Crisis y desafíos del Polo Democrático

Aurelio Suárez, candidato del Polo a la Alcaldía de Bogotá, interviniendo en la Localidad de Ciudad Bolívar.

La crisis del Polo Democrático, que se oficializó en los resultados electorales del pasado mes de octubre, no se debe medir sólo en cifras, sino como la crisis de una propuesta reformista que tiene como estrategia poner la lucha social al servicio de sus intereses electorales.
El Polo Democrático fue creado como un frente de convergencia entre la izquierda y sectores de democráticos, es decir, franjas de la pequeña burguesía que buscan reformas y que apuestan por una institucionalidad capitalista moderna. El programa en el que coincidieron fue el Ideario de Unidad, que se fundamenta en la defensa de la Constitución del 91 con la tesis de que en esa carta se consagra el estado Social de Derecho al que aspiran.
Esta convergencia y este programa son los que han hecho crisis y más allá de los resultados electorales la principal muestra de esa crisis es que ya no pueden canalizar la lucha social hacia el recinto parlamentario, como lo muestran las luchas de los estudiantes y de los trabajadores petroleros.
Pero no podemos hacer caso omiso de las cifras obtenidas por el Polo, más cuando ha sido la lucha electoral su principal táctica. En 2007 el polo obtuvo 805.000 votos a concejos y 1.300.000 a alcaldías, este año fueron 595.000 a concejos y 282.000 a alcaldías.
Sin duda, las cifras al concejo, con una reducción del 25%, muestran de una manera más nítida el retroceso electoral del Polo, pues la de las alcaldías responde más a las alianzas con la derecha que se hicieron en la pasada elección en Bogotá. Los resultados en esta ciudad merecen un punto aparte pues fue en la capital donde la llamada "izquierda democrática" puso en marcha sus alianzas con "sectores democráticos" por ocho años. El Polo pasó en Bogotá de 356.700 votos a 138.000, una reducción del 60% en la votación, perdiendo la curul del Partido Comunista, que pasa de 14 mil a 8 mil votos.
Buena parte de esa votación acompañó la campaña del Movimiento Progresista, que plantea un programa de reformas muy parecido al del Polo pero con la promesa de no hacer acuerdos con los carteles de la contratación, es decir, se propone como un sector más confiable para la burguesía en la administración de sus negocios. Lo que se evidencia en este traslado es que las bases del Polo no pueden diferenciar entre los dos programas pues son las dos caras de una misma moneda.
Pero las elecciones significaron también una nueva correlación de fuerzas al interior del Polo. El MOIR se convierte en la nueva dirección y avanza con una curul en el Concejo de Cartagena. Y Alexander López y Wilson Arias, quienes obtienen una curul al Concejo de Cali.
Le quedan al Polo también algunas incógnitas como el papel que jugará Navarro Wolf una vez salga de la Gobernación de Nariño y la suerte de 4 de los 8 senadores que aspiran a hacer parte del Progresismo. Y Clara López, quien aspira a que la burguesía le haga algún reconocimiento por evitar que naufragaran sus negocios en la administración de la Familia Moreno Rojas.
Ante esta crisis, algunos sectores exigen la convocatoria de un Congreso del Polo en el que se hagan ajustes frente a la nueva realidad que dejan las elecciones (pérdida del fortín burocrático en Bogotá y de más de la cuarta parte de sus votos a nivel nacional) pero lo fundamental será abordar la crisis de su programa, de su estrategia parlamentaria y de la ausencia de democracia interna.