El ascenso de las luchas de resistencia en Colombia

En el 2011, la juventud y los trabajadores colombianos protagonizaron importantes luchas de resistencia. Éstas hacen parte de las huelgas, protestas callejeras y movilizaciones cada vez más radicales de los trabajadores y la juventud europea y estadounidense que se oponen a las duras medidas que sus gobiernos les imponen ante la crisis económica mundial. En el Norte de África y Medio Oriente las masas enfrentan con su vida a los regímenes dictatoriales y luchan contra la miseria, el desempleo y por libertades democráticas.

Concentración de los trabajadores de Campo Rubiales en medio del conflicto de finales de 2011.

Los trabajadores tercerizados rompen el miedo a luchar y organizarse
Las luchas y los procesos de organización de los trabajadores tercerizados comenzó en el 2008 con los 12 mil corteros de caña que protagonizaron una huelga contra las condiciones de explotación a través de la contratación de Cooperativas de Trabajo Asociado (CTA). Este proceso tuvo su expresión el año anterior entre octubre y noviembre con la huelga de 40 días de los 6 mil trabajadores de la palma africana en Puerto Wilches, Santander, por el derecho a la contratación directa, a la asociación sindical y al salario digno. En esta empresa impera la contratación a través de Cooperativas de Trabajo Asociado.
A su turno, los obreros de la multinacional canadiense Pacific Rubiales hicieron una huelga para exigir salarios ajustados al promedio de la industria petrolera, estabilidad laboral y condiciones laborales dignas. Esta empresa extrae el petróleo de Campo Rubiales en Puerto Gaitán, Meta, en asocio con la Empresa Colombiana de Petróleos S.A. (Ecopetrol). Unos 14 mil trabajadores son subcontratados por 27 empresas bajo la modalidad de contratos a un mes.
Los obreros de la mina de carbón a campo abierto en la Jagua de Ibirico, Cesar, explotada por la multinacional suiza Glencore International PLC, con la huelga consiguió su primera convención colectiva. Esta convención exigía además de reivindicaciones salariales y laborales, el derecho de asociación y negociación colectiva. Los trabajadores de Holcim, la multinacional cementera más grande del mundo, se sindicalizaron en Sintraholcim y presentaron pliego de peticiones. Finalizada la etapa de arreglo directo el sindicato convocó a votación para huelga o tribunal de arbitramento. Ante ello la empresa recurrió a la intimidación para forzar a los trabajadores a que no participaran en la votación. A pesar de las artimañas de la patronal la gran mayoría de quienes votaron lo hicieron afirmativamente por la huelga.

Como en los ‘70, el movimiento estudiantil encabeza la resistencia
Estos conflictos obreros confluyeron en el tiempo con el paro de los estudiantes de las universidades públicas contra el proyecto de ley del gobierno de Santos para reformar la Ley 30 de Educación Superior y profundizar la privatización. Este movimiento, como no se había dado desde los años ‘70, por su masividad y fuerza, se ganó el apoyo amplio de la población y consiguió que el gobierno retirara del Congreso el proyecto de ley.

Las direcciones sindicales son un lastre para los que luchan
Sin embargo, la participación de las direcciones sindicales en las movilizaciones estudiantiles se limitó al apoyo económico y logístico. Esta precaria solidaridad se mostró insuficiente para imponer al gobierno la aspiración de un nuevo modelo educativo público, gratuito y de calidad. La Federación Colombiana de Educadores (Fecode), gremio que agrupa a todos los sindicatos de los maestros de secundaria del país, solamente llamó a sus afiliados a la acostumbrada jornada de cuatro horas. Por su parte, la Unión Sindical Obrera (USO), el sindicato de los trabajadores petroleros, no hizo el paro en solidaridad con los trabajadores de Pacific Rubiales.
El 10 de noviembre día de la gran toma estudiantil en Bogotá, La CUT y Fecode se limitaron a emitir comunicados de solidaridad y aportar recursos para los eventos programados por los estudiantes, no llamaron a la unificación de los conflictos obreros con el sector educativo. Ello habría posibilitado que las luchas de estos sectores se hubiesen extendido y profundizado. En el sector educativo, la dirección de Fecode habría podido jugarse a convocar un paro nacional indefinido en solidaridad con el movimiento estudiantil y y por la defensa de la edcuación pública y del Estatuto Docente 2277 y por un sistema de salud del magisterio a cargo del Estado.
Las causas que generaron las movilizaciones, las luchas obreras y estudiantiles del 2011 no se han desactivado. Los capitalistas someten a la sobreexplotación a la clase obrera y a la juventud a insoportables penurias y a un futuro incierto. La contratación sin estabilidad laboral, la consecución de un salario acorde con el costo de vida y el goce de todas las prestaciones aún está lejos de alcanzarse. Al mismo tiempo la reforma a la Ley de educación quedó aplazada. Así, la lucha sigue planteada.

Reagrupamiento para la próxima batalla
En el 2012 el debate sobre el programa y la organización del movimiento estudiantil continuarán. Quienes dirigen la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) tienen la responsabilidad de acoger el clamor de los sectores estudiantiles que desde las bases presionan por la democratización de esa organización. Reagrupar el movimiento pasa por debatir democráticamente las necesidades más sentidas del sector estudiantil, para que mediante el método de la movilización y el paro se exija al gobierno la solución de esas aspiraciones. El paro pasado demostró que es en las calles donde se pueden conquistar los objetivos. Entrar en el terreno de la concertación y el debate parlamentario es ir a un pantano en el que el movimiento estudiantil no puede caer. La Mane debe llamar a las organizaciones del sector educativo, que se agrupan en el Frente por la Defensa de la Educación Pública, a la realización de un Encuentro Nacional en el cual se debata el futuro de la educación en Colombia, los mecanismos para enfrentar el plan privatizador del gobierno de Santos y las amenazas que se ciernen con el Tratado de Libre Comercio firmado con los Estados Unidos.
De otra parte los trabajadores debemos exigirle a las direcciones de las centrales obreras a que abandonen su política de concertación con el gobierno, que se hizo evidente con la negociación del salario mínimo; que se pongan al frente de la centralización de las luchas de los trabajadores contra la contratación tercerizada, por estabilidad laboral y condiciones dignas de trabajo, así como el respeto al derecho de organización y protesta de los trabajadores.