas no que se alié, se postre, y se resigne a ellos.
En definitiva, no existe oportunismo electoral, como nos acusa la UOC, por lo que la invitación al Semanario Revolución Obrera es a ser más rigurosos en la investigación periodística y en la interpretación de enunciados, a riesgo de incurrir en calumnias nada útiles en la crítica política, aunque sea difícil a la pesada obstinación extremo izquierdista del estalinismo maoísta.
¿Voto en blanco o abstención?
En lo que atañe a los otros puntos, ciertamente el PST llama a votar en blanco, no al abstencionismo como proponen y de hecho impulsan estos en su campaña, de corto vuelo y eco, por las siguientes razones:
Primero. El voto en blanco permite la cuantificación del descontento político con efectos políticos contra la clase política del país y partidos existentes, mientras que el abstencionismo no permite diferenciar ni cuantificar sus causales, si fue por motivaciones políticas o si sucedió por tendencias regresivas y negativas, tales como el apoliticismo ciudadano, analfabeto, carente de cultura política de los hechos de la vida política nacional, el pésimo desarrollo de la conciencia de clase expresado en el ausentismo, en el hecho de no votar y llegar a generalizaciones negativas e idealistas sobre la política, coadyuvando a la apoliticidad posmoderna, el apartidismo confortable, el antiparlamentarismo anárquico, el conformismo rampante, el descontento pasivo, el boicot pasivo, entre otros.
No comparto la interpretación de que la causa fundamental del abstencionismo se debe a razones de un progresivo descontento ciudadano, que deduzca mecánicamente una argucia de abstencionismo político por parte de los revolucionarios, a sabiendas de las desviaciones abstencionistas del maoísmo debido a la génesis teórica de la guerra popular prolongada, aunque ciertamente sea propicio hacer un abierto y concienzudo análisis científico de la causa de la tendencia abstencionista de Colombia, el 57% en las elecciones de marzo de 2014, exactamente, 18 millones de los 32 millones de habilitados, se abstuvieron de participar en las elecciones en este régimen que viola sus propias reglas, legisla contra los pobres y está ampliamente deslegitimado, de ahí que genere apatía por doquier.
Segundo. El PST no rechaza absolutamente la táctica abstencionista, pero tampoco la absolutiza como táctica, mucho menos como estrategia, por consiguiente, rechaza absolutamente la doctrina política (anárquica) del abstencionismo político, particularmente por nuestra concepción de la política desde el marxismo que se traduce en:
Apoyar la utilización revolucionaria del parlamento como lo propendieron los bolcheviques en las 4 resoluciones del Congreso de la III Internacional, de ahí que los revolucionarios participen en las elecciones, que se constituyan en un partido independiente, con base social, obrera y popular, que permita la contienda parlamentaria y la lucha de masas; luchamos porque los trabajadores y masas populares conquisten el poder del Estado, tengan ‘vocación de poder’ sus organizaciones populares y el partido obrero que ellas apoyen, no que se abstengan de tomar y bifurcar el poder político y la economía en sus manos; que la vanguardia de los trabajadores que surja históricamente, participe de la lucha electoral y genere los preparativos de la revolución extra parlamentaria y violenta, nacional y mundial, puesto que los grandes cambios cualitativos de la historia, no se han dado vía a la legalidad liberal y las elecciones republicanas, sino por la agencia popular y la guerra revolucionaria entre clases; lo último, sin embargo, no implica que haya que volcarse a los extremos, es decir, al abstencionismo a priori, como principio político y costumbre política.
Es necesario aclarar que la campaña abstencionista y el boicot pueden ser útiles excepcionalmente en situaciones históricas como en contextos de dictaduras burguesas, como las de Pinochet o Franco, la Siria, en un conflicto agudizado de la sociedad, contienda violenta abierta, pero en estos momentos no es un auxilio a la organización de la revolución en Colombia contra el actual régimen político, más cuando hay un fenómeno progresivo del voto en blanco frente al uribismo-santismo y movilizaciones notorias desde el 2011.
Tercero. El electorado colombiano prefirió votar en blanco que votar por la izquierda parlamentaria tradicional, pues obtuvo más votos el voto en blanco, entre 181 y 205 mil más en el Senado, 345 y 410 mil en Cámara, que los resultados individuales del Polo y la Alianza Verde (si a esto le sumamos que el 50% de votos nulos eran en blanco, según el testimonio del registrador), dadas las desilusiones con ‘ola amarilla’ y el carrusel de la contratación, así como la ‘ola verde’, y la colaboración de Peñalosa con Uribe y, posterior desafiliación de Mockus, el ‘destape’ de las argucias de los Piraquive, entre otros factores. Lo anterior es sintomático de la necesidad de construir un poderoso partido revolucionario en Colombia inexistente hoy, que exprese (en las elecciones y por fuera de ellas) los intereses obreros y tenga política socialista, que supere la crisis de los partidos burgueses y reformistas. Para este propósito común y apuesta estratégica se pone al servicio de las luchas el PST.
La campaña blanquista que el Partido Socialista de los Trabajadores viene impulsando, tiene especifidades socialistas, sin embargo no podemos negar que algunos promotores por el voto en blanco, con posiciones demócratas liberales y reformatorias, confíen en una revolución y grandes cambios por la vía de la institucionalidad burguesa.
El PST llama a votar en blanco por: la ausencia de candidaturas obreras y populares que representen los intereses de los trabajadores, en el Congreso y en las Presidenciales polarizadas por el santismo-uribismo, por el contrario, estos conspiran contra las mayorías; la violación de participación de candidatos obreros, por el antidemocrático umbral; busca el acrecentamiento de la conciencia de las masas que han votado en blanco, una educación en la necesidad de la construcción de un partido alternativo de la clase obrera, siendo la salida radical de un gobierno de los trabajadores y campesinos para combatir el régimen político antidemocrático y el tipo de Estado, no a coadyuvar a tendencias negativas; llama a que los ciudadanos indignados, las clases sojuzgadas por el capital, en especial, la clase trabajadora, expresen su repudio a la encerrada de votar por Uribe o la reelección de Santos y sus políticas antiobreras, como se ha visto, además de rechazo a la corrupción de las instituciones y las expresiones desprestigiadas y desgastadas de la dirección unificada de la izquierda tradicional (Clara López-Aida) y las listas de izquierda poco atractivas, que no les representan y que han traido, innumerables errores y derrotas a los trabajadores y las clases populares, en sus avatares electorales e históricos, como ya señalamos; por un Frente de lucha anticapitalista y antiimperialista de los movimientos sociales y organizaciones políticas colombianas, contra las políticas nocivas y listas partidarias y programas nocivos de los empresarios en las elecciones republicanas, no detrás de ellas, aliadas con ellas y tristemente resignadas a dicho ‘menú parlamentario’.
Elecciones, voto en blanco y lucha de clases
OPINIÓN