Diálogos ELN-Santos: Peticiones modestas y exigencias categóricas

ELN propone "agenda de salida política al conflicto" al gobierno de Santos.

El pasado domingo 19 de febrero se hizo pública otra de las ya muchas misivas que intercambian las FARC, el ELN y el Movimiento Colombianos y Colombianas por la Paz. Esta vez el ELN respondió positivamente a la propuesta que hizo dicho movimiento respecto a la búsqueda de una tregua bilateral para iniciar un proceso de diálogo.
En forma inmediata el gobierno, a través del ministro del Interior Germán Vargas Lleras, respondió que, “en esa materia no bastan buenas intenciones ni cartas, sino que hay que darle paso a hechos inequívocos que demuestren que les asiste realmente una voluntad de paz. De manera que los anuncios no son en absoluto suficientes” y el vicepresidente Angelino Garzón remachó señalando que antes de iniciar cualquier diálogo con la guerrilla lo más importante es “tener como principio el abandono de las armas y la práctica de la violencia” (Vanguardia, febrero 19, 2011).
Planteadas con claridad ambas posiciones vale la pena profundizar en el significado de cada una de ellas y las perspectivas.

La verdad, el ELN no pide mucho
Leyendo cuidadosamente tras el lenguaje de fórmulas generales de la carta del ELN se llega fácilmente a la conclusión de que sus exigencias son bastante modestas. La síntesis de su planteamiento es una tregua bilateral para la constitución de una mesa de diálogo “dentro de una agenda de salida política al conflicto, que a su vez abarcará otros asuntos sustanciales, tanto en el respeto al Derecho Internacional Humanitario, en la atención a los reclamos y luchas populares, como parte esencial del camino de superación definitiva del conflicto, hacia la justicia y equidad social, la democracia y la soberanía, en un proceso donde el pueblo y la nación, sean sujetos del país que todos queremos y soñamos y donde la Comunidad internacional aporte con su sabiduría y experiencia.”
El centro de la propuesta del ELN una “agenda de salida política al conflicto”. Nótese que no se coloca en forma explícita la tradicional fórmula de las organizaciones insurgentes de “salida política al conflicto social y armado”, vislumbrándose que, en su formulación, lo decisivo y fundamental está relacionado con el aspecto armado. Ello se evidencia nítidamente cuando se señalan “que a su vez abarcará otros asuntos sustanciales”, donde en primer lugar se señala el “respeto al derecho internacional humanitario”.
Todos los “otros asuntos sustanciales” no pasan de ser adorno y decoración en la propuesta del ELN. Por ello están formulados en forma absolutamente vaga y general; lo cual, por supuesto, es el derecho del ELN si lo que busca es, básicamente, un espacio para negociar el enfrentamiento armado. En los “otros asuntos sustanciales” la formulación del ELN se limita a pedir “atención los reclamos y luchas populares”, a la “justicia y equidad social”, “la democracia y la soberanía”, al “país que todos queremos y soñamos”, donde “la Comunidad internacional aporte con su sabiduría y experiencia”.
Cada una de estas expresiones merecería un análisis específico. Sin embargo, valen la pena algunos cuestionamientos para ayudar a la reflexión de compañeros que pueden llegar a creer que en una supuesta negociación realmente estarían en juego los grandes problemas de millones de trabajadores y pobres del país, como lo pretende hacer creer la dirección del ELN.
¿Cree el ELN que los “reclamos y luchas populares” pueden encontrar salida bajo el actual sistema económico y social o, incluso, en el terreno estrictamente reformista, bajo el actual modelo neoliberal? ¿Y acaso en la mesa de diálogo la burguesía y el imperialismo estarán dispuestos a introducir siquiera una modificación sustancial en dicho modelo? ¿Y qué es la justicia y equidad social? ¿Qué sociedad, bajo el régimen de explotación capitalista, es justa y equitativa?
¿Qué es la democracia y la soberanía? ¿A qué democracia se refiere la dirección del ELN? ¿A la democracia burguesa, con sus establos parlamentarios? ¿Y la soberanía? ¿Qué significa para la dirección del ELN? ¿Acaso el rompimiento de todos los pactos económicos, militares y políticos que someten al país al imperialismo y el no pago de la deuda externa? ¿Y cree la dirección del ELN que es posible que la burguesía someta esto a discusión en una “mesa de diálogo”?
¿Cuál es el país que todos queremos y soñamos? Entendemos que el país que sueñan y quieren los burgueses y explotadores es de un tipo mientras que el que podrían soñar y querer los trabajadores y explotados es de otro tipo. Entonces ¿por qué la dirección de ELN levanta esa fórmula engañosa de todos? La verdad, en este país como en todos los países capitalistas, no hay nada sustancial, en común, que cobije a todos. Por un lado están quienes explotan y por otro lado quienes son explotados y sus intereses y sueños son opuestos y antagónicos.
¿Qué es la tan mencionada comunidad internacional y cuál su sabiduría y experiencia? ¿Acaso los gobiernos vecinos, incluido el de Venezuela, que con absoluto desparpajo entrega al gobierno de Santos a todo aquel que él solicita, acusándolo de pertenecer a grupos armados? A la vista está la entrega de Joaquín Pérez Becerra, director de Anncol y de algunos acusados de ser militantes del ELN. ¿O se refiere acaso el ELN a los gobiernos socialdemócratas europeos que actualmente reprimen a sangre y fuego las protestas contra los planes de ajuste económico?

