Aquí yace un revolucionario trotskista

En el acto político-sindical de homenaje a nuestro camarada Libardo Rodríguez Marín, realizado en la sede de Aprovitef, municipio de Flandes, el 30 de junio de 2015, Edgar Ospina, dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores, hizo la siguiente intervención a nombre de nuestra organización. Más que una semblanza es una síntesis de lo que significa ser un militante socialista revolucionario, un trotskista de la Liga Internacional de los Trabajadores, como lo fue Libardo.

Edgar Ospina Duque interviene a nombre del Partido Socialista de los Trabajadores en homenaje a Libardo Rodríguez.

Compañera Betty, Ángela, Érica, Camilo y Nicolás --a quien Libardo también lo consideraba como su hijo-- reciban un entrañable saludo y un muy fuerte abrazo de parte del PST y de la Liga Internacional de los Trabajadores, como entrañable y fuerte fue la relación que Libardo mantuvo con nosotros, los socialistas, internacionalistas y trotskistas, por más de 40 años de militancia política. Ustedes saben de esa relación porque fueron un apoyo incondicional para él y sus actividades militantes, fueron sus compañeros más cercanos, sus amigos íntimos y sus cómplices. Igual saludo para todos sus hermanos y, de manera especial, para los dos que han intervenido en este acto. Saludamos así mismo a todas aquellas personas que lo apoyaron en las mil y una batallas gremiales y políticas que libró a favor de la clase obrera, los maestros, los campesinos y, en general, de los más débiles de esta sociedad y que se han hecho presentes en este homenaje.
Así mismo saludamos a todas aquellas personas que, sin identificarse gremial o políticamente con el compañero y su partido, en un gesto democrático y humano, se han hecho presentes en este acto. Reciban nuestro saludo y agradecimiento a algunos representantes de otras  organizaciones políticas de izquierda distintas al PST.

Un militante ejemplar
El martes 30 de junio de 2015, cuando nos enteramos del fallecimiento del compañero nos desplazamos con Juan y Óscar a la Clínica Navarra para acompañar a su núcleo familiar y a algunos de sus amigos que ya se habían hecho presentes. Cuando intercambiamos ideas sobre cómo organizar el homenaje  político–sindical a Libardo, la compañera Betty, su esposa y compañera, me expresó algo que quiero compartir con ustedes porque me parece muy importante y me impresionó mucho. Me manifestó si era posible realizar un acto religioso en el sepelio de Libardo. Yo le respondí de manera inmediata que desde luego, que era necesario respetar la voluntad de la familia y que no eran excluyentes ni incompatibles el acto religioso y el homenaje político–sindical. Este hecho expresa el profundo respeto de la familia por las convicciones políticas y filosóficas de Libardo. Pregunté si el compañero había dejado expresadas directrices precisas sobre su sepelio.  Me dijo que lo único que le había  pedido antes de morir, de manera expresa, era que en su tumba se colocara una placa en la que se dijera que allí yacía un revolucionario trotskista. Esta decisión de Libardo es muy profunda y muy importante. No es la definición que hace de él su familia, ni su Partido, es la definición que Libardo hizo de él mismo. Esta definición  responde a la esencia de lo que él fue durante toda su vida militante: un revolucionario ejemplar; y que el socialismo era su estilo de vida. Este es el tipo de militante que nosotros luchamos por tener y formar en el Partido y en la Internacional. Libardo además de fundador del PST en 1977, hizo parte de su Comité Central durante varios períodos y, además, fue el único compañero, que estando vivo fue nombrado presidente honorario del Congreso del PST realizado en marzo de 2015.

Libardo era el partido y la internacional
Muchos de ustedes se preguntarán, ¿porqué Libardo no pidió que en esa leyenda de su tumba se colocara que había sido dirigente estudiantil, sindical, concejal de Flandes, cofundador del barrio para maestros Aprovitef, o dirigente de muchas luchas obreras y populares? ¿Acaso Libardo subestimaba todas esas luchas que había librado o no les daba toda la importancia que efectivamente tuvieron?. No. Todo lo contrario, él valoraba en toda su importancia todas esas actividades concretas, que en beneficio de los más débiles, como decía Ángela, había librado; pero también sabía y era plenamente consciente que todas esas tareas las había librado bien  y hasta el final, porque era un revolucionario auténtico, un socialista, un internacionalista y un trotskista incorregible e incorruptible. Sabía que todas esas actividades  concretas las había llevado a cabo con la orientación política del Partido. Como era Libardo, así nos forma el Partido y la Internacional.
Entonces muchos compañeros se preguntarán qué es el Partido Socialista de los Trabajadores, la Liga Internacional y el Trotskismo, a los que pertenecía Libardo, y en nombre de los cuales siempre actuaba. Yo no voy a intentar darles definiciones generales y abstractas, no es el momento y, además, sería muy difícil. Partamos de los hechos concretos. Lo que les puedo decir es que cuando veíamos pasar a Libardo por las calles de este barrio con su mochila colgada al hombro y unos cuantos libros debajo del brazo, ahí pasaba el PST, la Liga Internacional de los Trabajadores y el Trotskismo; Libardo mismo, y lo que hacía todos los días por los trabajadores y los más humildes de esta sociedad, eran el Partido, la Internacional y el Trotskismo. En otras palabras todo esto significaba sindicatos independientes del gobierno y democráticos, defensa incondicional de los trabajadores y sus derechos laborales y democráticos, lucha intransigente contra todas las lacras del capitalismo y sus gobiernos, lucha por un gobierno de la clase obrera y del campesinado pobre, lucha por el socialismo en Flandes, en el Tolima, en Colombia y en el mundo.