¡Y el gobierno lo exige todo!
Si, como es evidente, el ELN exigiría bien poco en una supuesta negociación el gobierno va por todo.
Prevalido del espacio político interno y del escenario internacional –especialmente en el vecindario y América Latina– que le es favorable, el gobierno Santos exige todo lo que realmente le interesa y es la síntesis de su política: “tener como principio” el cese del accionar militar, el abandono –o entrega– de las armas y la declaración taxativa de abandonar la violencia como su medio de acción política.

Las perspectivas
El gobierno de Santos, a diferencia del de Uribe, hace una combinación militar-política en el manejo de las relaciones con la guerrilla, FARC y ELN. Mientras mantiene una ofensiva militar constante proclama su disposición al “diálogo” usando este término con el significado de “negociación de la rendición y entrega”. Comportamiento típico de un gobierno encabezado por el gran-burgués Santos que desearía un desenlace del conflicto armado colombiano más o menos similar a la declaratoria de cese unilateral e indefinido de su accionar militar por parte de ETA.
Existe en el país una amplia franja burguesa que no está dispuesta a ninguna concesión económica, social o política significativa en cualquier clase de negociación con la guerrilla. La versión extrema de dicha franja la representó el pasado gobierno de Uribe Vélez. Santos no sólo tiene que contar con dicha realidad. Más que eso, dicha franja es parte de la base política del gobierno y Santos no puede romper con la misma sin arriesgar parte de su proyecto, incluida una posible reelección. Por lo tanto, su política de “negociación de la rendición” es bien difícil que se modifique.
Sin embargo, no está claro que el debilitamiento militar y el aislamiento político internacional que la burguesía colombiana ha logrado infligir a la guerrilla sean ya suficientes para llegar al punto al que aspira Santos. Las condiciones de miseria y abandono que existen en amplias regiones del país –y en amplias zonas urbanas– brindan aún condiciones favorables para que, en medio del desespero social, muchos miren con simpatía a la guerrilla y sus métodos de acción.
A lo anterior hay que unirle que una “negociación” de la guerrilla que sea vista como una “rendición” le dificultaría enormemente cualquier intento de configurarse como una expresión política legal, como lo hicieron los movimientos guerrilleros como el M-19 y el EPL cuyos dirigentes terminaron siendo acogidos y arropados por la burguesía; convertidos en agentes políticos de la misma.
Vistas así las cosas casi seguro en los próximos meses continuaremos viendo cartas que vienen y van, propuestas y respuestas, liberación de algunos integrantes de las Fuerzas Armadas en poder de la guerrilla y enfrentamientos militares, muchos enfrentamientos militares. ¡El diálogo… va para largo!