Una batalla contra el capitalismo
En algunas oportunidades nos han preguntado porque nosotros le damos tanta importancia a la búsqueda de los compañeros que nos desaparecen, como es el caso de Carolina, que llevamos años buscándola y la seguiremos buscando; a la despedida de compañeros que se nos mueren prematuramente como Roberto y como ahora Libardo. Nosotros les respondemos que construir un Partido Revolucionario, Socialista, Internacionalista, enemigo incondicional del capitalismo, de la explotación económica y la opresión política, en esta sociedad, es muy difícil, demasiado difícil. Cuando un compañero nos dice que se ha decidido a militar e ingresa al Partido, nos alegramos mucho porque le hemos ganado una batalla al capitalismo. Entonces cuando un compañero muere, es desaparecido o, a veces se cansa y se margina, nos duele mucho y lo valoramos como una inmensa pérdida. Aquí en este acto hay varios compañeros que se han marginado pero que siguen siendo amigos y colaboradores del Partido, les reiteramos que las puertas están abiertas, que nos hacen mucha falta y que queremos que regresen para que nos ayuden a seguir librando esta lucha tan dura pero tan necesaria.
Pero cuando la maldita e inevitable muerte nos los arrebata prematuramente, como en el caso de Libardo, la pérdida es mucho más grande. El compañero ya era un hombre mayor, no cabe la menor duda, pero a pesar de su edad y sobre todo de su catastrófica enfermedad, dio pruebas irrefutables de su alta moral obrera y partidaria; políticamente era un muchacho, un joven, lleno de planes, de proyectos, de futuro y con una gran confianza en el porvenir  y en la lucha de la clase obrera.

Hasta el último aliento
La muerte lo asaltó mientras escribía sobre el balance de la última huelga del magisterio traicionada por su dirección, le dirigía consejos a los jóvenes y leía el periódico El Socialista.
Murió convencido que el mundo actual, que es horrible por culpa del capitalismo, no es más que un momento transitorio en el desarrollo histórico de la humanidad y lleno de confianza en el futuro socialista. Estamos seguros que Libardo suscribiría con sus dos manos, en lo fundamental,  lo que León Trotsky escribió en su testamento unos pocos días antes de ser asesinado cobardemente por un agente del estalinismo en México el 20 de agosto de 1940:
“Fui revolucionario durante mis cuarenta y tres años de vida consciente y durante cuarenta y dos luché bajo las banderas del marxismo. Si tuviera que comenzar todo de nuevo trataría, por supuesto, de evitar tal o cual error, pero en lo fundamental mi vida sería la misma. Moriré siendo un revolucionario proletario, un marxista, un materialista dialéctico y, en consecuencia, un ateo irreconciliable. Mi fe en el futuro comunista de la humanidad no es hoy menos ardiente, aunque sí más firme, que en mi juventud”

En el caso del compañero Libardo es pertinente recordar lo que en algún momento dijo el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht:
“Hay hombres que luchan  un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes  luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”

Este es el caso del compañero que hoy estamos despidiendo, luchó durante más de 40 años, durante toda su vida consciente, y por eso es una pérdida irreparable para su familia, los trabajadores, para el PST y la Liga Internacional de los Trabajadores.
Por todo lo anterior los queremos invitar a que hagamos lo que haría Libardo, si lo tuviéramos aquí en este salón sentado con nosotros y que fue lo que tantas veces lo vimos hacer en las reuniones sindicales, políticas y en las luchas de los trabajadores: ponerse de pie, levantar el brazo, apretar el puño y cantar con todas las fuerzas de sus pulmones las estrofas del himno internacional de la clase obrera:
“Arriba los pobres del mundo
De pie los esclavos sin pan
Y gritemos todos unidos
Viva la Internacional..…”